Puente de mando del HMS Diamond disparando sus misiles Sea Viper en el mar Rojo

Puente de mando del HMS Diamond disparando sus misiles Sea Viper en el mar Rojo Reuters

Oriente Próximo

Convertir el mar Rojo en la 'tumba' de EEUU: los hutíes golpean un buque y Biden contraataca en Yemen

La milicia sigue en su empeño por sabotear el comercio por el mar Rojo, que equivale a entre el 15 y el 20% del total mundial.

16 enero, 2024 03:09

"Yemen será la tumba de los Estados Unidos". Así se expresó este lunes uno de los portavoces de la milicia hutí, patrocinada por Irán y asentada por todo el noroeste del país. Esta declaración de intenciones remitía al bombardeo de la pasada semana de sus posiciones en las costas del golfo de Adén, vía de acceso al mar Rojo, por parte de la coalición internacional encabezada por Estados Unidos y Gran Bretaña. La amenaza tardó pocas horas en materializarse.

Después de varios intentos -la marina estadounidense pudo derribar un misil dirigido a uno de sus barcos militares el domingo por la tarde-, los hutíes consiguieron veinticuatro horas después acertar en el blanco. El objetivo era en este caso un carguero comercial, el M/V Gibraltar Eagle, que navegaba bajo bandera de las Islas Marshall y provenía de Corea, pero que había sido fabricado en Estados Unidos y era propiedad de la empresa estadounidense Eagle Bulk Shipping.

Según fuentes de la Casa Blanca, el carguero habría quedado maltrecho, pero en condiciones de proseguir su viaje, sin daños humanos que lamentar. El mensaje, en cualquier caso, queda claro: la milicia sigue en su empeño por sabotear el comercio por el mar Rojo, que equivale a entre el 15 y el 20% del total mundial… y está en condiciones de hacerlo pese a los bombardeos del pasado viernes.

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La sombra de Irán

El ataque, eso sí, no ha pillado de sorpresa a la coalición, que ya intuía que iba a haber algún tipo de reacción. De hecho, se sigue temiendo que Irán prepare alguna otra misión contra sus archienemigos de Occidente, aunque de momento lo único que ha hecho es aumentar su producción de uranio a niveles cercanos a los necesarios para crear una bomba nuclear. Según informa el New York Times, en Teherán seguirían prefiriendo evitar un enfrentamiento directo con Estados Unidos, delegando así el trabajo sucio en las distintas milicias del llamado "Eje de Resistencia".

Hay que tener en cuenta que el régimen de Irán tiene una fuerte oposición interna, precisamente por su empeño en hacer cumplir la ley islámica y condenar así a la juventud de su país, y un grave problema de liderazgo. El ayatolá Ali Jamenéi, en el poder desde la muerte de Ruhollah Jomeini, tiene ya 84 años y en sus últimas intervenciones públicas ha mostrado signos claros de fatiga. Aunque en la práctica el país lo controla el presidente Ebrahim Raisi, lo cierto es que la figura casi sagrada del ayatolá sigue siendo clave en el rumbo islámico del estado persa.

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Por todo ello, Irán ha decidido apostar por la "guerra proxy". Paga a otros por imponer su mensaje, sea religioso (Hezbolá, por ejemplo, es de confesión chií en un entorno mayoritariamente suní) o político (lucha con Arabia Saudí por la influencia en la zona). Sus enemigos, por supuesto, son Israel y Estados Unidos y luego ya el resto de la comunidad occidental y algunos de sus vecinos suníes. De esta manera, puede continuar con su opresión interna y sus peligrosos programas nucleares sin miedo a una intervención directa en su contra.

Bombardeos en el aeropuerto de Hodeidah

El mismo cuidado está mostrando Estados Unidos por evitar un enfrentamiento directo. En Washington no quieren bajo ningún concepto que se produzca una escalada que amenace sus intereses diplomáticos en Oriente Medio. De hecho, este mismo fin de semana, Biden reconocía su "frustración" ante la incapacidad de convencer a Israel de que cese su estrategia de bombardeos masivos en Gaza y pase a una fase de ataques más precisos que permitan a los civiles recibir la ayuda humanitaria que necesitan y a los cientos de miles de desplazados volver a sus hogares… si es que estos siguen en pie.

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Ahora bien, este cuidado en las formas y los mensajes choca con la necesidad de mantener el orden en el mar Rojo. No solo por los intereses propios, sino por los de sus socios comerciales. Buena parte de los negocios con Arabia Saudí, Egipto, Jordania o Israel dependen de que los hutíes entiendan que corren un importante riesgo si siguen con los ataques. La milicia, cada vez más establecida en Yemen y a punto de cerrar un acuerdo de paz con Arabia Saudí, su gran enemigo hasta la fecha, tiene un margen de maniobra limitado. No puede sostener a la vez una guerra civil con el gobierno central y un enfrentamiento externo contra las mayores potencias del mundo.

Estados Unidos y Gran Bretaña confían en que esa imposibilidad les disuada. En rigor, los bombardeos no pretenden acabar con los hutíes, sino hacerles reconsiderar el alcance de su alianza con Irán. Les irá mejor si no se meten en líos, vienen a decir desde Washington y Londres. De hecho, al poco de saberse el bombardeo sobre el Gibraltar Eagle, la agencia Reuters informó de explosiones en los alrededores del aeropuerto de Hodeidah, en la zona controlada por los hutíes en Yemen.

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El aeropuerto de Hodeidah fue uno de los principales objetivos de los ataques de la pasada semana y no es descartable que se trate de un nuevo aviso de la coalición encabezada por Estados Unidos. Tampoco sería ninguna sorpresa que la geolocalización de los distintos lanzamisiles ubicados a lo largo de la costa derive en un nuevo ataque masivo en los próximos días, entrando en una dinámica de acción-reacción que es difícil aventurar cómo puede terminar.