Las 5 'chapuzas' espaciales que han hecho historia
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Es increíble concebir toda la tecnología que hay detrás de cada misión espacial. Gracias a los sistemas tan novedosos que los ingenieros desarrollan para llevar a cabo estas misiones, muchos de estos avances tecnológicos finalmente acaban repercutiendo en la población aunque no nos percatemos de ello en nuestro día a día.
Cuando una sonda se lanza hacia el espacio, poco se puede hacer para repararla en caso de que ocurra alguna avería. De esta manera, una millonada se acaba yendo al garete en menos que canta un gallo. No obstante, en algunas misiones espaciales se han realizado una serie de “chapuzas”, por así decirlo, que han salvaguardado el objetivo principal de la misma. Veamos 5 de estas chapuzas espaciales.
1. El vehículo Curiosity conduce marcha atrás
El rover Curiosity es una demostración más de que la humanidad puede conseguir cualquier cosa que se proponga. Cuesta asimilar, al menos para mí, que cada vez que alzo la mirada por la noche para atisbar ese punto de luz rojo, el planeta Marte, en ese preciso instante este robot está merodeando por allí, a una distancia de 56 millones de kilómetros.
Resulta que durante su travesía, Curiosity empezó a notar el desgaste de sus ruedas. El equipo que está a cargo del rover se alarmó, y no es para menos, puesto que su definitiva destrucción acabaría con esta increíble misión que nos está revelando un pasado muy movidito en Marte.
¿Qué hicieron entonces? ¿Cambiar las ruedas a unos 56 millones de kilómetros de distancia? Obviamente esta opción era inviable. ¿Cuál fue la solución? Simple: yendo marcha atrás, y así es como ahora mismo circula este vehículo por Marte. Al repartir más equitativamente el rozamiento entre todas las ruedas del Curiosity, se ha conseguido aumentar su duración y continuar con esta maravillosa misión.
2. El telescopio espacial Hubble lleva “gafas”
Seguro que a estas alturas habrás visto más de una fotografía impactante del espacio: galaxias imponentes, nebulosas de infinidad de colores, etc. Pues dad las gracias al telescopio que se encuentra a 600 kilómetros sobre nuestras cabezas, el telescopio espacial Hubble. Este telescopio nos ha revelado las maravillas del universo con una nitidez sin precedentes.
Sin embargo, cuando fue lanzado al espacio en el año 1990, algo no encajaba. Aunque las imágenes que nos mandaba eran mejores que las realizadas por cualquier telescopio terrestre, se veían algo borrosas. Posteriores investigaciones llegaron a la conclusión de que un minúsculo error en la fabricación de su espejo primario fue el causante de que el telescopio fuera “miope”.
La solución que se nos podría venir a la cabeza sería remplazar el espejo por otro, lo que hubiera sido una labor tediosa a la par que cara. En cambio, los ingenieros de la misión decidieron colocar unos espejos que actuaran como unas gafas para corregir su defecto visual.
Finalmente, los astronautas consiguieron realizar esta labor y el telescopio pudo ver por primera vez con claridad los bellos secretos del universo.
3. La sonda Huygens se separó más tarde de lo planeado de la sonda Cassini
La nave espacial Cassini-Huygens fue lanzada desde la Tierra el 15 de octubre de 1997. Esta misión constaba de dos sondas espaciales: una, Cassini, nos reveló y nos sigue revelando el majestuoso planeta Saturno con su sistema de anillos y un séquito de lunas a su alrededor; y la sonda Huygens, que aterrizó en una de sus lunas, Titán, un mundo parecido a la Tierra y que curiosamente todavía no la hemos explorado a fondo a pesar de lo intrigante que es esta luna.
Durante la misión, surgió un importante contratiempo. No se tuvo en cuenta todos los aspectos de un efecto que en física se denomina efecto Doppler, el efecto por el cual escuchamos un sonido más agudo cuando la fuente sonora se aproxima a nosotros y más grave cuando se aleja; esto mismo le ocurre a la luz pero en su espectro electromagnético.
Como Huygens era demasiado pequeña como para enviar directamente la información al planeta Tierra, enviaba los datos a la sonda Cassini para que nos los retransmitiera. Sin embargo, al no tener en cuenta completamente este efecto, Cassini era incapaz de reconocer la información transmitida por Huygens. Esto hubiera desembocado en un completo fracaso si no hubiera sido de nuevo por el ingenio de los trabajadores de la misión.
¿Cuál fue la solución esta vez? Retardar unos cuantos días el desacople de la sonda Huygens de la Cassini para cambiar su rumbo con el objetivo de minimizar lo máximo posible el efecto Doppler. Esta maniobra resultó ser todo un éxito.
4. El escudo térmico de la estación espacial Skylab fue una sombrilla
Skylab fue una de las primeras estaciones espaciales de la historia. Cuando se lanzó al espacio en 1973, su escudo térmico se rompió impidiendo que éste defendiera a los futuros astronautas de la radiación mortal del espacio. Se barajaron muchas posibilidades, pero todas ellas dependían de paseos espaciales, lo que suponía un gran riesgo para los astronautas sin lugar a dudas.
El ingeniero de la NASA Jack Kinzler descubrió en los diseños de la estación espacial una escotilla que hasta entonces había pasado inadvertida. Posteriormente, Kinzler creó un dispositivo similar a una sombrilla que los astronautas desplegaron por esa escotilla cuando subieron a la Skylab.
Fue tan buena esta idea que, aunque los astronautas no consiguieron desplegar esta sombrilla completamente, bloqueó más radiación de lo que hubiera conseguido el escudo térmico de la estación espacial.
5. Buzz Aldrin utilizó un bolígrafo para despegar de la Luna rumbo a casa
El Apolo 11 fue la misión espacial más intrépida que jamás se haya realizado en la historia de la humanidad. Es asombroso imaginar que hayamos puesto un pie en la Luna, a casi 400.000 kilómetros de distancia de nuestro hogar, siendo así el primer mundo extraterrestre que visitamos.
De los 12 astronautas que pisaron la Luna, Neil Armstrong y Buzz Aldrin fueron los dos primeros en alcanzar esta gesta. No obstante, muy pocos saben que cuando se disponían a abandonar la Luna para dirigirse a casa, sucedió un imprevisto que estuvo a punto de culminar en una tragedia.
En el momento en el que se prepararon para encender los motores del módulo lunar, se percataron de que uno de los interruptores necesarios para hacer despegar el módulo se había roto. Si no encontraban rápido una solución, estarían condenados a agonizar en la Luna.
De hecho, una vez que volvieron a casa, Buzz explicó que cuando se dio cuenta de la situación, casi se le paraliza el corazón del susto. Afortunadamente, Buzz sacó un bolígrafo que llevaba en su bolsillo y tuvo la increíble suerte de que tenía el tamaño exacto para que encajara en el hueco del interruptor. Así, restablecieron la función de los aparatos electrónicos y pudieron regresar sanos y salvos a casa.