Abbas Araqchi, ministro de Exteriores de Irán, reunido ayer con el jeque Sabah Al-Khalid Al-Sabah de Kuwait.

Abbas Araqchi, ministro de Exteriores de Irán, reunido ayer con el jeque Sabah Al-Khalid Al-Sabah de Kuwait. WANA

Oriente Próximo

Los problemas de Biden para contener la escalada bélica en Oriente Medio arrastran a los países árabes hasta Irán

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La situación ha escalado fuera de control”, esas fueron las tranquilizadoras palabras de Amos Hochstein, el Enviado Especial para Oriente Próximo del presidente Biden a su llegada el lunes a Beirut. La crudeza de Hochstein choca con el optimismo repetido de su administración, pero parece reflejar exactamente lo que está sucediendo entre Hezbolá e Israel. En las últimas 24 horas, la banda terrorista chií ha atacado posiciones hebreas en el centro del país y en la capital, Tel-Aviv, mientras que las FDI han bombardeado las inmediaciones de un hospital a las afueras de Beirut, provocando una veintena de muertos.

A todo eso hay que sumarle el ataque con un dron a la residencia del primer ministro israelí Benjamin Netanyahu y la amenaza de Mohamed Afif, portavoz de Hezbolá, de tomar rehenes entre los israelíes a la manera que lo hizo Hamás el 7 de octubre. “Estuvimos cerca de lograrlo -afirmó Afif- pero es solo cuestión de tiempo”. Como se ve, la muerte de Sinwar, de momento, no solo no ha pacificado la región, sino que la ha sumido en un caos aún mayor en el que todo el mundo busca posicionarse a la espera de lo que pueda pasar.

El Secretario de Estado, Antony Blinken, se reunió este martes durante dos horas y media con Netanyahu para pedirle una vez más que aproveche la coyuntura para llegar a un acuerdo de paz tanto en Gaza como en Líbano. Ambas partes estuvieron de acuerdo en sus declaraciones posteriores en que la muerte de Sinwar debería facilitar el regreso de los rehenes y asentar una paz duradera en Gaza… pero discreparon en los métodos a utilizar. Según el gobierno de Netanyahu, la prioridad sigue siendo combatir a lo que queda de Hamás, a Hezbolá y a Irán. En ningún caso parece contemplarse una tregua.

Los aliados árabes se plantean un cambio de bando

Esta incapacidad de Estados Unidos para frenar el conflicto y, sobre todo, para contener a su máximo aliado en la zona, está provocando una oleada de dudas entre sus socios árabes, que temen verse involucrados en un conflicto abierto entre Israel e Irán. En su momento, el ayatola Ali Jamenéi ya amenazó a todo aquel estado que ayudara de alguna manera a Israel en su anunciado contraataque, una amenaza que en Arabia Saudí y los países del Golfo Pérsico se han tomado muy en serio.

Tanto que, según la cadena estadounidense CNN, están explorando la posibilidad de un acercamiento al régimen de Teherán. En el último mes, mandatarios de Arabia Saudí y de Irán se han reunido hasta en tres ocasiones, algo impensable hace apenas unos años, cuando el Príncipe Mohammed bin Salman calificó a Jamenéi como “el Hitler de Oriente Próximo”. El ministro de asuntos exteriores iraní, Abbas Araghchi, también se ha reunido estos días con los líderes jordanos, egipcios y cataríes, precisamente los encargados de mediar entre Israel y Hamás con el apoyo de EEUU.

No sólo Arabia Saudí. El ministro de Exteriores iraní viajó este lunes a Kuwait y Baréin y en las últimas semanas también se ha desplazado a Siria, Irak, Qatar, Omán -país tradicionalmente mediador en la región-, Jordania, Egipto y Turquía.

Desde la llamada “revolución islámica” de 1979, las relaciones entre Irán, país de tradición persa, y su gobierno chií con el resto de los países árabes vecinos de mayoría suní ha sido como mínimo complicada. Lo único que en realidad les une es el odio a Israel y a Estados Unidos… solo que, hasta ahora, Estados Unidos garantizaba la seguridad de sus socios y coartaba las veleidades imperialistas de los ayatolas. Si eso ya no va a ser así, piensan algunos, mejor será replantearse la relación con el enemigo.

Pezeshkian, con Putin en Kazan

Obviamente, el anunciado ataque israelí sobre Irán tiene mucho que ver en estos movimientos diplomáticos. El régimen de Teherán busca apoyos donde los pueda encontrar. Aunque todo indica que Israel no buscará dañar las infraestructuras nucleares ni las petrolíferas de los ayatolas -al menos, así se lo ha prometido a Estados Unidos-, la propia tardanza en la respuesta indica que no será un paripé como el de mediados de abril. Ante eso, Irán necesita aliados que le ayuden a defenderse y a iniciar una posible reacción a la reacción en una escalada sin fin.

Los está buscando entre sus vecinos y los está buscando también en Kazán, donde acude como invitado a la cumbre de los BRICS -Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica- junto a otros seis países afines a este movimiento económico y político.

Putin y Pezeshkian tienen programada una reunión para afirmar las relaciones bilaterales y analizar la situación en Oriente Próximo, como anunció hace dos semanas el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov. Hay que recordar la sospechosa presencia del primer ministro ruso, Mikhail Mishustin, en Teherán justo el día antes del ataque sobre Israel.

Aparte de afianzar los lazos con Moscú, el presidente Pezeshkian buscará algún tipo de acuerdo con China. El régimen de Xi Jinping ha iniciado este martes una serie de ejercicios militares con fuego real en las cercanías de la isla de Taiwán, en lo que supone una nueva escalada belicista en la zona. En su momento, Xi marcó 2025 como el año en el que empezaría la reunificación entre la China continental y la nacionalista. Quedan solo dos meses y todo el mundo se prepara para un año movido.