La Universidad de Michigan ha creado el nuevo ordenador más pequeño del mundo, todo un logro que ha sido motivado por la competitividad pura y dura.

Siempre que en Omicrono hablamos de algún nuevo avance tecnológico, la motivación suele estar muy clara; o bien es ganar mucho dinero, o mejorar el mundo, o ambas cosas. La mayoría intenta pretender que su caso es más de lo segundo que de lo primero; pero el caso es que realmente no hay muchos más motivos por los que invertir tiempo y dinero en el sector tecnológico.

Existe tal vez una excepción, una motivación que ha dado lugar a algunos de los mayores avances de la historia: la revancha. Que alguien te supere en lo que mejor sabes hacer ha resultado ser el mejor ingrediente para la innovación.

Así lo han demostrado los ingenieros de la Universidad de Michigan, que desde 2015 tenían el honor de ser los creadores del ordenador más pequeño del mundo; el Micro Mote, un sistema de apenas 2x2x4mm, permaneció imbatible durante más tiempo del que creíamos.

El nuevo ordenador más pequeño del mundo se creó en “revancha”

Así fue hasta que a principios de 2018, IBM anunció a bombo y platillo su gran avance: un ordenador del tamaño de un grano de sal. Con 1 mm de lado, este ordenador ocupó titulares y demostró la capacidad de IBM de seguir innovando; claro, que eso no sentó muy bien en Michigan donde, y según sus propias palabras, arquearon las cejas. Habían sido desafiados.

Apenas unos meses después, la Universidad ha vuelto a reclamar lo que es suyo, con la presentación del nuevo ordenador más pequeño del mundo. Mide apenas 0,3 mm de lado, por lo que cualquier cosa que pongas a su lado parece gigantesca; como las fotografías oficiales, en las que sale junto a un grano de arroz.

El Micro Mote tiene una décima parte del tamaño del micro-ordenador de IBM; y los desafíos a los que se han enfrentado los ingenieros han sido numerosos, como los relacionados con la energía. Cuando trabajas a esta escala, la luz que emite el LED puede provocar cambios desastrosos en la corriente de los diminutos circuitos. Por eso, sus creadores aseguran que han tenido que cambiar la manera en la que diseñaban circuitos eléctricos, para soportar la luz que el propio ordenador emitía.

Un ordenador tan pequeño no consume demasiado; pero eso a su vez es un problema, porque la precisión de los cálculos puede verse afectada por el ruido de las señales eléctricas del circuito.

¿Qué es un ordenador? ¿Dónde están los límites?

Aunque es cierto que este desarrollo fue motivado por la creación de IBM, en este caso hay algo más que ganas de gritar “chúpate esa”.

Y es que lo que de verdad intrigó al equipo de Michigan fue que el sistema de IBM bordeaba la definición de “ordenador”; y se preguntaba si era el momento de redefinir lo que constituye un ordenador, sobre todo cuando hablamos de sistemas tan pequeños.

El gran problema reside en el almacenamiento de datos. Cuando el Micro Mote se apagaba y se volvía a encender, el sistema se iniciaba de nuevo y podía volver a ejecutar cálculos; en cambio, el nuevo Micro Mote y el ordenador de IBM pierden todos los datos y la programación del sistema en cuanto pierden energía.

Es decir, que una vez que se apagan no sirven para absolutamente nada, aunque reciban energía habrán perdido la programación registrada inicialmente.

Cabe preguntarse si eso es un ordenador, y por eso el equipo de Michigan estaba tan interesado en crear este modelo; para iniciar un debate de cara al futuro, cuando las nuevas tecnologías permitirán reducir incluso más el tamaño de los “ordenadores”.

Pero eso no significa que el Mote no tenga utilidad. Pese a sus limitaciones, tiene muchas aplicaciones, sobre todo en el campo de la medicina, la monitorización de pacientes y de procesos bioquímicos.