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Las 4 conductas de autosabotaje que impiden que encuentres el amor

7 enero, 2015 20:19

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¿Quién no ha pasado por algún momento en su vida en el que parece que todo está en su contra? Qué deseas cosas mejores pero no ocurren, Que buscas el amor pero este no aparece y acabas en una serie de fracasos seguidos de decepción.

La mayoría de la gente piensa que el amor es algo que pulula por ahí, que en el camino de tu vida lo encuentras en alguno de los estadios, como una media naranja que esperaba a que la encontraras. Si visualizas el amor como algo externo, algo dado, ello puede causarte muchos problemas.

El verdadero origen del amor:

Está claro que para enamorarnos de alguien ese alguien debe estar ahí, existir, debemos estar en un entorno que nos proporcione contactos. Pero ya está, prácticamente el resto va a depender de nosotros. ¿Difícil de creer? Es así. El amor no es algo que nos “invade de repente”, no es una “fuerza externa que no podamos controlar”, si pensamos así, ¿Qué ocurre? que nuestro foco siempre se centra en el exterior y dejamos de prestarle atención al interior. Es muy fácil escoger el papel de víctima, víctima del cruel destino que hace que el amor se escape de nuestras manos. El amor empieza y acaba en ti.

Cuando se le pregunta a la gente por qué está soltera o por qué terminó la relación anterior frecuentemente la respuesta es una colección de críticas: “Los hombres son unos…. Solo buscan sexo”, “Las mujeres son muy dramáticas”, “No me gustaba como hacía…”, “No era bueno en la cama”, “No se me da bien la intimidad”, “Necesito estar un tiempo solo/a”, “Éramos muy diferentes”…  Como vemos son voces interiores críticas que sabotean la situación, voces que nos proporcionan esas excusas. Pensamientos destructivos dirigidos hacia uno mismo o hacia los demás. A veces el pensamiento es cierto, sí, pero muchas otras veces son simples excusas que cubren un problema subyacente más importante, más profundo. Un problema que al estar ahí, va a afectar a la siguiente relación por igual. En ocasiones el problema es nuestro y si no lo acatamos volverá a aparecer. Normalmente nuestro peor enemigo somos nosotros mismos, las barreras que construimos, los miedos, las inseguridades, etc… Ellas sabotean nuestras relaciones (si les dejamos).

El amor, es en parte externo, sí, pero implica también un proceso de descubrimiento interno, que si no permitimos que ocurra dificultará la evolución de la relación.

Si nosotros no estamos receptivos ni preparados para ese amor, por mucho que lo “encontremos” no lo vamos a retener. Los humanos somos especialistas en el autosabotaje, en alejar aquello que deseamos (por miedo, ansiedad, prisas…), o tenerlo delante y no verlo, incluso dejarlo escapara entre nuestras manos. En el amor hay ciertas conductas que sabotean la posibilidad de una relación y que pueden hacer que el amor te pase por delante y no lo veas.

Conductas de autosabotaje:

