Del Satán II al Zircón: las armas nucleares e hipersónicas de Putin para responder a Kiev si ataca con misiles de EEUU
- Con el beneplácito de Biden para que Ucrania utilice los misiles ATACMS contra Rusia, desde el Kremlin apuntan a una "nueva fase de tensión" en la guerra.
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El último movimiento de Biden dando luz verde a Ucrania para emplear misiles de largo alcance en territorio ruso supone un salto importante en el panorama internacional. Desde Washington D.C. se escudan en el empleo de tropas norcoreanas en el frente para redoblar su apoyo a Zelenski, mientras en el Kremlin mantienen, de momento, un perfil bajo. El eje central de esta nueva situación está en los misiles ATACMS que EEUU dio a Ucrania y que, hasta ahora, no podían emplearse más allá de sus fronteras.
Este cambio en las capacidades militares, siempre y cuando se mantenga un suministro constante y amplio de municiones, puede traducirse en un incremento considerable en los ataques a infraestructuras críticas. Por ejemplo, a centrales o tendidos eléctricos; un tipo de ataque que Rusia ha realizado recientemente empleando 120 misiles y 90 drones.
"Es evidente que la Administración saliente en EEUU tiene la intención de continuar echando leña al fuego y seguir provocando una escalada de tensión en torno a este conflicto", ha señalado Dimitri Peskov, portavoz del Kremlin. Quien también apunta a que, si termina por confirmarse, significará "una nueva fase de tensión y una nueva situación respecto a la implicación de EEUU".
El pasado septiembre, Vladímir Putin ya advirtió a Occidente de las consecuencias que tendría dar permiso a Kiev para usar armas de lago alcance en ataques directos a territorio ruso. Y estas pasaban por el empleo de armamento nuclear.
"El presidente ya se ha pronunciado al respecto", dijo a RBC la portavoz de la Cancillería rusa, María Zajárova, haciendo referencia a esas mismas declaraciones vertidas hace un par de meses. El jefe del Kremlin comentó en aquella ocasión que, si Occidente accedía a autorizar ataques dentro de Rusia con sus misiles de largo alcance, la "esencia" y la "naturaleza" del conflicto en Ucrania cambiaría.
"Esto significará que los países de la OTAN, EEUU y los estados europeos, están combatiendo con Rusia", aseguró el propio Putin el 13 de septiembre. En febrero de este mismo año, cuando se cumplían 2 del inicio de la invasión, el máximo dirigente advirtió que el apoyo de Occidente "amenaza con un conflicto con armas nucleares y, por tanto, la destrucción de la civilización".
De hecho, esta amenaza con atacar empleando armamento radioactivo ha sido una de las características perpetuas del plan estratégico de Putin desde el principio. La práctica totalidad de las medidas tomadas por lo que llama "Occidente" han llevado emparejadas este aviso de escalada nuclear, aunque sin llegar a cristalizar en ningún momento.
Según los últimos informes y análisis sobre el arsenal nuclear, el Kremlin tendría alrededor de 5.900 cabezas nucleares en sus almacenes. De las cuales, unas 1.400 estarían retiradas o en proceso de desmantelamiento. Esto deja un saldo superior a 4.000 unidades que se encontrarían en plena forma para integrarse en la vasta panoplia de misiles, proyectiles y bombas desarrolladas al calor del programa radioactivo de Rusia.
Satán II
La agresiva retórica de Putin se apoya en el devastador efecto que pueden causar misiles como el denominado Satán II (o Sarmat), la gran estrella de los últimos programas armamentísticos de Rusia. En abril de 2022, con el incio de la invasión de Ucrania en plena ofensiva, las autoridades del Kremlin anunciaron el éxito de la primera prueba de este misil que recorrió 6.000 kilómetros en su lanzamiento desde el cosmódromo de Plesetsk, situado al noroeste del país y a unos 300 kilómetros de la costa del Mar Blanco.
Este misil balístico intercontinental pesado cuenta con potencial de acarrear ojivas nucleares y por el momento se encuentra en fase de ensayos para integrarse próximamente dentro del arsenal del país. Su incorporación "daría algo en lo que pensar a los enemigos de Moscú", según declaró el propio Putin a raíz del lanzamiento.
Se estima que el misil tiene una masa de 208 toneladas, una longitud de 35,5 metros y un diámetro de 3 metros. Algunos reportes mencionan un alcance prácticamente ilimitado superando los 18.000 kilómetros, según Army Recognition, a una velocidad de más de 20 veces la del sonido (25.000 kilómetros por hora) y un sistema de guiado inercial apoyado en GLONASS.
Si bien Rusia no ha proporcionado mucha información sobre el misil, se cree que podría ser capaz de incoporar hasta 16 ojivas nucleares y llevarlas a cualquier parte del mundo. Además, cada una de estas cabezas de guerra a bordo del Satán II tendrá su propio sistema de guiado, por lo que cada una de ellas se podrá dirigir a un objetivo distinto.
El pasado septiembre, la inteligencia de fuentes abiertas detectó un fracaso de lanzamiento de una unidad del Satán II, aunque las autoridades rusas nunca han llegado a afirmarlo. De forma oficial, lo último que se conoce sobre el misil proviene de un discurso de octubre de 2023, cuando Putin anunció el inminente comienzo de la fabricación en serie del arma.
