La psicología del ganador
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Dice el refrán que “ganar no lo es todo”. No, es evidente que no podemos centrar nuestra vida en ganar siempre, pero también es evidente que ganar si que puede considerarse una parte importante de nuestra existencia, ¿no? Al menos eso es lo que opina el profesor de psicología Ian Robertson, del Trinity College de Dublín
“Ganar es probablemente la cosa más importante en la formación de vida de las personas”
Según este psicólogo, la razón por la cuál ganar es tan divertido es gracias a la química, a los aumentos de testosterona y dopamina, que irremediablemente provocarán una sensación de recompensa en nuestro cerebro, haciéndonos sentir mejor, e incluso nos harían vivir más tiempo. Por ejemplo, los ganadores de Premios Nobel llegan a vivir un par de años más que sus congéneres finalistas al premio. O incluso los galardonados con los Oscar en Hollywood, viven hasta cuatro años más que los otros actores, como bien comenta Scott Huettel, neurocientífico de la Universidad de Duke:
“Piense en la diferencia de facturación de una película ganadora de un Oscar frente a otra solo nominada al Oscar. Por ello, los ganadores de un Oscar pueden exigir más para sus próximas películas. De la misma forma que un científico que gana un Premio Nobel podrá ser contratado por prácticamente cualquier universidad del mundo”
Por otra parte, hay un fenómeno curioso. Aunque existe una línea muy delgada entre ganar y perder, ser un “ segundón” duele, duele mucho más que acabar tercero. Al menos eso es lo que demostró un estudio donde se miró la expresión de la cara de los medallistas de los Juegos Olímpicos: el medallista de oro era tremendamente feliz, y el medallista de bronce también, pero el medallista de plata tenía una expresión facial atónita, en blanco, mirando a la distancia. Esto se debe a que, teniendo el triunfo tan cerca, no se ha completado como se deseaba. No es ninguna vergüenza ser segundo en algo, al contrario, es llegar muy lejos, pero no es todo lo que se desea en muchas ocasiones. Sin embargo, el medallista de bronce era muy feliz porque había llegado, era un medallista. El simple hecho de quedar entre los tres mejores era suficiente, pues estaba más lejos del primer clasificado, y por ello no pensaba como el medallista de plata, que tenía un triunfo más “a mano” y se había escapado.
Finalmente, hay que pensar que el trabajo duro y la voluntad no siempre garantizan una victoria (y sino, que nos lo digan a los estudiantes). Hay cierto punto de suerte, muy necesaria, como dice Huettel. Por ello, este neurocientífico opina que “ganar esta sobrevalorado”, aunque si que sirve como un pensamiento estimulante para conseguir lo que nos propongamos.
Vía | CBS.