El mapa a la muerte: Israel guio la evacuación de civiles a lugares "seguros" que luego bombardeó
Una investigación señala que atacó varios enclaves que había calificado como seguros los días 3 y el 4 de diciembre.
23 diciembre, 2023 02:35El 1 de diciembre, tras la ruptura del alto el fuego de una semana que permitió la liberación de numerosos rehenes, Israel reinició su operación militar en Gaza. La preocupación de la comunidad internacional y especialmente de su máximo aliado, Estados Unidos, se centraba en aquel momento en qué iba a pasar con los civiles palestinos.
Antony Blinken, secretario de Estado de la administración Biden, lo dejó bien claro en uno de sus viajes por Oriente Medio: el número de bajas entre la población de a pie había sido inadmisible en el norte y no podía repetirse algo parecido en el sur.
Para entonces, Israel ya controlaba buena parte de Gaza City y tenía contra las cuerdas a las guerrillas de Hamás. De hecho, la tregua había sido recibida con ciertas críticas por parte del ala más conservadora de la coalición de gobierno y solo el entusiasmo popular ante las imágenes de los rehenes volviendo a casa sirvieron para mitigar las tensiones.
[El Consejo de Seguridad de la ONU aprueba una resolución para impulsar la ayuda a Gaza]
La operación en el norte se empezaba a dar por acabada ante la incapacidad de encontrar a los líderes de Hamás o a los secuestrados del 7 de octubre y todo el mundo tenía ya en mente el ataque a Jan Yunis, la patria chica de Yahyah Sinwar, jefe militar de Hamás y enemigo número uno de las IDF.
El problema al que se enfrentaba Israel de cara a la opinión pública era el siguiente: durante semanas, había pedido a los civiles de Gaza que abandonaran el norte y se desplazaran al sur. Hablamos de dos millones de habitantes hacinados en 45 kilómetros cuadrados. Los movimientos no son fáciles y el espacio es muy limitado. Aun así, muchas familias hicieron caso: lo abandonaron todo y siguieron el corredor humanitario habilitado por Israel a lo largo de la carretera Salah Al Din para trasladarse al sur con lo puesto.
Sin embargo, la guerra volvía a ellos de nuevo. Después de huir desde el norte, Israel decidía atacar el sur. ¿Qué sería de esos cientos de miles de personas? El gobierno de Netanyahu y las IDF idearon un plan de evacuación muy poco realista. Dio la impresión ya entonces de que era una manera de lavarse las manos ante lo que pudiera venir después y satisfacer de alguna manera a Blinken y a Biden: dividieron la Franja de Gaza en 623 sectores y difundieron entre los palestinos la información de cuáles eran seguros y cuáles iban a ser bombardeados.
El bombardeo de "zonas seguras"
Intencional o no, aquello fue un caos. De entrada, el mapa solo estaba disponible en internet a través de un lector QR. ¿Cuántos palestinos en aquel momento disponían de la tecnología necesaria para acceder al mismo? Recordemos que las comunicaciones se cortan cada cierto tiempo en toda la Franja para dificultar la respuesta de Hamás a los ataques israelíes. Es muy improbable que la mayoría de los gazatíes llegaran a saber nunca adónde tenían que huir si querían salvar sus vidas y las de sus familias.
Aparte, el mapa era confuso y variable. De un día a otro, zonas en color naranja pasaban a ser zonas blancas de seguridad y viceversa. No solo eso, sino que, a las pocas horas de publicar el primer mapa, Israel lanzó duros ataques sobre varias de las posiciones que se calificaban de seguras y a las que se pedía a los civiles que se desplazaran. Así lo asegura la cadena CNN en una investigación publicada este viernes: al menos una gasolinera en el barrio de Al-Tuffah, en Gaza City, la cercana mezquita de Al-Salam y zonas residenciales de El-Geneina y Al-Tamour, en Rafah, habrían sido bombardeadas entre el 3 y el 4 de diciembre, causando decenas de muertos.
Recordemos que Rafah es uno de los dos refugios que Israel recomienda en el sur de la Franja, junto a la localidad de Al Mawasi, una zona semidesértica de unos siete kilómetros cuadrados con el Mediterráneo como frontera natural. La evolución de la guerra en Jan Yunis durante estas tres semanas y las batallas que siguen en los barrios de Jabalia y Shejaiya invitan a pensar en más casos como estos y, en cualquier caso, ponen en duda el compromiso humanitario del gobierno de Netanyahu.
20.000 muertos, según Hamás
Los improvisados campos de desplazados de Rafah y Al Mawasi albergan a decenas de miles de personas en unas condiciones lamentables. La ayuda humanitaria llega a cuentagotas, según las organizaciones no gubernamentales desplazadas sobre el terreno y la OMS teme que pronto empiecen a propagarse todo tipo de enfermedades, algo que preocupa especialmente a Egipto, país que queda justo al otro lado de la frontera.
A esto se suma la afirmación del Ministerio de Sanidad de Gaza, controlado por Hamás, de que ya han muerto 20.000 palestinos desde que empezaran los bombardeos. Aunque es muy complicado creer a pies juntillas lo que diga una de las partes en esta guerra de continua propaganda, los medios estadounidenses y las Naciones Unidas dan por buena la cifra. Estaríamos hablando del mayor número de muertos -sumando civiles y militares- sufrido por un país árabe en los múltiples conflictos con Israel y del 1% del total de la población de Gaza antes de la guerra.
Son cifras tan espeluznantes que, por mucho que sea necesaria la prudencia a la hora de ratificarlas, es inevitable que generen una reacción en la comunidad internacional. Estados Unidos apoyó este viernes una nueva resolución de la ONU que enfatiza la cuestión humanitaria y no se centra solo en la petición de un alto el fuego.
Sin tregua a la vista
El asunto es cómo conseguir retomar dicha ayuda humanitaria en medio de continuos bombardeos y con los tanques en las calles. Israel propuso una tregua de una semana este miércoles a cambio de la liberación de más rehenes, pero Hamás la rechazó, pues quería que la negociación por los rehenes fuese posterior al alto el fuego como tal. Probablemente, la verdadera razón era que una semana se les quedaba corta para sus objetivos militares... y para ubicar a todos los cautivos, pues es probable que ni Hamás sepa exactamente dónde están.
En medio de esta discusión sobre galgos y podencos, quedan como siempre los ciudadanos. Tanto los civiles palestinos sin medios como los rehenes israelíes que llevan dos meses y medio retenidos por los terroristas de Hamás. La desconsideración de ambos bandos por la vida del enemigo parece difícil de reconducir. En ocasiones, se diría que forma parte de su agenda política.