¿Aceptarías una tele gratis a cambio de publicidad?
O un móvil, tablet y, por qué no, un coche. Cualquier dispositivo, aparato o cosa capaz de bombardearte con publicidad podría ser objetivo de una campaña así. El sector publicitario ha ido evolucionando a lo largo del tiempo de una forma impresionante, siendo bastante odiado pero a la vez la forma que permite a medios y servicios sobrevivir para poder ofrecer su producto de forma gratis.
Es un tercero que no da la cara y a la vez está presente en todo momento. Por mucho que la podamos llegar a odiar, la publicidad es un medio que permite acceder a cosas que siempre han sido de pago de forma gratuita, o gracias a la cual nunca tendremos que llegar a pagar.
Pondré el ejemplo más básico y conocido por todos que existe, la prensa escrita. Hasta hace unos años era inconcebible un periódico gratis, y de hecho el precio que cobraban (y muchos siguen cobrando) es simbólico, ya que su coste de producción es mucho mayor. Pagar a redactores, editores, personal, papel, imprentas… eso no es gratis, y vendiendo la unidad a 1€ es imposible sacarle rentabilidad. Es gracias a la publicidad que la prensa escrita puede sobrevivir, y los que venden sus periódicos a un precio simbólico sólo lo hacen para que no se “cojan por coger“.
A cambio de tener anuncios intercalados entre las noticias, páginas a todo color con ofertas de viajes al Caribe o cualquier otro tipo de publicidad, aceptamos un periódico gratis o por un precio bajísimo. No nos importa que esa publicidad este ahí, incluso nos creemos inmunes a ella.
Por supuesto el de la prensa escrita no es el único ejemplo, y sin ir más lejos, el de la prensa online como periódicos y blogs funciona igual (bueno, ojalá igual), pero también lo hace así el de la televisión, ya que no se paga una cadena y sus programas de la nada.
Un modelo evolucionado de todo esto lo introdujo Spotify, en lo que para mi es una de las mejores ideas en el mundo de la tecnología y la publicidad de los últimos tiempos. Durante un tiempo Spotify ofreció toda su música con el único límite de tener la reproducción a 128kbps a cambio de escuchar anuncios de vez en cuando. Ahora ha cambiado, y tenemos un nuevo límite de 10 horas al mes y un máximo de reproducción de 5 veces por canción, lo cual es bastante lógico.
Pero lo importante aquí es que Spotify ofrece todo su catálogo musical gratis, y lo único que te pide a cambio es que escuches algún anuncio de vez en cuando. Esto es un cambio bastante grande, ya que ofrecer algo así de importante a cambio de publicidad es una auténtica pasada, y lleva un nuevo concepto al mundo del entretenimiento, donde uno no tiene que gastar una cuota mensual a cambio de un buen servicio, sino que la publicidad es capaz de pagarlo por ti.
No me quiero enrollar aquí demasiado, pero la publicidad para que funcione tiene que estar muy bien hecha. Con que funcione no me refiero sólo a que venda, sino a que esté adaptada, que no moleste y que sea agradable. Si una publicidad cumple estos requisitos, es apta para subvencionar servicios. Esto parece lógico, pero saber medir en qué medida es molesto o no se le escapa a muchos de las manos. Cuando un servicio empieza a vivir de la publicidad y ve una fuente de ingresos maravillosa en ella puede perder la cabeza, y acabar metiéndola en demasiadas partes. Y eso no es bueno, porque al final lo que tanto te ayudaba llegará a ser su condena.
¿Y si la publicidad siguiese evolucionando? ¿Qué pasaría si no fuese sólo para poder ofrecer periódicos y programas gratis? Imaginad que un fabricante de televisores ofreciese un medio para que anunciantes ofreciesen publicidad a través de este. La oferta sería la siguiente: Te damos nuestro televisor gratis, a cambio tendrás anuncios. Por supuesto habría que pensarlo muy bien y no podría cortar programas, o hacerlo de modo que no nos perdamos nada. Quizás apareciendo como un rectángulo cuadrado, no lo sé, pero la cuestión aquí es la idea detrás de ello, ya que no es sólo aplicable a televisores, sino a cualquier dispositivo o incluso coches. Y por qué no, casas.
La publicidad cada vez está mejor diseñada, es menos intrusiva pero más efectiva y forma parte de nuestras vidas. Aprender a vivir con ella es algo bueno a la vez que peligroso, ya que acabar bombardeados por una publicidad tan inteligente como la que se diseña hoy en día es un riesgo que nos está convirtiendo en una generación consumista y sin frenos.
¿Qué te parecerían este tipo de métodos? ¿Aceptarías una tele o cualquier otra cosa a cambio de publicidad? ¿Hasta qué límite serías capaz de aceptarlo?