Una niña ondea una bandera frente a miembros de Hezbolá el día del funeral de tres miembros del grupo chií, el 21 de septiembre de 2024.

Una niña ondea una bandera frente a miembros de Hezbolá el día del funeral de tres miembros del grupo chií, el 21 de septiembre de 2024. Amr Abdallah Dalsh REUTERS Líbano

Oriente Próximo

Beirut, de luto en la semana negra de Hezbolá: "No somos mártires, pero Israel nos quiere muertos"

Los vecinos del Dahie, el distrito de la capital libanesa donde tiene su feudo el partido chií, afrontan el nuevo estadio de la guerra "sin miedo a la muerte".

22 septiembre, 2024 02:35
Beirut

El Dahie, baluarte de Hezblá en Beirut, no ha tenido un respiro esta semana. Los ataques israelíes del martes, el miércoles y el viernes golpearon calle sí y calle también del distrito de la capital libanesa, y sus vecinos aparcaron sus vidas para entregarse al ir y venir del hospital a los funerales. La procesión de féretros cubiertos de amarillo —color del partido chií— han marcado el ritmo el barrio las horas de calma. Las horas de pánico las llenaban los estruendos, los gritos entre escombros y las sirenas.

Tras la explosión de miles de 'buscas' y walkie-talkies, corrieron rumores de que cualquier dispositivo podría detonar. Pero muchos han dejado de resguardarse del peligro. "Necesitas saber qué ha pasado en el edificio que se ha derrumbado a dos manzanas de tu casa", dice Fátima. "Ya no le tengo miedo a morir. Sé que lo que me espera es mejor", dice la joven, candidata a doctora en neurociencia en la Universidad Americana de Beirut.

A las cinco de la tarde del sábado, mientras Hezbolá lanzaba a la vez 90 cohetes hacia el norte de Israel, Fátima acude al funeral de tres combatientes de su zona que Israel asesinó el día anterior.

Marcha fúnebre mártires Hezbolá

Los nombres de los hombres —Hasán, Ahmed y Abbás— son solo tres de la lista de 37 mártires que dejó Israel la tarde del viernes, según el Ministerio de Salud libanés. El ataque tenía por blancos a Ibrahim Aqil y Ahmed Wahbi, comandantes del partido-milicia. Además de ellos, el Ejército israelí asegura que murieron otros 14 miembros de Hezbolá. Sin embargo, la mayoría de los heridos de muerte fueron civiles, entre ellos tres niños y siete mujeres.

Junto a Fátima, muchos de los supervivientes de esta semana negra se amontonan la tarde del sábado en el cementerio militar. Delante de ella, una hueste de hombres se golpea el pecho con la mano en sincronía. Con la otra, algunos ondean banderas de Hezbolá o carteles que invocan a Huséin. Otros se abalanzan por tocar los féretros de los tres militantes caídos. Detrás del cortejo, un bloque femenino llena la calle de modestia y del negro de sus velos. Como ellos, ellas también corean: Labbaika ya Huséin. "A tu servicio", le cantan al tercer imán de los musulmanes chiíes.

"Israel es el enemigo"

Una descripción acompaña la semblanza de los tres combatientes fallecidos. "Mártires felices", reza la lona que preside el funeral. Una mujer que habla con un diario libanés desmiente que los atentados de la semana le hayan causado ninguna felicidad a nadie en su comunidad. "Es innegable que hemos sufrido. La gente dice que nos gusta el culto al martirio. Eso no es cierto. Es el enemigo —Israel— el que ha traspasado todos los límites", afirma.

Ali, un señor mayor del Dahie, regresa a casa tras enterrar a tres de sus vecinos. "No tengo ningún miedo. La vida es la vida y la muerte es la muerte, y sólo Dios decide qué nos toca. Israel nos quiere muertos, pero el destino no lo escriben ellos", asegura. El hombre reconoce que su país se prepara para una "historia más larga" tras los ataques de esta semana. "Parece que la cosa no se va a terminar aquí. Dios dirá qué es de nosotros", confía. También le tranquiliza que esta semana negra haya servido para unir fuerzas con sus compatriotas de otras creencias. "El 90% de los libaneses nos apoya", calcula entusiasmado.

De vuelta en los hospitales, un doctor cristiano narra los horrores de esta semana. "Muchos [de los sanitarios] no comulgamos [con los heridos], pero los casos que hemos admitido han sido espantosos. Ojos volados, hígados destrozados, caras magulladas…", describe. Los grandes hospitales de Beirut son jesuítas, americanos o grecoortodoxos. La mayoría de sus médicos son cristianos. "Pero nadie ha dudado en darlo todo por ellos", reconoce. T

ras una exitosa campaña de donación de sangre para las víctimas de los ataques, libaneses de todas las confesiones se han puesto de acuerdo en ofrecer sus órganos a los heridos: "Hay lista de espera para donar riñones, pulmones, ¡córneas!", cuenta el doctor entusiasmado.