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La prensa sufre las consecuencias de hacer su trabajo en el caso Snowden

20 agosto, 2013 12:02

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Aunque el presidente de los EEUU, Barack Obama, asegure que las filtraciones de datos sobre el espionaje de la NSA carecen de importancia, está claro que las acciones del país y sus aliados reflejan lo contrario. El propio Snowden ha sufrido una auténtica cacería que ha acabado con su asilo temporal en Rusia, y ahora parece que son los “complices” los que van a sufrir las consecuencias, mas concretamente el periodista Glenn Greenwald y el periódico para el que trabaja, The Guardian.

Esta campaña de acoso empezó cuando el novio del periodista que escribió los artículos que contenían las filtraciones fue retenido durante nueve horas en el aeropuerto de Heathrow en el Reino Unido cuando volvía de Brasil. Aunque finalmente fue puesto en libertad, sus dispositivos electrónicos fueron requisados. La policía pudo hacer esto gracias a una ley contra el terrorismo que le permite retener durante esa cantidad de tiempo a cualquier persona sin necesidad de efectuar una detención ni de tener pruebas. Aunque originalmente esta ley fue instaurada para darle tiempo a las fuerzas de seguridad a obtener información y pruebas del retenido, está claro que en esta ocasión la policía no tenía ninguna intención de detenerle porque sabía que no podía hacerlo, pero le retuvo la cantidad máxima de tiempo de todas maneras.

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Poco después, fue el propio periódico The Guardian, donde se publicaron originalmente las filtraciones, el que sufrió una visita de la agencia de inteligencia británica GCHQ, en la que reclamaban toda la información que pudiesen tener sobre Snowden. Acto seguido, destruyeron los discos duros del periódico.

“Ya os habéis divertido. Ahora queremos nuestras cosas de vuelta”

Poco importaba que hubiese copias de ese contenido dispuestas por toda la red. Poco importaba que el novio de Greenwald no supiese nada de su trabajo. Porque en ambos casos, las fuerzas del estado no estaban ahí para conseguir o destruir información delicada. Estaban ahí para meter miedo. Para mandar un mensaje al resto de periodistas y diarios. Una táctica mas propia de la mafia que de un órgano gubernamental, pero así es el mundo actual.

Fuente | The Guardian