Ruth Fine, catedrática de la Universidad Hebrea: Creo en la solución de los dos Estados, pero el 7-O la hizo retroceder

Ruth Fine, catedrática de la Universidad Hebrea: "Creo en la solución de los dos Estados, pero el 7-O la hizo retroceder" Sara Fernández

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Ruth Fine, catedrática de la Universidad Hebrea: "Creo en la solución de los dos Estados, pero el 7-O la hizo retroceder"

Jara Atienza Sara Fernández
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Es la primera vez que Ruth Fine (Buenos Aires, 1957) pisa Madrid desde los ataques terroristas de Hamás el 7 de octubre de 2023, desde el inicio de la guerra en Gaza. Está de paso. Presidenta de Honor de la Asociación Internacional de Hispanistas y  presidenta de la Asociación de Cervantistas, acaba de volver de Soria, donde el Rey Felipe VI ha presidido el acto de entrega del primer Premio de Hispanismo Internacional Duques de Soria. 

Miembro correspondiente de la Real Academia Española por Israel desde 2016, Fine ha sido profesora visitante en varias universidades de Europa, Estados Unidos y América Latina. Actualmente, es catedrática de la Universidad Hebrea en Jerusalén.

Durante toda su carrera, esta filóloga de voz dulce y expresión reflexiva ha peleado por tender puentes entre Israel, España y Latinoamérica. Toda una vida tratando de acercar las tres culturas que habita. Unos esfuerzos que le han merecido reconocimientos como el Premio Golda Meir o la Real Orden del Mérito Civil. 

"Para mí es muy doloroso que las universidades españolas hayan suspendido sus acuerdos de colaboración con las israelíes", lamenta. Se refiere a la decisión de la Conferencia de Rectores de Universidades Españolas (CRUE) de cortar lazos con ciertos campus israelíes tras respaldar las acampadas propalestinas la pasada primavera.

Para hablar con EL ESPAÑOL, Fine deja a medias una visita al Museo del Prado. "Siempre regreso cuando vengo", dice. Sin embargo, esta vez, reconoce, nada ha sido como siempre.

Dicen que las obras de arte nos interpelan de manera diferente en función del momento vital en el que nos encontramos. ¿Hay algún cuadro que haya revisitado con nuevos ojos?

Las pinturas negras de Goya. En Israel vivimos un periodo oscuro y de angustia. Desesperanzador en muchos sentidos. Por eso la emoción que he sentido al verlas ha sido distinta. 

¿Cómo ha cambiado la vida en la universidad en este último año?

Nosotros somos un microcosmos del macrocosmos; estamos muy afectados por lo que ocurre en el entorno. Muchos de nuestros estudiantes y profesores han sido reclutados. Algunos han muerto. Otros han resultado heridos o están desplazados de sus hogares. Varios fueron víctimas de la masacre del 7 de octubre. Uno de los cadáveres recientemente encontrados que había sobrevivido estos meses era de una estudiante de la Universidad Hebrea.

¿Cómo recuerda esos primeros días tras los ataques de Hamás?

Normalmente, las clases empiezan en octubre, pero se retrasaron hasta enero. En ese tiempo, todos estábamos muy activos, tratando de ayudar. Luego, nos prepararon para enfrentarnos a un clima muy distinto en las aulas, para tratar de apoyar a los estudiantes y estar listos para ciertas preguntas. 

¿Relacionadas con el conflicto?

Sí, tenemos un 17% de estudiantes árabes en la Universidad Hebrea. En nuestro departamento el porcentaje de alumnos, y me refiero a árabes israelíes y palestinos, es mayor. Sabíamos que podría haber conflictos. En mi caso no lo viví, pero sé que en otros departamentos, como en Relaciones Internacionales, hay discusiones. Los profesores debemos tener la inteligencia y delicadeza para estar abiertos a todas las posiciones.

Ruth Fine durante su entrevista con EL ESPAÑOL.

Ruth Fine durante su entrevista con EL ESPAÑOL. Sara Fernández

¿Cómo era la integración entre las diferentes comunidades -judíos, árabes, palestinos, drusos- antes de la guerra? ¿Había tensiones antes?

