Los ordenadores con Windows lo están pasando mal. Sus ventas decaen a un ritmo que está metiendo mucho miedo a la industria. La apuesta por una interfaz táctil en Windows 8 y la subida de dispositivos móviles han supuesto dos golpes (¿mortales?) a los ordenadores personales. Pero entre tanto pesimismo, hay dos luces. La primera es la de los ordenadores portátiles extremadamente pequeños y baratos. Los Chromebook son un buen ejemplo de este tipo de ordenador que, a un precio similar o inferior al de una tablet, es capaz de hacer muchas mas cosas y de manera mas cómoda.

La segunda luz está resultando estar en el lado contrario del espectro: los portátiles para jugadores. Normalmente este público ha optado por los ordenadores de mesa para disfrutar de sus juegos, principalmente debido a las limitaciones de hardware que impedían tener una buena tarjeta gráfica en un espacio tan reducido. Una buena GPU no solo consume mucha electricidad, sino que necesita de un gran disipador para expulsar la cantidad de aire caliente que genera. Ambos son pecados capitales en un ordenador portátil, pero la cosa está cambiando.

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Cada vez hay mas modelos de chips gráficos que, sin llegar a los extremos de las gráficas “normales, son capaces de conseguir una buena tasa de frames en los principales títulos del mercado, todo ello con un gasto en energía y calor mucho menor. Gracias a esto, los principales fabricantes de este nicho (Gigabyte, MSI, Clevo, Shuttle) pueden crear modelos ideales para llevárselos de un lado a otro.

Ahora, se informa de que la venta de este tipo de ordenadores portátiles está creciendo un 10% anual, que no parece mucho pero que si tenemos en cuenta la crisis del sector es mas que loable. Sin embargo, el volumen de ventas no es lo suficientemente alto por el momento como para resultar una diferencia notable en las cifras del mercado, aunque si los fabricantes de chips gráficos siguen por este camino bien podrían suponer una alternativa viable a las consolas.

Fuente | Digitimes