La UE usará impresoras 3D para mejorar la alimentación de nuestros ancianos
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La alimentación es un tema que cada vez está cobrando más importancia. Y no solo en la medicina, pues cada vez se individualiza más la nutrición de los pacientes según su sexo, edad y enfermedad, sino que la preocupación por estas necesidades está calando ya en las altas esferas. Concretamente, en la Unión Europea, los directivos de la cual están gastando actualmente más de 4 millones de dólares en el desarrollo de impresoras 3D para solucionar este problema con la población más anciana.
Alimentación a base de impresión 3D
Hace poco os hablamos de una impresora cuya función era justamente confeccionar alimentos, Foodini. Pero lo que tiene entre manos la Unión Europea va mucho más allá, pues quieren que sus alimentos estén completamente optimizados para la nutrición de los más ancianos, es decir, la población más delicada.
Su proyecto se llama Performance, destinado a un futuro no muy lejano (sobre 2015), donde uno de cada cinco habitantes del continente tendrá más de 65 años. Realmente “Performance” es un acronimo un poco complicado, que en su traducción al español sería “Fabricación rápida de alimentos personalizados para la nutrición de los consumidores de edad avanzada“.
Aunque a mi personalmente nunca me han llamado los temas sobre nutrición, pero desde que voy realizando prácticas en mi hospital lo primero que se ve es que con cada año que pasa se toman más enserio este factor. Nuestras necesidades nutricionales no solo cambian según la enfermedad que padecemos, sino que con la edad y sus problemas asociados hay un mundo. Además, los estudios sugieren que entre el 15 y el 25% de los individuos mayores de 50 años tienen dificultades para tragar los alimentos (técnicamente denominado disfagia), un porcentaje que se dispara hasta el 60% en las residencias de ancianos.
Malnutrición y depresión, el mal de nuestros ancianos
Además, como imaginaréis, la dificultad de tragar acaba implicando una ingesta menor de alimentos y la consecuente desnutrición. Todo esto se junta, y acaba irremediablemente en depresión, como comenta un reciente estudio:
“El 84% de los pacientes consideró que comer debe ser una experiencia agradable, pero solo el 45% la encontró realmente como agradable. Además el 41% de los pacientes afirmó experimentar ansiedad o pánico durante las comidas y más de 1/3 (un 36%) de los pacientes informaban de que evitaban comer junto a los demás por sus problemas de disfagia”
Hoy en día se intenta mejorar esta situación con alimentos alternativos en forma de puré o mezclando ingredientes, pero esto no acaba de servir. Así pues, ¿cuál podría ser la solución para conseguir comidas más sabrosas y nutritivas, de fabricación local y personalizadas según las necesidades? Correcto, las impresoras 3D, una tecnología que se adapta perfectamente a todo lo que hemos comentado y que puede fabricar alimentos en masa y de forma rápida y personalizada gracias a toda la información que, previamente, les introducirían los profesionales de la salud y nutricionistas.
Esperemos que esto mejore la calidad de vida de nuestros mayores, pues ellos se lo merecen.
Vía | Performance.