El CD ha muerto. ¡Larga vida al CD!
Los CDs salieron a la luz como una alternativa al vinilo para la música. Un medio físico en el que poder almacenar canciones, distribuirlas, o compartirlas. Pero el CD nos trajo muchas más cosas: series y películas, videojuegos e incluso programas se empezaron a distribuir de esa forma.
El CD también fue el precursor de formatos más modernos que heredaron el formato de disco. El DVD tomó el relevo y ahora tenemos el BluRay, formatos que mejoraron al CD y extendieron la popularidad de los discos. Pero Internet ha cambiado las reglas del juego, y la presencia de los tradicionales discos se acerca a su fin.
Los discos están en un declive absoluto…
Lejos quedan aquellos tiempos en los que cada casa tenía una colección de discos de música. Tiempos en los que todos teníamos por casa una tarrina de Verbatim, o incluso un maletín lleno de discos. La expansión de Internet ha hecho que las reglas del juego cambien.
Ya no compramos discos: compramos el MP3 en iTunes o Amazon, o lo escuchamos en streaming con Spotify y YouTube. Ya casi no compramos ni alquilamos películas físicas, se compran en versión digital o las vemos en Netflix. Y ya no vamos al Game a comprar los juegos, pillamos una key en Internet o lo compramos por Steam.
Todo eso ha hecho que los CDs estén cada vez menos entre nosotros. Gracias a Internet no los necesitamos. Casi ningún ordenador portátil lleva ya lector de discos. Los ordenadores de sobremesa también empiezan a prescindir del accesorio. Y, a menos que queramos enfrentarnos a algo muy antiguo, es improbable que no lo encontremos como descarga en Internet.
…pero tranquilos, estan muy lejos de desaparecer
Sin embargo, cantar la muerte del CD sería prematuro. Formatos como el BluRay han conseguido establecerse como sucesores en el mercado. El sector cinematográfico ya ha saltado a BluRay, y no parece que nadie vaya a desplazar el formato. Por mucho streaming y mucha descarga digital que tengamos, seguirá habiendo hueco para quienes completan su biblioteca a base de BluRays.
Y, además del caso de los cinéfilos, no todo el mundo tiene una conexión a Internet de fibra óptica. Pueblos y ciudades enteras de España (y del mundo) siguen dependiendo del tradicional ADSL. En todos esos casos los soportes físicos siguen siendo la única opción. Y funcionan, que es lo importante.
Por otra parte, sigue habiendo industrias que, aunque ya han dado el salto a lo digital, siguen estando sustentadas en el negocio físico. Los videojuegos de consolas son un ejemplo perfecto: la gente sigue comprando físico porque encuentran mejores precios. En los videojuegos de PC ha ocurrido lo contrario, las ofertas digitales han desplazado al formato físico.
Los datos digitales son el futuro, ¿pero son perfectos?
Y hablando de digital, está claro que no es el sitio perfecto. La nube puede parecer muy bonita, pero conlleva su propia serie de problemas. Empezando con que el contenido nunca termina de estar en nuestra mano. Si la empresa que nos da la música, serie o videojuego cierra, nos quedamos sin el contenido. Y si nos expulsa, más de lo mismo.
Este debate ha existido desde que surgió el modelo digital: la verdadera propiedad del contenido. Cuando usamos la descarga digital o el streaming, lo que hacemos es comprar una licencia de uso, no el contenido. Eso implica, en muchas ocasiones, que no podemos compartirlo, o cederlo a otras personas. Nos quita posibilidades como el mercado de segunda mano, por ejemplo.
Por otra parte, si es cierto que el modelo digital nos da muchas ventajas: inmediatez y sencillez de uso. Pero eso no debería hacernos perder de vista los puntos negativos. Y, quizás por defender nuestra libertad de elección, deberíamos defender que los discos sigan presentes.
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