Los últimos avances en la decodificación de ondas cerebrales puede ser clave para comprender mejor cómo funciona nuestro cerebro, curar enfermedades como el Parkinson, o incluso dar el siguiente salto como seres humanos.
Personalidades como Elon Musk ya están invirtiendo en tecnologías que permitan usar el cerebro para comunicarse directamente con ordenadores, o con otras personas; el implante cerebral de Neuralink es un buen ejemplo, pero no es el único.
La posibilidad de 'leer la mente', directamente y sin necesidad de usar el habla u otros métodos de comunicación, también tiene aplicaciones militares.
Telepatía en soldados
Ese es uno de los objetivos de un nuevo estudio, liderado por la Universidad de California del Sur y financiado por el U.S. Army, el ejército de tierra de los Estados Unidos. El interés del mando militar por el funcionamiento del cerebro tiene fines claros: usar lo que se aprenda para desarrollar un método de comunicación telepática entre soldados.
En concreto, el estudio se centra en el desarrollo de algoritmos capaces de descifrar y separar las señales cerebrales que influencian el comportamiento y las acciones. En otras palabras, discernir qué ondas permiten ordenar una acción en nuestro cuerpo.
Las primeras pruebas ya se han realizado en monos, pero los investigadores creen que aún están dando los primeros pasos; el siguiente será encontrar una manera de comprender las señales enviadas y 'sintetizarlas', de manera que otro sujeto las pueda comprender.
Órdenes directas al cerebro
Los investigadores aclaran que la aplicación militar de sus descubrimientos aún está muy lejos, y que probablemente no lo veremos en décadas; pero el mero concepto de enviar órdenes a soldados usando, de manera efectiva, telepatía, es polémico.
En teoría, un sistema capaz de descifrar las señales adecuadas de un cerebro y transmitirlas a otro usando una interfaz hombre-máquina permitiría hacer cosas más propias de una película de ciencia ficción, como hablar sin necesidad de mover los labios. Las palabras y los conceptos pasarían directamente al cerebro de la otra persona, que los podría comprender perfectamente y sin necesidad de órdenes directas.
Los investigadores también ponen otros usos no militares, como poder hablar en el cine, sin molestar a nadie; la conversación iría a través de un ordenador, que en este caso sería un smartphone.
Sin embargo, también abre la puerta a la posibilidad de controlar a personas a distancia; que los soldados del futuro no sean más que marionetas, controladas desde un puesto de control central. Por el momento, eso sigue siendo ciencia ficción, pero