  1. Evitar el dolor: El dolor en esta vida es inevitable, es parte del aprendizaje y es necesario. El amor viene de la mano del dolor. Cuando uno se enamora automáticamente se arriesga a que le hagan daño, le partan el corazón. Pero es que si uno no se arriesga, entonces no se enamora y por lo tanto no va a encontrar el amor. Uno no puede esperar que entregándose a medias, con un plan B por si acaso, el amor aparezca por su puerta. El amor es como saltar a una piscina sin saber la profundidad. Unas veces se acierta y otras no, pero sin ese ensayo-error es imposible acertar nunca. El amor tampoco es fácil, no es algo que ocurra por magia, el amor consiste en un esfuerzo e implica intencionalidad, uno debe querer enamorarse y dejarse enamorar, además de activamente trabajar para mantener ese amor y esa relación a través de las dificultades. Cuanto más intensa y mejor sea la relación, más dolor y sufrimiento sentiremos, van de la mano, si no estás preparado a aceptar uno, tampoco tendrás el otro. Mucha gente teme ese momento, el momento en el que se enamora, en que las cosas se ponen serias y es ahí cuando el depender de esa persona les asusta y rompen la relación, es una de las vertientes del miedo al compromiso. Cuando quieres a alguien y deseas cuidar de él/ella, es inevitable que ello te de miedo (a perderles por ejemplo) o que te traiga dolor. Amar a alguien es dejarles excavar en lo que somos y a veces cuando excavan, cuando nos abrimos, encuentran cosas de las que no queremos saber nosotros mismos, problemas no resueltos, problemas que se acentúan al compartir la vida con alguien, huir de esos problemas en lugar de afrontarlos es un error. Eso no es algo que cause la otra persona (por mucho que queramos culparla como excusa), es algo que ya teníamos dentro y que no hemos resuelto.memoria_corazón
  2. La fantasía de unión: Este es muy interesante, porqué es algo en lo que uno no piensa. La fantasía de unión es producida por miedo también. Es ese proceso de idealización, en el que nos sentimos como un ser conjunto, unidos a la otra persona por ese lazo de unión indestructible. Esto nos hace sentir seguros. En este proceso la forma sustituye a la sustancia. El tipo de relación idealizado que creamos sustituye a los contenidos reales de la misma. La pareja se presenta como una unidad en lugar de como dos personas individuales que de forma natural se sintieron atraídas el uno al otro. La rutina sustituye a la pasión. Se imponen restricciones a ambas partes, no se percibe como una amenaza pero si como una limitación. Los mundos se estrechan en lugar de expandirse. La relación se rige por críticas y demandas, en lugar de respeto por la independencia y la individualidad. Esto nos da una falsa sensación de control pero en realidad nos aleja de la otra persona, nos distancia de ella. La independencia es la que nos permite querer y cuidar a otra persona, poder ver las cosas desde su punto de vista, disfrutar de descubrir cómo hacerles felices.
  3. Protegernos: Todos tenemos unas defensas psicológicas (como la evitación) construidas a base de situaciones en las que nos amenazaron, nos hicieron daño o nos hicieron sentir pequeños (desde la infancia). El problema es que muchas de esas conductas, aunque fueran adaptativas en esas situaciones, ahora ya no lo son. El peligro a pasado pero no hemos desactivado la defensa. Muchas de estas defensas se manifiestan en las relaciones de varias formas: Ser celosos, ser controladores, por el contrario no querer que nadie nos controle, etc… todo ello son conductas que hemos aprendido por miedo a que nos hagan daño, que creemos que nos protegen de que cosas malas ocurran. Por ejemplo, ser celosos evita que la otra persona nos sea infiel. En realidad esto no es así, no son pocas las veces en que la defensa es la que causa lo que queríamos evitar en un primer lugar. Tal vez estas personas tienen antecedentes en su vida desde la infancia que les han guiado a estas conductas: Padres que eran intrusivos o rechazantes, cuidadores que nos daban miedo, traiciones, etc… Muchos sujetos deciden no confiar nunca más en nadie y cuidar de ellos mismos. Pero estas dos decisiones son incompatibles con una relación, además de ser poco adaptativas en la edad adulta. Así solo alejamos y hacemos daño a los que amamos. El amor reta esas defensas, nos deja salir de esas paredes que nos protegen. La intimidad va de la mano de la emoción, siendo una de ellas el dolor, pero no la única. Nuestras defensas limitan nuestras vidas. Debemos aprender a reconocer nuestros miedos y vencerlos.
  4. Creer a nuestra crítica interior: Todos los puntos anteriores se acompañan de una vocecilla interna que es nuestro pensamiento. El problema: Que los pensamientos no son la realidad, solo son un punto de vista subjetivo (de los muchos que hay) de una parte de la realidad, y además son modificables. Nuestra crítica interior es la que nos lleva a evitar la intimidad, el abrirnos a otros, la que guía ese miedo. Es esa voz que critica nuestra apariencia, nuestra personalidad, que destaca nuestras limitaciones y siempre enfoca los problemas. Es la voz que nos dice que mantengamos la distancia para que no nos hagan daño. Siempre aparecerá en algún momento, como fantasma del pasado, pero debemos saber reconocerla y manejarla. Debes saber diferenciar y separar esa voz, esos pensamientos, de la realidad. Ver que son producidos por miedos y experiencias pasadas y que no reflejan necesariamente la realidad actual. La voz que te dice que ya estás equivocándote otra vez, que eres un desastre o que es tu culpa, que desconfíes, esa también es la crítica interior y lo que intenta es hacer que te rindas y que te alejes de una potencial fuente de dolor. Ignórala y lucha por solucionar el problema cuando surja.

Fuente: Psychology Today.

Imagen: Flickr.