"Lo único que nos queda es completar todos los procedimientos administrativos y burocráticos y el papeleo para que podamos pasar a la producción en serie y desplegarlo en modo de espera de combate", aseguró entonces. "Lo haremos pronto".
En esa misma intervención, el presidente ruso recalcó que el propósito principal del Satán II es desalentar una escalada nuclear y militar por parte de Estados Unidos. Poco tiempo después, Moscú decidió retirar su ratificación del Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares con el fin de reflejar exactamente la misma posición que EEUU tiene respecto al tema.
Misil hipersónico
El Tsirkon, también conocido como Zircón, se presentó al público en 2018 de la mano del propio Putin, junto a otros misiles hipersónicos como el Avangard. Se cree que lleva desarrollándose desde principios de los años 2000, aunque algunos reportes indican que comenzó en los años 90, y no fue hasta finales de 2021 cuando comenzó oficialmente su producción en serie.
Es capaz de volar a 11.000 kilómetros por hora (9 veces la velocidad del sonido) y alcanzar a sus objetivos a más de 1.000 kilómetros de distancia. En la presentación, Putin comentó la posibilidad de integrar el misil en los barcos compatibles con el misil de crucero Calibre y también la capacidad futura de lanzarse desde submarinos y desde tierra firme.
En el reciente ataque de Rusia contra infraestructuras eléctricas en Ucrania, este modelo concreto de misil ha sido avistado por las tropas de Zelenski. De hecho, se cree que el ritmo de fabricación del Zircón no está siendo tan ágil como se esperaba, pues desde el pasado 25 de marzo no había participado en una operación de ataque.
A diferencia del Satán II, que emplea un sistema de lanzamiento desde tierra firme, el Zircón también es compatible con su despliegue desde submarinos. El Servicio de Inteligencia de Noruega afirmó en 2023 que Rusia ha estado probando este tipo de arma a bordo de sus submarinos.
La propulsión del Zircón corre a cargo de un motor scramjet (estratorreactor) adaptado para la franja hipersónica, que comienza a partir de 5 veces la velocidad del sonido, y alimentado por combustible líquido. Este sistema le permite alcanzar una altitud de 28.000 metros y equipar una ojiva de entre 300 y 400 kilogramos.
Despliegue submarino
Con una fuerza naval de superficie escasa y envejecida, la rama más fuerte de Moscú se encuentra en el terreno submarino. Rusia es uno de los pocos países del mundo capaces de construir sumergibles nucleares que, a su vez, sirven como plataforma de lanzamiento para armamento radiactivo.
A 100 kilómetros al este de la frontera con Noruega y Finlandia, submarinos de las clases Delta y Borei, ambos con capacidad de lanzar misiles intercontinentales con ojivas nucleares, fueron los protagonistas de una nueva demostración de fuerza.
Los submarinos de la clase Delta IV pueden llevar hasta 16 misiles nucleares Sineva. Es un proyectil propulsado por combustible líquido capaz de acarrear, a su vez, 4 o 10 vehículos de reentrada —con carga nuclear— que pueden dirigirse independientemente a diferentes objetivos.
Con un peso de 40 toneladas, una longitud de 14,8 metros y un diámetro de 1,9 metros, este tipo de misil está preparado para acarrear carga termonuclear con un alcance estimado de 8.300 kilómetros.
Por su parte, los submarinos de la clase Borei pueden acarrear entre 16 y 20 misiles Bulava, una de las joyas de la corona del ejército naval ruso. Desarrollados por el Instituto de Tecnología Térmica de Moscú, fueron especialmente concebidos para su uso en los Borei como el arma nuclear de las primeras décadas del siglo XXI.
Tiene 12,1 metros de longitud por 2 de diámetro y una masa de 36,8 toneladas en las que se incluyen 6 vehículos de reentrada —cada uno cargado con una ojiva nuclear— que pueden dirigirse a diferentes objetivos a más de 8.000 kilómetros.
Poseidón, Arma del Apocalipsis
"Poseidón es una categoría de arma completamente nueva. Reformará la planificación naval tanto en Rusia como en Occidente, lo que dará lugar a nuevos requisitos y nuevas armas de combate", señaló en su día la publicación Naval News. "Un arma que no puede ser anulada con defensas antimisiles".
En enero de 2023, la también conocida como Arma del Apocalipsis completó varias pruebas, según recogía la agencia estatal TASS. Aunque la opacidad con la que suele operar Rusia impide saber si ha entrado en servicio o no, lo que sí se sabe es que es un dron submarino —convertible a torpedo— que dispone de una autonomía de 10.000 km gracias a un sistema de propulsión nuclear.
A falta de datos oficiales, las estimaciones colocan al Poseidón con 24 metros de eslora por 2 de diámetro. De confirmarse, se alzaría con el primer puesto de los torpedos más largos jamás fabricados, 30 veces mayor que un torpedo pesado de tamaño estándar. En total, el Belgorod sería capaz de acarrear 6 torpedos nucleares Poseidón, cada uno de 100 toneladas de peso, en una cámara situada en la proa.
Los primeros reportes de medios estatales rusos indicaban que el torpedo incorporaba una "bomba de tsunami" de 100 megatones, compuesta por una o varias ojivas nucleares. Estimaciones más recientes apuntan a 2 megatones. En cualquier caso, potencia suficiente como para generar una catástrofe sin precedentes en ciudades costeras de EEUU como Los Ángeles o Nueva York.