Tu móvil, tu ordenador, tu reloj, tu altavoz inteligente, e incluso posiblemente tu coche, usan baterías de ion de litio; hasta que se desarrolle una alternativa más fiable y eficiente, la industria no tiene más remedio que seguir apostando por una tecnología con muchos años encima.
Pero todos esos problemas son secundarios: el que realmente puede poner en jaque a toda la industria es la propia producción de esas baterías; y concretamente, los materiales necesarios, raros y cada vez más caros.
Como por ejemplo, el cobalto. Este metal es vital en la fabricación de las baterías de ion de litio, y su creciente demanda ha motivado a los gigantes tecnológicos a hacerse con la mayor cantidad posible de estos materiales, previendo una futura escasez.
La explotación infantil detrás de las baterías que usas
Ahora, una demanda conjunta de 14 familias de la República Democrática del Congo puede poner en evidencia los pasos extremos a los que habrían llegado estos gigantes para asegurarse el suministro de cobalto.
El 60% del cobalto producido anualmente proviene del Congo; y según Amnistía Internacional, aproximadamente el 20% ha sido minado por menores de edad. Ahora familiares de niños fallecidos o seriamente heridos en accidentes en las minas han podido presentar una demanda en el distrito de Washington, EEUU, con la ayuda de la ONG, International Rights Advocates.
Los abogados de la organización afirman que la demanda es el resultado de varios años de investigación sobre las condiciones en las minas de cobalto en el Congo, especialmente en el uso de niños para las tareas más peligrosas.
Cinco de las compañías tecnológicas más importantes del planeta son las demandadas: Apple, Tesla, Alphabet (la casa madre de Google), Microsoft y Dell. Son acusadas de formar parte de un sistema de trabajos forzados, con el objetivo de acelerar la producción de cobalto para las baterías usadas en dispositivos vendidos por esas compañías. Los niños habrían sido pagados apenas 1,50 dólares por día, trabajando seis días a la semana.
Como resultado de estas prácticas, seis de los 14 niños habrían fallecido al colapsar los túneles usados en las minas; el resto habrían sufrido amputaciones, heridas graves e incluso se habrían quedado parapléjicos.
Estas revelaciones no son precisamente una sorpresa, ni para empresas ni organizaciones internacionales; algunas compañías se comprometieron a usar materias primas obtenidas legalmente, pero el laxo control sobre las minas continúa y siguen siendo la única alternativa para la supervivencia para muchas familias.
Esta demanda pone el foco sobre las grandes beneficiarias de estas prácticas, si bien no está claro que realmente sean las culpables. Apple afirma, por ejemplo, que realiza auditorías independientes sobre sus proveedores, y que no hace negocios con aquellos que no cumplen sus estándares.
Dell por su parte afirma que nunca contrató operaciones "a sabiendas" de que iban a usar trabajadores menores de edad y prácticas fradulentas. Google ha realizado declaraciones similares, afirmando que su "código de conducta" explícitamente prohíbe el trabajo infantil. Otras acusadas como Tesla no han respondido aún a la demanda.