La ofensiva tectónica que cambiará para siempre el mapa de Siria y el tablero político y geoestratégico de Oriente Medio
- El analista Malik al-Abdeh afirma que el desenlace en Siria refleja un consenso entre EEUU, Turquía e Israel para eliminar a Al Asad y expulsar a Irán de la región.
- Más información: El jaque mate más rápido contra Bashar al Asad: qué supondría la caída del régimen sirio para Oriente Medio
Nadie lo vio venir. Después de trece años de una guerra civil durmiente y sangrienta, que ha dejado cientos de miles de muertos y la mayor oleada de refugiados en Europa desde la Segunda Guerra Mundial, el régimen de Bashar al Asad está más debilitado que nunca entre rumores cada vez más fuertes de que ha abandonado el país. Los insurgentes se han hecho durante la madrugada del domingo con el control de la capital, Damasco, marcando el final de una dinastía que dirige el país desde 1971.
En apenas una semana, la facción islamista Hayat Tahrir al-Sham (HTS), antigua rama del grupo terrorista yihadista Al-Qaeda, liderada por el autoproclamado ex yihadista Abu Mohammad al-Julani, ha tomado control de Alepo, Hama, Daraa, Homs y ya ha llegado a Damasco, dejando al descubierto la fragilidad del régimen.
"Declaramos la ciudad de Damasco libre del tirano Bashar Al Asad. A los desplazados en todo el mundo, una Siria libre os espera", ha declarado comunicado la comandancia de los rebeldes en una alocución difundida a través de la televisión estatal.
El mando del ejército sirio notificó el domingo a sus oficiales que el régimen de Al Asad había terminado, dijo a Reuters un oficial sirio que fue informado de la medida. A pesar de ello, las fuerzas armadas aseguraron más tarde que estaban combatiendo "grupos terroristas" en distintas ciudades del país.
Miles de personas en automóviles y a pie se congregaron en una plaza principal de Damasco saludando y cantando "Libertad" tras más de medio siglo de gobierno de la familia Al Asad, según se aprecia en imágenes difundidas por redes sociales.
Mientras los sirios expresaban su alegría, el primer ministro Mohammad Ghazi al-Jalali pidió la celebración de elecciones libres y dijo que estaba listo para apoyar la continuidad del gobierno y preparado para cooperar con cualquier liderazgo elegido por el pueblo sirio.
Estado fallido
“La caída del régimen de Al Asad tendría serias consecuencias para la estabilidad política en Siria y en el conjunto de Oriente Medio. Aunque muchos sirios no simpatizan con Al Asad, también existe una preocupación considerable sobre los diversos grupos que podrían asumir el poder posteriormente”, señala a EL ESPAÑOL Broderick McDonald, experto en Siria del King College London.
“El Estado sirio ya no existe. Ha sido erosionado, vaciado desde dentro, ya no hay estado, así que quienes temían el colapso del Estado en 2011, 2012 o 2013, hoy piensan que en realidad no hay nada de qué preocuparse porque el Estado ya no es funcional”, explica a EL ESPAÑOL el analista sirio-británico Malik al-Abdeh, editor de Syria in Transition. La economía siria depende del narcotráfico de captagon, y el suministro eléctrico en Damasco apenas alcanza las cinco horas diarias.
Las tropas del régimen han demostrado su estado de descomposición al no ofrecer apenas resistencia a la toma de las principales ciudades de Siria, al mismo tiempo que informaciones internacionales apuntan a que Bashar al Asad habría salido del país. También prueba el deterioro de sus aliados, Irán y Hezbolá, aplastados por Israel, y Rusia con todas sus fuerzas ocupadas en la invasión de Ucrania.
Además, a la crónica corrupción del régimen, la emigración masiva de capitales y de profesionales, se han añadido las sanciones internacionales establecidas con la Ley César de 2020, que han encarecido las transacciones, dificultado la adquisición de productos y desalentado a los inversores. Incluso posibles inversores de Emiratos Árabes Unidos que enviaron una delegación a Damasco para explorar inversiones fueron recibidos por los servicios de inteligencia y huyeron sin firmar contratos, explicaba el analista franco-sirio Jihad Yazigi en una entrevista con Le Monde.
