Ya hemos vivido (y sufrido) los efectos de la caída de Facebook y de sus servicios de forma masiva el pasado día 13 de marzo. En teoría los servicios de Facebook han vuelto a la normalidad, aunque en la tarde del día 14 se han sucedido diversos fallos que han afectado a su funcionamiento. Tal desastre se tiene que explicar de alguna forma.
Y así ha sido. Facebook ha salido al paso a explicar el por qué de este suceso y tiene una simple explicación: llevaron a cabo cambios en la configuración del servidor, lo que provocó todo el revuelo. La firma se ha disculpado y ha aseverado que todos sus servicios funcionan con normalidad.
Facebook se disculpa: un simple cambio provocó el parón
Mediante redes sociales Facebook se ha disculpado diciendo lo siguiente: “Ayer, como resultado de un cambio en la configuración del servidor, muchas personas tuvieron problemas para acceder a nuestras aplicaciones y servicios. Ahora hemos resuelto los problemas y nuestros sistemas se están recuperando. Lamentamos los inconvenientes y apreciamos la paciencia de todos”.
Lo cierto es que esta explicación se queda algo pequeña en comparación a las más de 14 horas que han perdurado los problemas en Facebook, Instagram y WhatsApp. No ha sido hasta las 5 de la tarde del día 14 que el problema parece haberse resuelto casi completamente, así que no hablamos de un asunto que atañe a “muchas personas teniendo problemas para acceder a nuestras aplicaciones”. No obstante, Facebook admitió el problema y desmintió las preocupaciones acerca de la posible existencia de un ataque DDoS.
Lo llamativo del asunto fue que en meses esta ha sido la segunda caída de Facebook de alto calado mediático. En noviembre un parón similar provocó que los 3 servicios quedaran inactivos por un momento. El problema, según explicó Facebook, fue una “prueba rutinaria”.
Por supuesto esto puede ser una explicación formal de algo más grande, pero debemos confiar en la palabra de Facebook. Después de todo, en el mundo hiper conectado en el que vivimos, un simple cambio puede hacer callar a una empresa durante horas. Y en el caso del mundo, callar al mundo durante unos pocos momentos.
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