Con motivo de la celebración de los Game Awards 2019, Microsoft ha decidido presentar sus cartas con la nueva Xbox Series X, su próxima consola. Tenemos que decir adiós por lo tanto a Project Scarlett; la Series X es el producto final que implementará lo que Microsoft aprendió con aquel prototipo.
Aparentemente, lo que ha aprendido es que tiene que dejarse de complicaciones y vender un ordenador; y eso puede afectar no solo a las consolas, sino también a los ordenadores tal y como los conocemos.
Las Xbox siempre han recorrido la fina línea entre consola y PC; empezando por el primer modelo, que prácticamente era un ordenador con un procesador Pentium y una gráfica Nvidia, en una carcasa especial. Con la Series X, la influencia de los ordenadores se nota mucho más que en la Xbox 360 y la Xbox One.
La nueva Xbox Series X es oficial
Para empezar, lo más evidente: el diseño. La Xbox Series X parece una torre de ordenador; a simple vista no se diferencia mucho de algunos modelos de cajas ITX o micro-ATX del mercado. Por supuesto, es un diseño personalizado y adaptado al hardware interno, con un ventilador superior que expulsa el aire caliente de los componentes; pero no es nada que no hayamos visto ya.
Hay que aclarar que, si queremos, también podremos poner la consola en horizontal; es sólo que Microsoft ha elegido el modo vertical para la presentación, dejando claro sus intenciones.
Pero la Series X no es un ordenador sólo en el aspecto; también incluye tecnologías que llevamos un tiempo disfrutando en nuestros sistemas, como un SSD con el que Microsoft pretende eliminar los tiempos de carga.
No se ha hablado mucho del hardware, pero sabemos que el procesador de la Series X estará basado en la plataforma Zen 2 de AMD, igual que los Ryzen 3000 lanzados este mismo año. La gráfica se basará en la plataforma RDNA, igual que la Radeon RX 5700 XT lanzada hace pocos meses. En otras palabras, hardware de ordenador, con el que se espera ofrecer resolución 4K a 60 frames por segundo, con la posibilidad de alcanzar los 120 fps. Potencia que será aprovechada por juegos como Hellblade II.
Pero esto no solo significa que las consolas de nueva generación serán ordenadores; también que los propios ordenadores serán influenciados por estas. El objetivo de Microsoft es que, da igual el hardware que usemos, la experiencia sea la misma al estar basada en la misma plataforma; algo que ya adelantó con la Xbox One pero que realmente explotará con la Series X.
El nuevo mando de control, por supuesto, será compatible también con Windows 10; aunque parece idéntico al actual, el tamaño y la forma se han ajustado y tiene un nuevo botón para compartir capturas de imágenes y vídeos directamente.
Pero tal vez la característica de los ordenadores que más agradecerán los jugadores de la Series X es la retrocompatibilidad. Con la Series X podremos jugar a títulos de todas las consolas anteriores de Microsoft.
La Xbox Series X representa algo más que una nueva consola. Es la confirmación de que los pasos dados esta generación no eran casualidad, y que el sector va camino de unir todos nuestros dispositivos, sin importar si son consolas, ordenadores, o smartphones. La importancia de xCloud, Stadia y otros servicios de streaming crecerá en los próximos años, y aunque la Series X aún mantiene un lector de discos, es muy probable que haya versión "sólo digital".