Según Abdeh, Siria se ve ahora encaminada hacia una división en esferas de influencia: una zona sur que incluye Daraa, Quneitra, Suwayda, y parte de Damasco, bajo la influencia de Jordania, EEUU e Israel. La zona norte, dominada por Turquía y sus grupos proxies como HTS y el SNA. Y la zona este, bajo el control de las SDF kurdo-árabes, que podrían perder territorio cerca de la frontera con Turquía pero expandirse hacia el sureste. Además, la comunidad alauita podría armarse y retirarse a la región costera como estrategia de supervivencia.
Este analista lo describe como un “reparto del mapa” que ya está en marcha y lo compara con una “demolición controlada” por Estados Unidos, que actúa como el principal orquestador, coordinando las acciones para garantizar que el proceso de transición excluya a Irán y minimice la influencia de grupos extremistas como HTS en Damasco.
Además, apoya directamente a las SDF en el este. Turquía se posiciona como el actor dominante en el norte de Siria, utilizando proxies como HTS y el Ejército Nacional Sirio (SNA) para consolidar su influencia. Ankara desempeña un papel crucial en contener a Julani mientras promueve sus propios intereses territoriales y estratégicos. Israel, a través de constantes bombardeos contra posiciones iraníes y líneas de suministro de Hezbolá, contribuye a desmantelar la infraestructura que Irán utiliza para expandir su influencia en la región.
Transición política
Los principales actores internacionales implicados en este proceso prevén una transición política según la Resolución 2254, como anunció en Doha Serguéi Lavrov, ministro de Asuntos Exteriores ruso, y la creación de un órgano de gobierno transicional con miembros del régimen, la oposición y probablemente las SDF. Este órgano buscará establecer un ambiente seguro para redactar una nueva constitución y organizar elecciones libres.
El dilema del HTS es que aunque Mohamed al-Julani ha mostrado disposición a desmantelar la facción y reinventarse como un líder nacionalista, sigue siendo una figura designada como terrorista. Esto limita su capacidad de jugar un rol en la política futura de Siria.
Los poderes que manejan los hilos en esta transición son Turquía, que ha incubado el proyecto de HTS en Idlib y desplegado 30.000 tropas para evitar el colapso de la región. Ankara ha usado a Joulani como una herramienta efectiva para avanzar sus intereses geopolíticos, señala Abdeh. Y Estados Unidos e Israel, que han movilizado tropas y al FSA hacia Damasco para contener al HTS y evitar que asuma el control de la capital Rusia, ha optado por un papel pasivo, permitiendo que otros actores llenen el vacío. Por su parte, Irán ha perdido territorio clave frente a las SDF, debilitando su capacidad para influir en el conflicto.
McDonald cree que el desplome del régimen en Siria cambia por completo el mapa de Oriente Medio. La carga de conflictos adicionales ha reducido significativamente la capacidad de Rusia e Irán para influir en Siria, alterando el equilibrio de poder en la región. El futuro de Siria, añade, dependerá de coaliciones internacionales que puedan estabilizar el país, lo que requerirá una diplomacia hábil para evitar una mayor fragmentación.
Para Abdeh, el desenlace en Siria refleja un consenso entre EEUU, Turquía e Israel para eliminar a Al Asad y expulsar a Irán de la región. Es una “demolición controlada”, más que un cambio caótico, destacando cómo las grandes potencias han gestionado el resultado.
La rebelión “ha generado un renovado orgullo entre los sirios, incluidos aquellos que habían abandonado la revolución. Esto podría ser un factor clave en la reconstrucción social y el regreso de refugiados”. Añade el experto que Al Asad podría no abdicar formalmente, pero es evidente que su tiempo se ha agotado. "Si se retira, será parte de un acuerdo que garantice la seguridad de su familia y aliados, pero el colapso del régimen ya es un hecho", concluye.