Había relativa armonía. En nuestro departamento nunca ha habido conflicto: cerca del 25% de nuestros estudiantes son musulmanes. Antes, las universidades israelí no estaban muy politizadas. Yo vengo de Argentina y la diferencia es abismal. Es verdad que antes del 7 de octubre el principal foco de atención estaba en la reforma constitucional. Y había un acuerdo casi absoluto en contra de ella. Incluso se llegaron a suspender clases para asistir a manifestaciones. Pero no había una tensión especial por el conflicto israelí-palestino. 

¿Y ahora? ¿Se ha politizado?

Un poco más, pero no entre palestinos e israelíes. Ha habido algunos incidentes. Sobre todo al principio. Y algunos han tenido mucho eco, pero hay cierta tendencia a la incomprensión. 

Se lo pregunto porque la profesora Nadera Shalhoub-Kevorkian fue suspendida de enseñar en la Universidad Hebrea de Jerusalén por sus comentarios contra la operación militar en Israel. 

Y creo que fue un error. Las autoridades de la universidad no fueron inteligentes al suspenderla de inmediato y dejarla sin opción a defenderse. Pero es verdad que estábamos en un momento de mucha, mucha sensibilidad. Las universidades son públicas, dependen del dinero público en un 70% y a veces tienen que ser muy cautas. Nosotros también tenemos un Gobierno de derechas y una coalición con aliados de extrema derecha. Creo que lo de la profesora fue un disparador poco inteligente, pero no ha habido muchos incidentes de ese tipo. Todo lo contrario. Somos un país y una universidad muy pluralista donde se aceptan todas las opiniones y se defiende la libre expresión. Claro está que defender la masacre es ya rebasar un límite. 

Habla de la libre expresión. ¿Se debate y se habla en la Universidad sobre la solución de los dos Estados o el número de muertos en Gaza?

Hay espacios para ello, como el periódico Haaretz. Pero hay que entender que estamos en medio de una guerra y que han pasado cosas atroces, de modo que este debate no puede estar lógicamente, humanamente, en el frente. La sociedad israelí es muy pluralista, pero es verdad que ahora hay menos voces. La mayoría están concentradas en la problemática política: gran parte de la población cree que este Gobierno es nocivo y que nos está conduciendo hacia terrenos muy peligrosos. ¿Hacia dónde vamos? ¿Qué es lo que está haciendo el Gobierno al respecto? Este es el debate prioritario. Recuerdo que le preguntaron a Yair Golan [presidente del partido de izquierdas Los Demócratas] sobre la solución de los dos Estados y dijo: "Por supuesto que estoy a favor, pero no es momento de hablar de eso, porque ahora hay que resolver lo urgente y luego lo importante". Respecto de la tragedia de Gaza, es cierto que nosotros recibimos menos información. Sin embargo, creo que en la prensa y en los medios españoles se pone extremadamente el énfasis en eso, como si el sufrimiento del otro lado no existiera. El desequilibrio está en ambas partes. 

"En Israel recibimos poca información sobre la tragedia en Gaza, pero en España se pone en el énfasis en extremo" 

¿Existe la autocensura?

Yo no me autocensuro y me he manifestado claramente en clase. Enseño literatura latinoamericana contemporánea, que está muy marcada por la muerte y por la tragedia. Y cuando preparé el programa, pensé que iba a ir mal porque los chicos necesitaban otra cosa. Pero no, para ellos fue una especie de catarsis. Al hablar de muerte, siempre menciono que estamos hablando de una tragedia de dos pueblos. Ahora bien, supongo que colegas que tienen una posición muy extrema de postsionismo se cuidarán de hablar.

¿Por miedo?

Por ponerse en el lado humano. Mira, sitúate en la Inglaterra de la Segunda Guerra Mundial. ¿Crees que la gente se manifestaría a favor del sufrimiento de los alemanes en medio de los bombardeos? Es muy fácil juzgar, pero hay que ponerse en el lado humano. Por ejemplo, yo creo totalmente en la solución de los dos Estados, pero soy consciente de que el 7 de octubre nos ha hecho ir años hacia atrás. Una parte de la población que era más o menos moderada ahora se pregunta: ¿con quién vamos a hacer la paz, con quien nos quiere aniquilar? No estoy de acuerdo con eso, pero es una reacción normal. 

