Fotografía de Kinan al Nahhas, rebelde sirio-español.

Fotografía de Kinan al Nahhas, rebelde sirio-español. Archivo

Oriente Próximo

El rebelde español que lidera la transición en Homs: "No debemos caer en el error de Bosnia y romper Siria en etnias"

Estambul (Turquía)
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Kinan al Nahhas tiene una intensa actividad social desde hace dos semanas. Con la abatida de los rebeldes islamistas desde el norte hasta Homs, previa a la caída del régimen el 8 de diciembre, cuando llegaron a Damasco, Al Nahhas regresó a su ciudad para liderar una transición todavía embrionaria y delicada. No esconde que hace apenas un lustro, con su hermano Labib, formaba parte del consejo de Ahrar al Sham, “Los hombres libres de Siria”, un grupo islamista salafista que en 2015 era la principal fuerza en la oposición.

Estos días, y como vínculo entre el gobierno de Idlib y el nuevo gobernador, mantiene reuniones con todos los representantes de la ciudad: empresarios, comerciantes, profesores, líderes religiosos sunitas, alauitas y cristianos, grupos kurdos y las facciones armadas en la tercera ciudad más grande de Siria, de casi un millón de habitantes antes de la guerra.

A sus 47 años, este homsí nacido en Madrid pide que hagamos la entrevista en español para practicar la lengua. Estudió ingeniería electrónica y telecomunicaciones en la Universidad Politécnica de Madrid, y antes de la revolución cursó Estudios Islámicos. Aunque durante años ha sido evidente su ideología religiosa, Nahhas se distancia de los barbudos del norte.

“No hemos tenido buena relación con HTS durante mucho tiempo”, señala al referirse al grupo islamista Hayat Tahrir al Sham, liderado por Abu Mohamed al Julani, hoy también reconvertido tras su militancia en Al Qaeda y en el ISIS, y cuyo nombre original es Ahmed Hussein al Sharaa. “Pero en la última batalla, entramos todos juntos como revolucionarios sirios” sin afiliaciones, prosigue, en una entrevista exclusiva con EL ESPAÑOL.

Uno de los problemas que Nahhas y su grupo civil tuvieron con HTS en Idlib fue la interpretación de la ley islámica. “Nosotros creemos en seguir con el Corán y el Sunnah (la tradición del Profeta), pero esto significa construir una sociedad avanzada, libre y justa, donde nadie tome el poder sin la aprobación del pueblo”. Ahora, uno de los principales temores, es que el HTS imponga un estado islámico con una visión radical del islam, y que alguien como Julani establezca otro régimen parecido al de Asad, “solo que con barbas”. “La sociedad siria ha madurado lo suficiente para no aceptar otra dictadura”, subraya Al Nahhas.

Para muchos sirios y observadores internacionales, el cambio cosmético del HTS despierta grandes dudas y se teme que Julani, que sigue en la lista de terroristas internacionales, se haga con el poder. El antídoto, asegura el homsí, “está en fortalecer la sociedad civil y evitar que un solo grupo tenga supremacía en la nueva Siria”.

Históricamente conocida como Emesa, Homs era un importante centro industrial, con refinerías, textiles y joyería. Antes de 2011, era el reflejo de la mejor Siria: diversa, vibrante y en paz, donde musulmanes, cristianos y alauitas convivían entre mercados bulliciosos, mezquitas e iglesias en armonía. La guerra lo cambió todo. Homs se volvió un epicentro de destrucción: calles familiares se transformaron en horror y silencio.

“Ver cómo los lugares de nuestra infancia se convirtieron en zonas de muerte fue lo más difícil”, recuerda Kinan, quien resistió el asedio hasta 2014. Participó en las primeras protestas, fue encarcelado junto a su hermano Labib y cofundó el grupo Al Ansar para proteger la ciudad. Tras el asedio, se refugiaron en Idlib y se unieron a Ahrar al Sham. En 2019, Kinan dejó las armas para enfocarse en proyectos sociales y educativos. Nunca se entendió con Julani, pero considera que eso es agua pasada.

“Homs debe convertirse en un símbolo de la reconciliación. Esta ciudad fue el corazón de la revolución, pero ahora tiene que ser el corazón de la paz en Siria”, anuncia Kinan. Diversas fuentes consultadas dicen que Kinan es el nuevo “jefe” de facto en Homs. Con más humildad, él asegura que su labor es la mediación y la reconstrucción social en Homs, trabajando codo con codo con el nuevo gobernador, el veterinario Abdurrahman Ahmed, y coordinándose con Idlib.

Queda por delante una tarea hercúlea, Homs intenta renacer de las ruinas. Sus habitantes regresan para encontrar que el 30% de la ciudad, incluidas sus viviendas, está arrasada. El miedo aún persiste, las heridas siguen abiertas. Los barrios alauitas, la minoría chiíta a la que pertenecía el régimen, temen la venganza, y el resto de la ciudad no olvida los crímenes de guerra. La verdadera reconstrucción, asegura Al Nahhas, no es solo física, sino humana. “No podemos levantar edificios sin reconstruir la confianza entre las personas”.

