Tratamiento psicológico y sus efectos neuronales en el trastorno de pánico
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El tratamiento psicológico es una parte fundamental en el abordaje de los trastornos mentales y en el ámbito global de la salud mental. Su eficacia ha sido bastante estudiada en diversas patologías y contrastada con el tratamiento farmacológico. Sin embargo, aún resulta difícil constatar los cambios que el tratamiento psicológico produce en nuestro cerebro.
Una de las patologías más estudiadas ha sido la ansiedad y más concretamente el pánico y la agorafobia. Concretamente, el tratamiento de tipo cognitivo-conductual basado en la exposición, suele ser el más empleado, y quizás por ello cuya eficacia ha sido más contrastada. Precisamente ha sido con este tratamiento con el que se ha llevado a cabo un reciente estudio publicado en la American Journal Psychiatry que arroja luz sobre qué ocurre en nuestro cerebro cuando experimentamos un tratamiento psicológico de este tipo.
Se partió de la hipótesis de que el procesamiento de los estímulos o señales de seguridad/peligro está distorsionado en el trastorno de pánico, por lo que estos pacientes tienden a sobredimensionar la probabilidad de peligro, lo que hace que se mantenga un nivel elevado de alerta y ansiedad. Se empleó la resonancia magnética funcional para medir la actividad cerebral de la respuesta de ansiedad antes del tratamiento y después del tratamiento. Ninguno de los participantes (un total de 49) estaba tomando medicación.
El éxito del tratamiento se caracterizó por una mayor activación del hipocampo derecho, mientras que los pacientes que no respondieron al tratamiento, mostraron una mayor de la activación en la corteza cingulada anterior derecha, el hipocampo, y la amígdala cuando se les presentaban estímulos no peligrosos o seguros. Es decir, la respuesta al tratamiento se asoció con una inhibición funcional de la corteza cingulada anterior y la amígdala, áreas responsables del procesamiento del peligro, permitiendo como consecuencia, modular el procesamiento de la información segura/amenazante. Y lo más esperanzador, señala el estudio es que “estos cambios, permanecen en el tiempo”.
Fuente: American Journal of Psychiatry