Puede que después de la alegoría de la vida rural que hicieron ayer en Salvados quieras volverte al pueblo, pero ¿has pensado ya cómo vas a conectarte desde la sierra?
Uno se va de vacaciones al pueblo (o una casa rural) a desconectar de todo. Desde el trabajo y las preocupaciones hasta del propio internet. Sin embargo, si después de la alegoría de la vida rural que hicieron ayer en Salvados con su “En tierra de nadie” tienes pensado establecer tu residencia en el mundo rural quizás al menos quieras seguir conectado a internet. Que una cosa es dejarlo todo para cuidar vacas y otra muy distinta dejar de leer Omicrono y El Español.
La aventura de conectarse a internet en el mundo rural
Si eres de los que sale de la capital de forma regular seguramente te habrás dado cuenta de lo rápido que cae la calidad de la conexión según te alejas de la ciudad. Con algo de suerte el 4G sólo se resta un número y los puntos WiFi tienen conexión ADSL, aunque lo más seguro es que acabes subido encima de una piedra para poder hacer una llamada.
Hace siete años Europa se marcó el objetivo de ofrecer una conexión de banda ancha de 30 megas a todos sus ciudadanos en 2020 pero lo cierto es que España aún está muy lejos de alcanzar esa meta. Por un lado el 57,77% de los hogares españoles dispone de fibra óptica y el 79,08% del territorio tiene cobertura 4G pero casi todo ello se concentra en los grandes núcleos de población. De ahí que sólo el 64,98% dispongan de 100 megas o más y el 86,12% de 10 Mbps o más.
El gobierno está dando incentivos a las empresas que lleven la banda ancha o la fibra óptica a las zonas rurales pero, al igual que ocurrió con la expansión de la corriente eléctrica, los costes de la infraestructura siguen siendo elevados como para ser rentables en zonas rurales con núcleos pequeños, dispersos y con una población de edad avanzada.
Sin embargo, este nicho que apenas interesa a las tres grandes es un tesoro de gran potencial para empresas como Quantis, Excom o Eurona que se encargan de ofrecer alternativas de conexión en los entornos rurales más remotos y despoblados. No son las más rápidas, no son sencillas de implementar y, por supuesto, tampoco son las más baratas pero sirven para cerrar una brecha que separa a muchos pueblos del resto del mundo.
Todas las alternativas para conectarse a internet desde el pueblo
ADSL Rural
Movistar, como prestadora del servicio universal, está obligada por ley a ofrecer “unos servicios básicos de telecomunicaciones que se consideran esenciales para los ciudadanos como son el servicio telefónico y el acceso a Internet de banda ancha a 1 Mbps” por un precio asequible. Con un poco de suerte se puede llegar a tener una velocidad de hasta 3 megas, pero lo cierto es que hay mejores opciones.
4G (o más bien 3G) al rescate
Como he mencionado antes, el 79,08% del territorio tiene cobertura 4G lo que ha llevado a que compañías como Amena, Orange y Vodafone a lanzar soluciones inalámbricas que permiten instalar un punto de conexión a internet de alta velocidad en cualquier casa. Estos modems, que son una mezcla de teléfono móvil y router WiFi, permiten llegar a velocidades de hasta 150 mb. Al menos en teoría.
Y digo en teoría por que la cobertura en alguna zonas rurales deja mucho que desear. Además, como ocurre en tu teléfono hay un limite de datos y la conexión puede llegar a saturarse si hay una gran concentración de usuarios.
Conexión satélite
A diferencia del resto de opciones, las conexiones satélite llegan al 100% del territorio. Sólo hay que instalar una antena parabólica para disponer de una conexión más que aceptable de 20 megas, aunque su precio es bastante elevado y como ocurre con las líneas móviles los datos no son ilimitados.
Redes WiMAX
Las redes WiMAX son otra de las opciones para conectarse a internet desde el pueblo. Concebidas para dar una conexión inalámbrica a larga distancia (hasta 30 kilómetros), permiten que la red llegue a zonas remotas sin tener que asumir el coste de echar un cable. El único pero que tienen es que no puede existir ningún tipo de obstáculos entre emisor y receptor, por lo que si hay un monte o un edificio puede llegar a no funcionar. Aunque a cambio no importa si la casa está un núcleo urbano o no.
La fibra rural
Por último, aunque no por ello menos interesante, existe la opción de unirse a Guifi.net. Una red de telecomunicaciones abierta, libre y neutral en la que es el propio usuario el que colabora para extender la conexión. Un proyecto de economía colaborativa en el que grupos de vecinos se unen para sufragar parte de los gastos que supone llevar internet a las zonas más remotas y después las compañías que ofrecen el servicio a través de esta red pagan un canon de acceso. Un trabajo que les ha llevado a ser premiados en la categoría de modelos innovadores de financiación, negocio e inversión de los Premios Europeos de Banda Ancha concedidos por la Comisión Europea.
Foto de cabecera por: VCG/VCG via Getty Images. Segunda imagen por: Darren McCollester / Getty Images.
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