Naim Qassem asume el liderazgo tras la eliminación de Hasán Nasralá y sus sucesores.

Naim Qassem asume el liderazgo tras la eliminación de Hasán Nasralá y sus sucesores. Mohamed Azakir Reuters

Oriente Próximo LÍBANO

Hezbolá apuesta por Naim Qasem, fundador del grupo terrorista, para reorganizar los mandos y negociar con Israel

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Este martes, Hezbolá anunció el nombramiento de Naim Qasem como su nuevo líder, en sustitución del asesinado Hasan Nasralá. En un principio, la dirección de la banda terrorista se había inclinado por Hashem Safieddine, pero las FDI lo mataron la pasada semana, antes incluso de hacerse oficial la decisión. Como recibimiento, el ministro de defensa israelí, Yoav Gallant, publicó en sus redes sociales una fotografía de Qasem con el texto: “Nombramiento temporal: no por mucho tiempo”.

La amenaza no puede ser más explícita contra un hombre que no es precisamente un recién llegado. Naim Qasem es de la vieja guardia: se unió a la milicia como uno de sus fundadores durante la primera guerra del Líbano y ha ocupado el puesto de número dos durante más de treinta años, primero con Abbas Al-Musawi y posteriormente con Nasralá. En las últimas semanas, venía haciendo las veces de portavoz de la banda y tiene ante sí el inmenso trabajo de sobrevivir y de reorganizar Hezbolá de arriba abajo.

No es casual que la cúpula del grupo chií haya elegido a un hombre poco carismático, pero que se conoce la organización de memoria y que ha dirigido junto a Nasralá el brazo político en Beirut durante años. Más allá de los enfrentamientos terrestres que se están viviendo en el sur de Líbano, hay que recordar la serie de atentados israelíes del mes pasado que acabaron con buena parte de la dirección y los mandos intermedios de Hezbolá, atacando sus comunicadores y sus walkie-talkies.

Aunque la banda terrorista ha demostrado una inesperada capacidad de resistencia, plantando cara a Israel en su incursión terrestre y atacando incluso el otro lado de la frontera con sus misiles, perder a tanta gente requiere de una reorganización y una atribución de nuevas competencias. En principio, nadie mejor que Qasem para ello. De hecho, pese a las amenazas, si Israel piensa negociar en algún momento algún tipo de alto el fuego, puede que el nuevo líder no sea tan mal interlocutor. 

Otro Sinwar se hace con los mandos de Hamás

Peor, por ejemplo, están las cosas en Gaza, donde se rumorea que Mohamed Sinwar, hermano del líder asesinado de Hamás, ha tomado el control de la banda.

Teniendo en cuenta la dramática situación en la Franja y lo debilitado que está el grupo terrorista, no se puede hablar de un nombramiento oficial, sino, más bien, de una toma de poder por las bravas, algo que no resulta demasiado extraño: Mohamed Sinwar había trabajado junto a su hermano durante años y es el responsable de buena parte de la construcción de túneles subterráneos para proteger a los militantes y esconder armas y dinero.

La única buena noticia de un posible liderazgo de Sinwar es que, si hay alguien que puede saber dónde están los rehenes, ese es él. Después de más de un año y con el estado de destrucción que se ha vivido en Gaza, es muy complicado aventurar el paradero de los secuestrados el 7 de octubre y cuántos exactamente siguen con vida. La mala noticia es que, si su futuro depende de Sinwar, no se pueden esperar demasiados cambios respecto a la política maximalista de su hermano: o retirada de las tropas israelíes o nada de nada.

Eso hace que todos los planes de paz que se están presentando esta semana -Egipto propuso cuarenta y ocho horas de tregua este lunes, EEUU puso sobre la mesa un acuerdo de cuatro semanas este martes- tengan pocos visos de hacerse realidad. Si Hamás no cede en su exigencia de una retirada israelí e Israel no está dispuesto a que sus soldados abandonen la Franja hasta que no se produzca la destrucción absoluta de la banda terrorista, estamos en el mismo círculo vicioso que hemos vivido los últimos meses. Por mucho que se reúnan en El Cairo o en Doha, de cara a la galería, el acuerdo es imposible.

China y Rusia consolidan su alianza con Irán

La tensión tampoco parece rebajarse entre Israel e Irán, después del ataque del pasado sábado sobre Teherán y diversos objetivos militares por parte de las FDI. Aunque, en rigor, se tratara de la respuesta al bombardeo iraní del 1 de octubre y distara mucho de las apocalípticas amenazas de los primeros días, el régimen de los ayatolás insiste en que se reserva el derecho a contestar de nuevo de la forma y en el momento que ellos consideren oportuno. Herzi Halevi, jefe de las fuerzas armadas israelíes, utilizó un tono similar, advirtiendo de que, si Irán seguía con sus ataques, la respuesta esta vez sería muchísimo más contundente y no mostrarían contención alguna.

Estas reyertas del martes son la continuación del tensísimo pleno del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas del pasado lunes. En el mismo, el embajador de Irán y el de Israel se dedicaron a cruzarse reproches y amenazas. La reunión había sido convocada por China y Rusia, los aliados de Irán, y por Argelia, único miembro árabe presente ahora mismo en el Consejo. Tanto el embajador chino como el ruso coincidieron en condenar la actitud de Israel y su reciente ataque. Ninguno de los dos quiso comentar nada acerca de las acciones iraníes contra suelo hebreo.

Las relaciones entre los tres países, con el añadido externo de Corea del Norte, parecen haberse estrechado aún más después de la reunión del grupo BRICS la pasada semana en Kazán. De hecho, Irán ya forma parte de dicho grupo, lo que devuelve al régimen de Teherán a la normalidad internacional y coloca a Israel ante el brete de enfrentarse a un enemigo con tan poderosos aliados.