Ruth Fine, catedrática de la Universidad Hebrea, durante su entrevista con El Español.

Ruth Fine, catedrática de la Universidad Hebrea, durante su entrevista con El Español. Sara Fernández

¿Se ha sentido aislada o criticada en el mundo académico tras el inicio de la guerra?

Bueno, todos nos hemos tenido que enfrentar a la incomprensión, a la crítica y a la cancelación. Para mí, es la primera vez que viajo tras el 7 de octubre. He estado en un congreso en Basilea y en otro en Nueva México. Y te confieso que mi temor mayor era aquí, en Madrid. Por suerte, en el ámbito en el que me he movido he visto mucha empatía por lo menos hasta ahora, pero sé de compañeros que se han sentido atacados, incómodos.

¿Por qué pensaba que iba a ser diferente en España? 

Porque en España hay información manipulada por los medios de comunicación. Yo seguía asiduamente el periódico El País, pero he dejado de leerlo por su actitud poco equilibrada. Además de eso, hay una situación política que conocemos en nuestro país y es que, para tener mayoría, las alianzas llevan hacia los extremos a gobiernos que podrían ser más equilibrados. Este es el caso de España: la coalición con la extrema izquierda, que tiene una postura muy antiisraelí, ha influido mucho en la actitud que ha tenido el Gobierno desde el comienzo. Y eso se ha irradiado a las universidades. Además, hay un gran desconocimiento. En España, de modo tradicional, la postura en la población siempre ha sido propalestina. Tal vez hay viejos estereotipos arraigados, ya que la presencia judía en España es relativamente reciente. Israel se asocia a todo lo judío y se mezcla todo...

¿De dónde considera que viene esa postura? 

En España a una parte del público le es más fácil la simplificación, no ver los grises. La situación de Israel es muy compleja y requiere mucho conocimiento y profundización. Sé que es difícil pedir eso a todo el mundo. Por eso es esencial apostar por la educación y las universidades como espacios de encuentro. Por eso me parece incomprensible la actitud del Consejo de Universidades español, que ha congelado los convenios o ha excluido a profesores israelíes de las investigaciones. Me parece una respuesta absurda que debilita la esperanza.

Sin embargo, hace unos meses vimos cómo en Estados Unidos y en varios países europeos también se producían manifestaciones y sentadas propalestinas en las universidades. 

Bueno, para mí fue una gran sorpresa. Y ahora, después de hablar con compañeros estadounidenses, entiendo que muchos de estos jóvenes no eran estudiantes, sino alborotadores. 

Pero no sólo… Muchos sólo exigían el fin de la guerra, el alto el fuego que también pide parte de la sociedad israelí. 

Creo que, en general, las protestas que fueron violentas son síntoma de la simplificación. Estamos en una era de la postverdad en la que todo se explica a través de paradigmas. Y esto lleva a un empobrecimiento del pensamiento crítico, de las humanidades. Debería ser un toque de atención para las universidades, también para las de la Ivy League. 

Hay quien dice que fueron fruto del antisemitismo. Pero usted misma ha dicho que hay quien mezcla lo israelí con todo lo judío...

El antisemitismo existe y hay oportunidades perfectas para que se recrudezca, como esta. Es algo muy doloroso y muy triste. 

A lo largo de su carrera usted ha trabajado para acercar la cultura española y la judía. Hoy, las relaciones entre Israel y España no están en su mejor momento. ¿Cree que es posible restablecerlas? 

Tengo confianza en todo lo que hemos construido. Algunos de mis colegas prefieren no venir a congresos en España, pero yo creo que hay que venir para explicar nuestra perspectiva. Aunque eso signifique enfrentar críticas constructivas de quienes quieren escuchar. Tengo esperanza en que la relación se puede restablecer. Pero llevará tiempo.