El líder de Hezbolá (dch), Hasan Nasrallá, junto con el líder de Hamás, Ismail Haniya.

El líder de Hezbolá (dch), Hasan Nasrallá, junto con el líder de Hamás, Ismail Haniya. Reuters

Oriente Próximo

Biden pide a Netanyahu aceptar el alto el fuego de Hamás y Hezbolá accede a suavizar sus posiciones

La intensa presión diplomática de EEUU y el visto bueno de Hamás y Hezbolá hacen que esta vez la tregua parezca más cerca que nunca.

6 julio, 2024 02:17

En la noche del jueves al viernes, el presidente estadounidense Joe Biden habló durante media hora por teléfono con el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, para repasar uno por uno los puntos de la contraoferta de Hamás para un alto el fuego en Gaza. Dicha contraoferta viene a ser la misma que presentó Biden hace más de un mes en televisión. En ella incluía los perfilados lingüísticos necesarios por parte de los negociadores de ambas partes para que pueda ser aceptable, tanto para la banda terrorista Hamás como para el gobierno de Israel.

El acuerdo que tan lejano ha parecido durante seis largos meses -el tiempo trascurrido desde el único alto el fuego en esta guerra- puede que esté muy cerca. Es difícil adelantar acontecimientos después del largo número de desencuentros que se han vivido en el pasado, pero las señales son ahora distintas. Por un lado, el hecho de que Hamás haya aceptado los términos es ya de por sí una novedad. Hasta ahora, Hamás solo había dado el sí a las propuestas que venían de Egipto o de Qatar y siempre después de pasarlas por su propio corrector.

Sin embargo, parece que los terroristas estarían dispuestos -al menos- a iniciar la primera fase de las tres que marca el acuerdo: alto el fuego inmediato e intercambio de un pequeño número de rehenes -mujeres y enfermos- por un número considerable de presos palestinos. Así se lo hicieron saber a los negociadores egipcios y qataríes el pasado miércoles y así lo ha confirmado hoy la milicia chií de Hezbolá, "hermana" de Hamás y dependiente también de Irán.

Vehículos israelíes circulan por la carretera el día de una redada israelí en el campamento de Jenin, en Cisjordania ocupada.

Vehículos israelíes circulan por la carretera el día de una redada israelí en el campamento de Jenin, en Cisjordania ocupada. Reuters

El jefe de la banda terrorista libanesa, Hasan Nasrallah, se reunió este viernes con miembros de la delegación de Hamás, dando el visto bueno a la propuesta. Recordemos que, hasta cierto punto, Hezbolá ha ligado su futuro al de Hamás: ha estado presionando con bombardeos y amenazas, poniendo la zona al borde de una guerra total, a la vez que prometía que todo acabaría en el momento en el que se alcanzara un acuerdo en Gaza. Puede que haya llegado la hora de cumplir esas promesas, algo que en Israel no terminan de ver claro del todo.

Un silencio significativo

En cualquier caso, el lenguaje de Hezbolá esta vez es distinto y sus discursos han cambiado como la noche y el día: si hace dos semanas, Nasrallah presumía de tener 100.000 hombres preparados para una guerra con Israel en la frontera del Líbano e insistía en que estaba rechazando voluntarios porque no le hacían falta, este viernes, un alto mando de la banda terrorista declaraba que "ampliar el conflicto con Israel es ahora mismo inviable". La diferencia en el tono es tan grande que cuesta no atribuirla a alguna orden de Teherán.

Hay que recordar que en los últimos días se ha venido filtrando el desencanto de los gazatíes con la estrategia de resistencia de Hamás. Mientras mueren miles de civiles y familias enteras tienen que huir de sus casas, los líderes políticos de Hamás siguen viviendo a cuerpo de rey en Doha y la cúpula militar se esconde en los túneles, lejos del alcance de los tanques y las bombas. Puede que Irán, en plena transición política tras la muerte de Ebrahim Raisi, también haya considerado que es el momento de evitar más tensiones internas.

Por su parte, Israel también está dando señales optimistas. Este jueves, al menos dos de los negociadores enviados por Netanyahu mostraban su confianza en alcanzar un acuerdo inminente, aunque maticen que "la última palabra la tiene el primer ministro". El ministro de economía, el ultraortodoxo Bezalel Smotrich, sugirió el jueves que no era momento de parar la guerra, sino de seguir hasta cumplir los objetivos, pero el hecho de que no haya habido más declaraciones en ese sentido tras la reunión del consejo de ministros de la tarde hace pensar que se quiere llevar esta cuestión con prudencia.

Un respiro necesario

No es casualidad que estemos terminando con esperanzas de un alto el fuego una semana que empezó con la exclusiva filtrada al New York Times en la que varios generales israelíes aseguraban de forma anónima que era necesaria una tregua cuanto antes. Entre los motivos citaban los problemas de munición y el miedo a que se abriera un segundo frente con Hezbolá. Es muy probable que la administración Biden estuviera detrás de la filtración, como ha estado detrás de todos los intentos de llegar a un acuerdo, incluso enzarzándose públicamente con Netanyahu, algo pocas veces visto en las relaciones entre ambos países.

Sea como fuere, lo cierto es que, ahora mismo, el alto el fuego es una solución ideal para todas las partes involucradas en el conflicto, que no son pocas. A Joe Biden le daría margen para arreglar el incendio que tiene montado en su propio partido, donde las voces que piden a Kamala Harris o a la gobernadora de Massachusets, Maura Healey, como sustitutas de Biden en el ticket electoral van cada día a más. A Irán, como decíamos, le permite una transición más tranquila en la presidencia del país, mientras sigue trabajando en su programa nuclear.

Tanques israelíes maniobran cerca de la frontera con Gaza.

Tanques israelíes maniobran cerca de la frontera con Gaza. Reuters

Egipto y Jordania respirarían tranquilos. El temor a que cientos de miles de refugiados huyeran a sus países ha estado presente desde el primer día. Para Qatar sería un triunfo diplomático de altura, reforzando su posición de negociador de referencia entre Occidente y el mundo árabe. Por último, para los dos bandos enfrentados también supondría un alivio de su propia situación interna: Hamás sabe que la prolongación del conflicto supone un daño tremendo a la reputación de Israel, pero también debe preocuparse de su propia reputación si sigue dejando que su pueblo muera a millares.

En cuanto a Israel, es verdad que renuncia de momento a la "victoria total", algo que, por otro lado, las FDI ya llevaban tiempo dando por imposible. A cambio, eso sí, ha diezmado a las tropas de Hamás, ha acabado con buena parte de sus estructuras y puede tener de vuelta a sus rehenes después de nueve meses de una cautividad terrible en Gaza. Es posible que Netanyahu pierda el apoyo o la confianza de la comunidad ultraortodoxa y los partidos que la representan, pero, si es inteligente, logrará vender como un triunfo lo poco o mucho que saque en las negociaciones. En su mano está el alto el fuego. El fin total de la guerra será otra historia mucho más compleja.