Los pacientes en estado vegetativo pueden responder al llanto ajeno
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Todo padre o madre es consciente de lo emotivo que es el sonido del llanto, en especial el de su hijo. Al sufrir alguna experiencia dolorosa, en nuestro cerebro se activa una región llamada matriz del dolor. Lo sorprendente es que esta zona también se activa si escuchamos o vemos a alguien llorando. En estas situaciones nuestro cerebro realiza un acto de empatía y nos pone en el lugar de esa persona. Se cree que este fenómeno no es cultural y aprendido, sino que forma parte de nuestra naturaleza más primitiva (de hecho se ha podido comprobar que algunos animales también poseen esta capacidad, probablemente por ser ventajosa en las relaciones sociales).
¿Cuánto de primitiva es esta habilidad? Si forma parte de nuestras estructuras cerebrales más básicas debería ser posible comprobar si la gente con un daño cerebral amplio aún conserva la habilidad de emocionarse ante el llanto ajeno. Con esta idea en mente, un grupo de neurólogos dirigidos por el doctor Boris Kotchoubey del Hospital de Tuebingen, Alemania, ha realizado un estudio para averiguar si existe esta habilidad en 44 pacientes en estado vegetativo, con resultados sorprendentes.
Tanto en el cine como en la literatura, los pacientes en estado vegetativo se representan como personas al borde de la muerte, incapaces de realizar ningún movimiento y normalmente conectados a una máquina de respiración artificial. Sin embargo, si en la vida real ves a un paciente en estado vegetativo lo primero que pensarías es que está dormido. La mayoría de pacientes son capaces de realizar pequeños movimientos involuntarios, pueden abrir y cerrar los ojos e incluso existen casos en los que realizan movimientos automáticos altamente complejos, como lanzar una pelota de baloncesto. Pero lo que tienen en común todos los casos es una pérdida de consciencia: aunque abra y cierre los ojos o realice movimientos, no responde a estímulos ni es capaz de comunicarse con el exterior. Es como si el cerebro se hubiera puesto en modo de hibernación, esperando para (en algunas ocasiones) volver a funcionar.
Estos hace que usar el término “vegetativo” para referirse a estos pacientes suene algo insultante, de modo que los médicos ingleses han rebautizado esta condición como “síndrome de vigilia sin respuesta” (unresponsive wakefulness syndrome, UWS).
Durante los últimos años se han hecho grandes avances. Uno de los más polémicos e increíbles fue el uso de un escáner de resonancia magnética funcional o fMRI para poder comunicarse con pacientes en estado vegetativo y en coma. De esta noticia ya hemos hablado en Medciencia. A modo de resumen, el escáner fMRI permite detectar las regiones del cerebro que tiene mayor actividad neuronal y es posible ver actividades relativas a diferentes pensamientos concretos, es decir, si nos imaginamos jugando un partido de tenis activaremos la corteza motora, y si nos imaginamos guiándonos por una casa activaremos el hipocampo implicado en exploración espacial. Al pedirle a diferentes pacientes en coma y estado vegetativo que piensen en estas escenas, pudieron comprobar mediante el escáner que se activaban las áreas correspondientes, demostrando que eran capaces de escuchar lo que sucedía a su alrededor y realizar pensamientos conscientes. Por supuesto esto no funciona en todos los pacientes: existen pacientes más graves debido a un mayor daño cerebral, y en estos casos de coma y estado vegetativo más graves la prueba no da resultado.
Pero la empatía al llanto es diferente. Ya hemos dicho que esta capacidad parece ser primitiva y básica en nuestro cerebro, siendo posible que funcione aún en pacientes en estado vegetativo grave. El equipo del doctor Kotchoubey ha analizado mediante el escáner fMRI la activación de la matriz de dolor en los pacientes vegetativos mientras escuchan sonidos de llanto, y los ha comparado con la respuesta cerebral ante otros sonidos, como risa, bostezo o balbuceo. De los 44 pacientes estudiados, en 24 de ellos se pudo observar una activación de la matriz de dolor ante el llanto de manera similar a la que muestran los pacientes sanos. Sin embargo, que respondan al llanto ajeno no implica que todos sean los pacientes con los casos más “suaves” de estado vegetativo: cuando se les realiza el experimento anterior y se les pide que piensen en un partido de tenis o en sí mismos paseando por una casa, solo 3 de los 44 pacientes hicieron caso de las instrucciones. Esto implica que casi todos los casos de este estudio eran pacientes con alto grado de daño cerebral y sin una consciencia aparente.
Este estudio da una idea de la importancia que ha tenido a lo largo de la evolución nuestras relaciones sociales. Los circuitos cerebrales implicados en sentir y comprender la tristeza de un semejante permanecen por encima de nuestra propia consciencia. Podemos caer en coma, podemos quedarnos en un estado vegetativo, y podemos perder completamente la idea de nuestra propia persona, sin embargo, nuestro cerebro básico siempre nos podrá hacer llorar ante la tristeza de nuestro alrededor.
Fuente | Neurology
Imagen | Globedia