Durante la conversación, el nuevo líder local nos avanza los principales rasgos de lo que puede ser Siria, si es capaz de llevar a cabo una transición pacífica, muy amenazada por los conflictos entre Turquía y los kurdos en el noreste, por el riesgo de los combatientes del ISIS y la venganza contra los alauitas. Un sistema de justicia inclusivo y representativo y justicia social “para evitar la venganza y construir un futuro”.

Y unir a las “tres Sirias”: los desplazados del norte, los refugiados fuera del país y la población que vivía bajo el régimen. Si alguna de las tres no participa, “vamos a tener muchos problemas”. La mitad de los 20 millones de sirios han sido desplazados por la guerra, y seis millones huyeron a los países vecinos y a occidente.

Como español, tiene en mente la transición española y el papel que España podría tener, compartiendo su experiencia en la reconciliación tras la dictadura y aportando ayuda humanitaria. Pero hay muchas diferencias, “porque entre el final de la guerra en el 39 y el cambio del 75 hubo mucho tiempo, por eso en España fue más fácil. Mientras que en Siria el régimen ha seguido cometiendo crímenes y matanzas en la población hasta el mismo día de su caída”. Para mantener el equilibrio en la nueva Siria, deben tener en sus filas gente del régimen de los Asad. “Gracias a Dios que España tuvo gente de Franco que rechazaron el golpe de Estado en el 81 y que querían una nueva España”.

El modelo a seguir, prosigue, es el de Sudáfrica, uno que garantice la rendición de cuentas y la cohesión social. “Sudáfrica nos enseña que es posible abordar los crímenes del pasado sin fracturar aún más a nuestra sociedad”, lo que hay que evitar es “el error de Bosnia, fragmentando la nación en líneas étnicas, eso no nos lo podemos permitir”.

En esta transición, la Unión Europea debe centrarse en la justicia y en una solución pacífica que ayude a la reconstrucción y al retorno de los refugiados, “es un derecho humano que debe garantizarse con seguridad y dignidad”. El pueblo de Siria huía de la guerra, de la represión y de la falta de futuro, “si no abordamos estas causas, ningún retorno será sostenible”.

En las negociaciones que se llevan a cabo en la arena internacional para esta transición hay un vacío enorme, se evita la palabra “democracia”. Según fuentes cercanas a los negociadores, es la condición para no alarmar a los países del Golfo y a Jordania. Se habla de justicia, inclusividad, representación de todos los grupos e incluso de elecciones. “Garantizar la estabilidad es lo más importante. En las sociedades musulmanas miramos a la democracia como concepto y mecanismo. Aceptamos gran parte del concepto, pero queremos que se respete lo que es ilícito en el Corán. Por ejemplo, si la gente vota en democracia para beber alcohol, eso va en contra de las normas culturales y religiosas” de la conservadora Homs, explica al Nahhas.

Es decir, la idea es mantener el sistema legal actual de Siria, que combina el derecho romano y francés con la Sharía islámica aplicada en cuestiones de derecho personal y familiar. Sin embargo, en esta transición, asegura el líder, no hay discusión sobre el papel de las mujeres, “no es un punto de disputa, incluso las familias más conservadoras entienden que es crucial para el futuro de nuestra sociedad”. Está fuera de discusión el derecho de las mujeres a la enseñanza y a vestirse y comportarse como quieran, asegura.

La ley Sharía “no debe ser un instrumento para dividir o imponer una visión extrema en Siria”. La gente de Homs es “religiosa y conservadora, pero busca justicia y convivencia, no un gobierno basado en interpretaciones rígidas de la ley musulmana”, prosigue el sirioespañol. La futura Siria debe ser inclusiva, donde la justicia se base en valores universales y no en sistemas legales impuestos por ideologías extremas.

Las nuevas generaciones son, para Kinan al Nahhas, la esperanza de una Siria renovada. Tras años de guerra y desplazamiento, muchos jóvenes han crecido en el extranjero, formándose en contextos diferentes y adquiriendo nuevas ideas y perspectivas. “Esta generación de jóvenes educados fuera, que habla inglés perfectamente y ve el mundo de otra forma, será la parte positiva de lo que ha dejado la guerra”, afirma al Nahhas con convicción.

Sin embargo, reconoce que su regreso no está exento de desafíos: la realidad en Siria es dura y las oportunidades limitadas, lo que ha llevado a algunos a sentirse perdidos. Aun así, insiste en que el país necesita aprovechar su talento y visión para reconstruir una sociedad más justa y avanzada. Con su regreso, Siria tiene la posibilidad de mirar al futuro con optimismo.