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Dermatofagia, el trastorno psicológico que hace que te comas tu propia piel.

15 octubre, 2014 20:37

Seguramente lo dermatofagía suene como algo muy raro, pues bien dermatofagia es el hábito de morderse la piel y (en ocasiones) comérsela, suena desagradable sí, pero es mucho más frecuente de lo que parece.

Aunque siempre se hable de la gente que se muerde las uñas (onicofagia), lo cierto es que este otro habito de morderse la piel no es mucho menos frecuente, simplemente la gente parece estar algo avergonzada al respecto o incluso no darse mucha cuenta de que lo hace. También influye que normalmente se considere algo inocuo y sin efectos secundarios (lo cual no es así siempre).

Es cierto que la mayoría de sujetos salen del hábito por si mismos sin requerir tratamiento alguno y con pocas consecuencias (más allá de dejar los dedos algo feos). Pero hay casos que pueden requerir ayuda. Hay personas que han sufrido este trastorno durante más de 20 años.

¿Por qué la gente se muerde la piel?

Se considera un hábito nervioso o compulsivo hacia la automutilación de la piel o los apéndices de esta con los dientes. Se agrupa dentro de los trastornos del control de los impulsos. De hecho los sujetos llegan a hacerse daño, sangrar y arrancar (frecuentemente o inicialmente de forma accidental) piel sana, con el correspondiente dolor, es entonces cuando se dan cuenta de lo que estaban haciendo y que han ido demasiado lejos. Paran temporalmente por el dolor pero cuando sane volverán a morder esa zona. Mientras tanto hay otras zonas para morder. Esto ocurre en fases iniciales.

No se considera exclusivamente un comportamiento obsesivo compulsivo porque puede aparecer sin requerimiento de pensamientos ansiosos (cosa necesaria en una obsesión-compulsión), de ahí que se incluya en el grupo de control de impulsos. Sin embargo se conoce la estrecha relación entre ambos tipos de comportamientos. En el caso de la dermatofagia se entiende que la persona no tiene una respuesta compulsiva en respuesta a un estresor concreto o único. Ocurre que el morder la piel se vuelve algo obsesivo hasta que la piel sangra, y, aun así (cuando duele), la persona siente un momento de gratificación por haber cedido a la compulsión. Es así como se desencadena el mecanismo de utilizar la conducta como afrontamiento al estrés.

La mayoría de los dermatofágicos muerden las cutículas de las uñas y la piel de la zona próxima a la uña, pero hay casos más graves en los que se muerde la piel de varias otras zonas del cuerpo. Otra zona frecuente a morder son el interior de la boca, las mejillas o los labios. Se entiende como un tipo de respuesta/afrontamiento al estrés, un hábito que ayuda a las personas a desahogar ese nerviosismo. Se asocia también a situaciones de angustia o aburrimiento.

En ciertos libros se les suele llamar “mordedores lobo” ya que este hábito es el mismo que desarrollan los lobos cuando se sienten atrapados o molestados (en una situación estresante), excepto que en los humanos la mordedura es auto-infligida.

Bien es cierto que la mayoría de gente solo muerde la piel pero no se la come, aunque algunos sí. Es por ello que se ha propuesto llamarla en lugar de dermatofagia, dermatodaxia.

Es frecuente que aparezca conjuntamente con otros hábitos nerviosos similares pero no iguales, como la tricofagia (morder y comerse el pelo), la onicofagia (las uñas) o la dermatilomanía (excoriar o pellizcar la piel). De hecho sorprendentemente muchas personas superan la onicofagia (habito anterior al actual) pero persisten con la dermatofagia. La imagen de portada nos ilustra un caso mixto de onicofagia y dermatofagia.

La mayoría de personas crecieron mordiendo bolis y objetos similares y al crecer, en algún momento, pasaron a la piel sin darse cuenta.

Efectos secundarios:

Las personas con este hábito desarrollan un engrosamiento reactivo de la piel de la zona que han lesionado, sorprendentemente no desarrollan ulceras o pérdida de piel (normalmente, en casos más graves sí).

Después de meses la piel de la zona se vuelve gruesa, casi callosa incluso liquenificada con pérdida o exageración de las marcas y pliegues de la piel normal (la aparición de callosidades es más frecuente en los periodos de control del hábito). Es muy perjudicial para los folículos del pelo también. Puede aparecer enrojecimiento sanguinolento y despigmentación de la piel de la zona. El tejido suele regenerarse al acabar con el hábito pero en casos graves pueden quedar cicatrices.

Si lo que se muerde es la boca se pueden causar yagas y ampollas en la zona, que al morderlas (es tentador) pueden infectarse.

El intercambio de bacterias entre la boca y la piel con heridas de la zona mordida puede ser fuente de transmisión y causar infecciones.

Con el tiempo la persona deja de molestarse por el dolor o la sangre que se causa, no impidiendo ya esta que se siga mordiendo. La tolerancia al dolor aumenta y se agrava el cuadro.

¿Cómo parar?

Si el caso no es extremadamente grave se suelen aconsejar técnicas que disuadan de realizar el hábito, por ejemplo: impregnar los dedos con extracto de pimienta, aplicar una capa de esmalte específico para estos casos ya que sabe amargo (los hay a puñados en Amazon por ejemplo), protectores de boca, uñas postizas, guantes, etc… Las técnicas de distracción son útiles (hacer tareas que requieran las manos e impidan por tanto morderlas) y en niños se añade el recompensar los logros.

En casos más severos la terapia cognitivo conductual se aplica para el tratamiento de trastornos del control de los impulsos (también en estos casos), esta terapia es aplicada por psicólogos.

En casos muy severos se puede incluir medicación.

Lo primero que puede hacer uno en casa es adentrarse a observar en que situaciones lo hace más o menos y que emoción se asocia a la conducta, después se puede buscar la causa de esa emoción e intentar solucionarla. Una vez sepamos cuando lo hacemos más podemos estar más pendientes y aplicar las técnicas que he mencionado antes (esmalte, guantes, etc…). De todas formas es un hábito que en casos normales no suele ser extremadamente difícil de eliminar aunque las técnicas requieran de perseverancia y sean algo tediosas (a nadie le gusta meterse un dedo impregnado en pimienta en el ojo accidentalmente). ¡Así que no desesperes! La mayoría de casos se solucionan de forma bastante simple.

Fuente: Motherboard, Wikipedia, Skin Pick, Put that cheeseburger down.

Imagen: Wikimedia Commons, Wikimedia Commons, Wikipedia.