Desde que el ruidoso, contaminante y a la vez majestuoso Concorde dejara de volar en 2003, el común de los mortales nos movemos en aviones subsónicos que no se acercan siquiera a acariciar la barrera del sonido. Y no será porque no se ha querido cambiar en estos últimos tiempos.
Desde hace años existen proyectos que pretenden rescatar al propio Concorde y nuevos conceptos como el del avión supersónico de Airbus para vuelos muy concurridos y con pasaje de alto poder adquisitivo. Pero las compañías ya miran más allá. El siguiente paso en el progreso tecnológico nos llevará directamente a volar a una velocidad superior a Mach 5, es decir, viajar a 5 veces la velocidad del sonido. Como mínimo.
Experimentar con los vuelos hipersónicos, como así se denominan, es lo que busca la compañía Stratolaunch. Fundada por Paul Allen, fundador de Microsoft junto a Bill Gates y fallecido en 2019, acaba de mostrar al mundo su renovada carta de presentación en forma de dos vehículos hipersónicos no tripulados y otro capaz de transportar pasajeros y mercancía.
Laboratorios hipersónicos
El primer vehículo hipersónico presentado es el Stratolaunch Talon-A. Un avión no tripulado que, según la compañía, será el elegido para realizar pruebas y experimentos más allá de Mach 5. Básicamente se trata de un laboratorio volante capacitado para recoger "datos aerotérmicos y de rendimiento fundamentales". Algo así como la primera aproximación de la compañía a este tipo de vuelos.
Promete además ser reutilizable y tener la capacidad de ser lanzado a través de la nave original de Stratolaunch (ver foto abajo) o bien empleando medios propios en la pista de un aeropuerto convencional. Los 8,5 metros de largo, los 3,4 de envergadura y los más de 2.700 kilogramos de aeronave serán capaces de realizar el vuelo hipersónico, recogerán los datos y aterrizarán en un aeropuerto de forma autónoma.
El Carrier Aircraft, como así llaman al avión lanzadera, será capaz de albergar hasta tres Talon-A en cada despegue para recoger más datos en cada viaje. En cuanto a aplicaciones reales y según W Jean Floyd, CEO de Stratolaunch, "nuestros bancos de pruebas hipersónicos servirán como catalizador para fomentar la tecnología hipersónica para nuestro gobierno [Estados Unidos], para el sector comercial y para usos académicos".
En la página web también podemos encontrar una aeronave denominada Talon-Z de la que no se sabe absolutamente nada. El único mensaje que acompaña a la foto nos informa de que está actualmente en desarrollo. El diseño es muy similar a su hermana Talon-A, lo que nos lleva a pensar que se trata de otro banco de pruebas hipersónico.
Stratolaunch no es la primera compañía en experimentar con aviones hipersónicos no tripulados. De hecho, esta tecnología se está convirtiendo en uno de los campos de desarrollo más importantes en la industria internacional del armamento con actores tan importantes como Boeing, Lockheed Martin o compañías nacionales chinas y rusas.
La compañía de Seattle espera tener la primera nave Talon-A lista para el año 2023. Estos tres años que restan, si todo sale bien, al primer lanzamiento, se harán muy largos pues la competencia tiene desarrollos muy avanzados y contratos multimillonarios con el gobierno estadounidense.
Pasajeros a la nave
También recién presentado y en polo opuesto tenemos a la nave Black Ice. Con un aire muy ochentero empleando estabilizadores verticales en 'V', Stratolaunch nos informa de que su próxima nave espacial reutilizable capaz de transportar mercancías y pasajeros.
La primera versión de la nave será diseñada para su empleo exclusivo en labores logísticas y de transporte de carga. Mientras que versiones posteriores serán adaptadas para transportar tripulación. Desconocemos si la Black Ice ofrecerá servicios a viajeros espaciales como lo hace actualmente Virgin Galactic. La compañía no ha ofrecido datos sobre cuándo podremos ver a la nave Black Ice realizando su primer vuelo.
Lo que sí tenemos claro es que necesita darse prisa. Por ejemplo, el gigante SpaceX tiene entre sus objetivos el desarrollo de una nave para transportar carga en vuelos suborbitales con la nave Starship. Algo así como un avión de mercancías capaz de volar más alto y tan rápido que sea capaz de cubrir la ruta entre Londres y Hong Kong en 34 minutos.