Kuwait, el último bastión liberal del Golfo, se rompe: "No se usará la democracia para destruir el Estado"
El emir disolvió el Parlamento y suspendió varios artículos de la Constitución en un movimiento que podría suponer el desmantelamiento del sistema.
19 mayo, 2024 03:29“No permitiré que se explote la democracia para destruir el Estado”. Con estas duras palabras, el emir de Kuwait, Mishal Al Ahmed Al Sabah, disolvió el parlamento del país por segunda vez en el año el pasado viernes. Este movimiento ha avivado las preocupaciones sobre la posibilidad de que el líder kuwaití esté contemplando desmantelar el único sistema político semidemocrático entre las petromonarquías del Golfo.
La decisión del emir fue tomada tan sólo un mes después de que los kuwaitíes eligieran un nuevo Parlamento. Junto a la disolución, el emir también suspendió varios artículos de la Constitución, incluidos aquellos que establecen el plazo de dos meses para elegir un nuevo parlamento tras la disolución, así como los que requieren la aprobación parlamentaria para las leyes.
Según recogió la orden del emir del viernes, todos estos artículos estarán suspendidos por un período máximo de cuatro años, durante el cual se llevará a cabo un análisis exhaustivo de "todos los aspectos del proceso democrático". "El ambiente malsano que ha vivido Kuwait en los últimos años ha favorecido que la corrupción se extienda a la mayoría de las instalaciones del Estado y, por desgracia, ha llegado a las instituciones económicas y de seguridad", declaró el jeque Meshal, de 83 años. "Ha afectado incluso al sistema judicial, que es el santuario del pueblo de sus derechos y su libertad".
Tras adoptar estas medidas de emergencia, el domingo, el emir formó un nuevo gabinete encabezado por su sobrino, el jeque Ahmad Abdullah Al-Sabah, que fue nombrado primer ministro en abril. Emad al-Atiqi, Anwar Ali al-Mudhaf y Abdullah Ali al-Yahya fueron los únicos que conservaron sus puestos en el gabinete como ministros de Petróleo, Finanzas y Asuntos Exteriores, respectivamente.
A pesar de que el Parlamento de Kuwait ha sido disuelto con regularidad para dar paso a nuevas elecciones, la suspensión parlamentaria sólo ha ocurrido en dos ocasiones en la historia del país: en 1976 y 1986. En abril, Kuwait llevó a cabo elecciones nacionales por cuarta vez en los últimos cuatro años, en un intento por superar el prolongado estancamiento político que ha caracterizado su escenario interno.
Desde el inicio del siglo XXI, el pequeño país de 4,2 millones de habitantes ha experimentado una agitación política marcada por las tensiones entre el gobierno y la oposición. Las disputas políticas internas en Kuwait han sido exacerbadas por temas cruciales como la reforma del sistema de seguridad social, lo que ha generado tensiones significativas y ha dejado al país en un estado de parálisis.
Un país muy dependiente del petróleo
En la era post-Primavera Árabe, la agitación política se ha intensificado considerablemente en Kuwait, manifestándose a través de protestas callejeras y clamores por reformas políticas y sociales. La población kuwaití ha expresado una creciente inquietud ante la corrupción arraigada, la opacidad gubernamental y las restricciones a las libertades civiles. Además, a pesar de ser parte del próspero Golfo rico en hidrocarburos, Kuwait ha quedado rezagado en términos de desarrollo de infraestructura y diversificación económica en comparación con sus vecinos de la región.
A mediados de la década de 2010, según explican desde Britannica, Kuwait, al igual que otros países productores de petróleo, se vio obligado a hacer frente a una caída de los precios internacionales del crudo que había comenzado a finales del año 2014. Ante la caída de los ingresos petroleros y el consecuente aumento del déficit presupuestario, el gobierno kuwaití tuvo que recortar sus subsidios a la electricidad, el agua y el combustible, que habían sido los más altos del mundo. La medida fue ampliamente criticada por la oposición, que obtuvieron en las elecciones de 2016 casi la mitad de los escaños del Parlamento en una votación que fue considerada ampliamente como un reflejo del descontento de la población con el programa de austeridad del Gobierno.
En su discurso del viernes, el jeque Mishal, que llegó al poder en diciembre tras la muerte del anterior emir, lamentó que la riqueza nacional se hubiera "malgastado". "Los intereses del pueblo de Kuwait están por encima de todo y nos han sido confiados, y debemos mantenerlos y protegerlos", afirmó.
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Un sistema político casi democrático
El poder legislativo de Kuwait ejerce más influencia que los órganos similares de otras monarquías del Golfo. En el país rige una monarquía constitucional con un órgano legislativo. Desde su independencia del Reino Unido en 1961, Kuwait está gobernado por un emir de la familia Sabah. El emir gobierna a través de un Consejo de Ministros que él mismo nombra. El poder legislativo, por su parte, reside en la Asamblea Nacional (Majlis al-Ummah), cuyos 50 miembros son elegidos para mandatos de cuatro años.
Durante muchos años, el voto se limitó a hombres kuwaitíes nacidos en Kuwait que tuvieran al menos 21 años. Sin embargo, los militares, los policías y las mujeres no podían votar, por lo que el sufragio se restringía aproximadamente a uno de cada diez kuwaitíes. En 1999, el que entonces era el emir kuwaití, Yaber Al-Áhmad Al-Yáber Al Sabah, anunció que incorporaría a las mujeres al voto en futuras elecciones. En 2005, el sufragio femenino se hizo realidad y en 2009 fueron elegidas las primeras parlamentarias.
Con el nuevo paso del emir Mishal Al Ahmed Al Sabah, muchos temen que Kuwait podría haber empezado un proceso para parecerse más al resto de sistemas autocráticos de la región. “Se trata de un grave revés para la democracia en Oriente Medio. Esta suspensión del Parlamento amenaza con convertir a Kuwait en un país tan autoritario como las demás monarquías del Golfo”, lamentó Michael Herb, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Estatal de Georgia (EEUU), en declaraciones recogidas por el New York Times.