Tecnología

Síndrome premenstrual y trastorno disfórico, ¿existen de verdad?

25 julio, 2014 20:25

Este es un tema conflictivo, hay opiniones en ambos sentidos, tanto a favor como en contra de que se diagnostique, pero hoy nos basaremos en hechos y datos sobre su condición actual en el campo de la medicina.

¿Qué es?

Primero debemos saber que se contemplan dos cosas, el síndrome premenstrual y el Trastorno Disfórico Premenstrual.

SÍNDROME PREMENSTRUAL: Conocido como PMS por sus siglas en Inglés (Premenstrual Syndrome). Afecta a las mujeres 1 o 2 semanas antes del inicio del periodo y desaparece con su aparición. Afecta a casi el 75% de las mujeres.

TRASTORNO DISFORICO PREMENSTRUAL: O PMDD (Premenstrual Dysphoric Disorder) afecta a entre un 3 y un 6 % de las mujeres, es un tipo más severo que el anterior. Presenta los mismos síntomas que la versión menos aguda pero en este suelen ser síntomas más agudos y predominar los síntomas emocionales sobre el resto.

Los síntomas comunes a ambos son: Fatiga, problemas de sueño, dolores de cabeza, dolores en los pechos, dolores musculares, aumento de peso e hinchazón debido a la retención de líquidos, cambios en el apetito, estreñimiento o diarrea. Entre los síntomas emocionales encontramos que la persona se siente tensa, ansiosa, deprimida, con poca esperanza, irritable, con cambios de humor y dificultades para concentrarse. Adicionalmente en el PMDD se añaden un grupo de síntomas emocionales más severos: Puede aparecer perdida de interés por las personas y las actividades cotidianas, los cambios de humor son más agudos, los sentimientos depresivos más severos pudiendo llegar a tener intención suicida o sentirse sin control.

¿Cómo se diagnostica?

No existen pruebas de laboratorio que puedan diagnosticar estas afecciones. Los médicos se basan en las anotaciones de la mujer sobre los 2 o 3 últimos ciclos menstruales, el momento de aparición de los síntomas, la duración, etc…

Para el diagnostico del PMDD se requiere que aparezcan al menos 5 síntomas durante la mayoría de los ciclos menstruales de un año (no pueden darse más de dos consecutivos sin síntomas). Además estos síntomas deben interferir significativamente en la vida de la persona y deben mejorar o desaparecer a los pocos días del inicio de la menstruación. Por supuesto hay que descartar otros trastornos como una depresión o un trastorno de ansiedad (en estos casos los síntomas permanecen aun cuando ya ha aparecido el periodo).

A todo esto hay que decir que a pesar de existir unos síntomas que lo definen este trastorno hasta hace poco (con el DSM-V) no había sido reconocido como enfermedad médica de forma oficial, no la reconocían ni la FDA (Federación de Drogas y Alimentos de Estados Unidos), ni la CIE-10 (Clasificación internacional de enfermedades) que lo considera una tensión premenstrual pero sin describir los síntomas. El DSM-IV (Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales) lo englobaba dentro de un trastorno depresivo no especificado, no teniendo categoría propia como trastorno (los criterios se plantean más como criterios de investigación). El DSM V lo ha instaurado como trastorno propio con criterios específicos.

Criterios DSM-V:

Al menos 5 síntomas deben estar presentes en la semana anterior al inicio de la menstruación,  deben mejorar en los primeros días y desaparecer (o ser mínimos) cuando acabe el periodo.

Obligatoriamente debe estar presente uno de los 4 síntomas siguientes:

  • Labilidad emocional
  • Agresividad, irritabilidad o aumento de los conflictos interpersonales
  • Sentimientos depresivos, de desesperanza o de autocrítica
  • Elevada ansiedad o tensión.

A estos les deben acompañar uno o más de los siguientes síntomas:

  • Problemas de concentración
  • Disminución del interés en actividades diarias
  • Letargia, fatigabilidad o falta de energía
  • Cambios en el apetito
  • Hipersomnia o insomnio
  • Sensación de pérdida de control
  • Síntomas físicos. 

¿A qué se debe?

Lo más obvio son los cambios hormonales que ocurren con el ciclo menstrual. La teoría postula que los niveles de estrógeno y progesterona fluctúan produciendo alteraciones serotoninérgicas.  Sería una especie de reacción anormal a los cambios hormonales. Otras investigaciones estudian la posibilidad de que algunas mujeres hereden un gen que las haga más propensas a este tipo de síntomas. Lo cierto es que se requieren más estudios al respecto y que se desconocen las causas del mismo.

Además se sabe que son más propensas a padecerlo aquellas mujeres que tengan historia familiar (o personal) de trastornos del estado de ánimo, depresión postparto o depresión como tal.

Hay mujeres en las que este trastorno perdura hasta la menopausia.

¿Tratamiento?

Se pautan una serie de recomendaciones que pueden ayudar a mejorar los síntomas:

  • Cambios en la dieta: aumentar proteínas y carbohidratos y disminuir sal, azúcar, cafeína y alcohol. Aumentar el consumo de alimentos que incluyan triptófano.
  • Complementos alimenticios: Vitamina B6, D y E, calcio y magnesio.
  • Medicación (en ocasiones): por ejemplo antiinflamatorios, diuréticos, medicación que modula los niveles de serotonina (como los antidepresivos ISRS), medicación para la ansiedad y por supuesto anticonceptivos orales (algunos tipos). En casos muy severos y que no responden a otra medicación se puede recetar medicación con gonadotropinas.
  • Ejercicio físico: Se recomiendan mínimo unos 30 minutos diarios de ejercicio moderado.
  • Manejo del estrés: Practicar respiración controlada, técnicas de relajación y de meditación.
  • Abandono del consumo de tabaco.
  • Dormir las horas necesarias.

¿Por qué hay debate?

Precisamente por el hecho de que no es una entidad médica reconocida (o no lo ha sido hasta hace poco) ni se conocen sus causas. Hay gente que piensa que el trastorno como tal no existe, otros que afirman que sí. Está claro que los cambios hormonales pueden causar síntomas, el debate es si pueden clasificarse como trastorno (tal y como este era planteado) ya que se desconocen sus causas.

Otros factores que influyen en que exista debate al respecto son el hecho de que por ejemplo no todo el mundo lo sufre ni puede asociarse directamente con una causa igual a todas las mujeres que lo sufren. Además hay estudios que demuestran que los factores psicológicos influyen mucho, así como la educación recibida, indicando que si la mujer cree que va a presentar tales síntomas puede acabar presentándolos alentados en cierta manera por ese efecto pigmalión (profecía autocumplida). Las diferencias culturales también han sido motivo de debate.

Lo cierto es que recientemente ha sido reconocido por la APA en su manual (DSM-V) como trastorno disfórico premenstrual, englobado dentro de los trastornos depresivos. Esto lo instaura y cierra parcialmente el debate que durante años ha acompañado a este tipo de síntomas.

Fuente: Hormone.org, New York Presbyterian, Asmeva, Schile salud mental, Intramed.

Imagen: Wikipedia.