Trabajadores de emergencias buscan supervivientes entre los escombros en Ain al-Hilweh, cerca de la ciudad de Sidon.

Trabajadores de emergencias buscan supervivientes entre los escombros en Ain al-Hilweh, cerca de la ciudad de Sidon. Reuters

Oriente Próximo

Líbano, entre el miedo y la negación: “Necesitamos esta guerra; o Israel o Hezbolá tienen que acabarse ya”

Los libaneses han recibido los ataques de este martes de Irán a Israel entre vítores, gritos de pánico y más bombas en Beirut.

2 octubre, 2024 04:03
Beirut (Líbano)

“¿Han invadido?”, pregunta Nour a su amiga. “Los israelíes dicen que sí, los nuestros que no. Ni Hezbolá ni el Ejército. Yo ya no me creo a nadie”, responde Mariam. Es martes por la mañana y la noche ha sido larga en el Líbano. Estas dos compañeras hacen scroll obsesivamente en sus móviles desde su balcón en el centro de Beirut. Buscan la respuesta a una pregunta de sí o no que, de primeras, tampoco resulta tan difícil: ¿están en guerra?

En las calles de la ciudad cada uno defiende su teoría, pero lo único cierto es que Israel anunció una invasión el lunes por la noche, que el Ejército libanés y la misión de la ONU se retiraron y que Hezbolá se quedó solo custodiando la frontera.

Samir, jubilado, trabajó diez años en Venezuela, y ahora su vida es una tertulia con sus amigos en las cafeterías del barrio de Hamra: “No lo quiero decir muy alto, pero para mí el mejor día en mucho tiempo fue el viernes pasado”. Habla del día en el que el Ejército israelí asesinó a Hasán Nasralá, líder del partido-milicia chií al que se enfrenta Israel. “Ese hombre nos estaba arrastrando al mismísimo infierno. Son como Maduro, como los Castro”, sentencia.

En el barrio de Bourj Hammoud, de mayoría armenia, un taxista augura que la guerra abierta que tanto se espera traiga una solución definitiva: “El Líbano necesita esta guerra. Tenemos que librarnos de uno de los dos”, dice, hablando de Hezbolá y de Israel. “Me da igual el que gane, me conformo con que haya un perdedor que se rinda y que o los judíos o los barbudos se den por vencidos de una vez por todas”, asesta.

Lo que no esperaba ni el taxista ni Samir el martes por la mañana es que, al cabo de unas horas, su país se convirtiera en la simple casilla de un tablero bélico regional. Al final de la tarde, cuando ya era de noche en esta esquina del Mediterráneo, cientos de proyectiles iraníes cayeron en distintas ciudades de Israel. A diferencia del episodio similar que se vivió el pasado mes de abril, el ataque de este martes pilló por sorpresa al país, que solo había sido advertido por Estados Unidos pocos momentos antes.

Desde una cafetería de un barrio musulmán, Bilal observa atónito la televisión mientras fuma de su cachimba. Al Jazeera enseña en directo las vistas panorámicas de cuatro ciudades israelíes golpeadas por los cohetes: Yafa, Ascalón, Netanya y Eilat. “Yo hasta ahora pensaba que esto iba a ser como 2006, pero con Irán en el juego todo pinta a que la guerra va a ser mucho peor”, dice, refiriéndose a la invasión israelí de 34 días que tuvo lugar hace 18 años. “Ahora los americanos ya tienen excusa para meterse”, pronostica este cocinero desempleado horas antes de que Joe Biden y Kamala Harris declararan su intención de ayudar militarmente a Israel ante la agresión iraní.

Muchos libaneses han sucumbido ya ante el miedo que no se habían atrevido a mostrar estos días. En el barrio cristiano de Achrafieh, Lina habla delante de un grafitti que reza: ‘Iran Out’. “Los bombardeos, dejar tu casa… No sé si voy a poder soportar eso otra vez”, cuenta esta señora de 59 años, que ya conoce bien la guerra. “Quiero la paz, la paz, ¡la paz!”, repite, con rabia. Le irrita que las potencias regionales estén usando su pequeño país –del tamaño de Navarra– para batallar por sus intereses.

En el barrio de Lina trabaja Nada, una refugiada siria que llegó en 2018 a Líbano huyendo de otra guerra. Anoche, cogió a sus cinco niños y emprendió el viaje de vuelta a su país. “Ellos quieren irse. Allí por lo menos los colegios están abiertos”, contaba mientras ultimaba los preparativos. Nada sabe que en Siria siguen corriendo peligro y no van a estar más seguros que en el Líbano, pero no está dispuesta a atravesar los tiempos difíciles que se avecinan ella sola. Si ha de vivir otra guerra, prefiere hacerlo reunida con la familia y no en Beirut.

Al mismo tiempo que Lina y Nada expresan su angustia, los vitoreos y las ráfagas ponen banda sonora a otros barrios de Beirut. La foto de la tarde ha sido la misma en partes de Irán, Gaza y Cisjordania, también. Son muchos los que celebran los ataques de Teherán a Israel de este martes como una inversión del curso de la guerra.

Aunque Netanyahu ha advertido a Irán de que “pagará por este grave error”, lo que no se sabe es quién más lo hará, además de los iraníes. Poco después de los ataques, Israel avisó de que responderá “con fuerza” en “todo Oriente Medio”. Más tarde, el portavoz del Ejército israelí en habla árabe anunció la respuesta de Tel Aviv tras los ataques de Irán: “Atacaremos donde queramos, cuando queramos y como queramos”. Esto solo sugiere que la agresión de esta tarde a Israel la pagarán también en el Líbano, Palestina, Siria y Yemen, cuatro países atacados por el Ejército de Netanyahu en lo que va de semana.

Por lo pronto, anoche Israel llevó a cabo otro ataque en Haret Reik, un barrio del Dahie, la periferia al sur de Beirut, donde se han centrado las operaciones del Estado sionista contra la capital libanesa. El Dahie es uno de los distritos más densamente poblados de todo el Líbano, y en él tiene su feudo y sus cuarteles generales Hezbolá. Allí también se ‘eliminó’ la noche del viernes pasado a Hasán Nasralá, el líder de este partido-milicia chií que ahora se enfrenta muy debilitado a la invasión de las Fuerzas de Defensa Israelíes.