La soledad cuando se padece una enfermedad crónica
A menudo, las circunstancias difíciles acercan a las personas. No obstante, un nuevo estudio de la Universidad Concordia (Canadá) publicado en la revista Health Psychology ha encontrado que la aparición de una enfermedad crónica a menudo resulta en que los enfermos se sientan más solos, incluso para aquellos que han llevan 50 años o más compartiendo su vida con una pareja.
La motivación que ha llevado a los científicos a investigar sobre este tema es la falta de datos empíricos acerca de si la enfermedad crónica contribuye a la soledad o no, puesto que la mayoría de las investigaciones se han centrado básicamente en los efectos de la soledad en la enfermedad. Querían, pues, darle la vuelta a la cuestión y, en lugar de preguntarse si las personas que están solas son más propensos a enfermarse, partieron de otra cuestión: ¿se sienten solas las personas enfermas?
A medida que se envejece
Según los resultados del estudio, la sensación de soledad aumenta a medida que se envejece, y ocurre con independencia de tener una relación a largo plazo en el momento de tener que enfrentarse al diagnóstico. Como comentan los investigadores en la comunicación emitida por la Universidad, “la calidad de nuestros vínculos sociales desempeña un papel a la hora de hacer frente a los efectos una enfermedad grave en la edad adulta, y sólo tener un compañero alrededor puede no ser suficiente.
Para la investigación, los expertos midieron los cambios en el sentimiento de soledad entre los años 2004 y 2012 en una muestra de 121 adultos mayores que tenían, en su mayoría, cerca de los 70.
Autoprotección
En base a los resultados obtenidos, los autores proporcionan algunas ideas sobre cómo algunas estrategias de autoprotección podrían reducir el estrés asociado a un problema de salud grave. Una de ellas se basaría en tratar de reconsiderar la enfermedad de manera positiva y no culparse a uno mismo con respecto a la afección, lo que previene la soledad, probablemente porque ayuda a mantener la motivación para la participación social y previene los síntomas depresivos. Como indican los científicos, “poner fin a la socialización sólo contribuye a una espiral descendente, y lidiar con una enfermedad crónica no debería impedir que se trate de salir de la misma si se puede”.
Naturalmente, el desafío para la sociedad es ayudar a esta población, que además de estar enferma, envejece año tras año, a encontrar la motivación para seguir participando de alguna manera en la sociedad. Este aspecto implica el reconocimiento de que los efectos secundarios psicológicos de una enfermedad crónica determinada pueden ser compensados de forma positiva con un aumento de actividades estimulantes y sociales.
Efectos adversos de la soledad
Por el contrario, la soledad puede llevar a complicaciones asociadas con la enfermedad determinada. Un estudio llevado a cabo por investigadores de las universidades de Chicago y Ohio, ambas en Estados Unidos, constataba en 2013 que las personas que están socialmente aisladas desarrollan cambios en sus sistemas inmunológicos que provocan una condición conocida como inflamación crónica, la cual pueden derivar en otras enfermedades graves.
Que la soledad lleve a sufrir una enfermedad o que la enfermedad lleve a la soledad. Es un pez que se muerde la cosa que sólo constata el hecho de que sentirse solo es un factor de riesgo importante para el desarrollo de complicaciones en nuestro organismo. Son vitales las redes de apoyo no sólo privadas que ayuden a las personas que se sientan solas, en estados tanto de salud como de enfermedad.
Fuente | Eurekalert