Dormir mucho podría incrementar el riesgo de padecer un ictus
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Dormir es fundamental para nuestro cuerpo. Solo hay que ver qué es lo que nos ocurre cuando dormimos poco. En un artículo anterior del blog tratamos esta cuestión analizando cuáles eran los 5 peligros de dormir poco, tarde y mal. ¿Pero qué ocurre cuando dormimos mucho? ¿También es peligroso para la salud? Efectivamente, dormir poco es malo… pero dormir mucho, también.
Un equipo de investigadores, en los que han participado científicos de la Universidad de Cambridge de Reino Unido, ha realizado un estudio sobre el tema que se ha publicado en la revista científica Neurology. Para ello, han contado con la participación de más de 9.000 personas, un tamaño de la muestra para nada despreciable.
Dormir más de 8 horas diarias se asoció a un mayor riesgo de padecer un ictus
Un total de 9.692 personas, con una media de edad de 62 años, se enrolaron en el estudio. La principal característica que compartían es que ninguno de ellos había padecido un ictus con anterioridad; es decir, una enfermedad en la que se produce una interrupción del flujo sanguíneo en una zona cerebral como consecuencia del taponamiento de una arteria a este nivel por el motivo que sea.
Los participantes fueron seguidos durante 9 años y medio y, además, completaron dos cuestionarios que recogían información sobre cuántas horas dormían cada noche. A lo largo del estudio, 346 participantes sufrieron un ictus.
Los resultados que se obtuvieron fueron sorprendentes. Los participantes que durmieron más de 8 horas diarias eran más propensos a padecer un ictus, en concreto un 46% más que los que no superaban esa cifra de horas de sueño.
Asimismo, los investigadores descubrieron que los participantes que incrementaron la cantidad de horas que dormían durante el estudio a más de 8 horas diarias, eran 4 veces más propensos a padecer un ictus.
Empezar a dormir mucho podría ser un signo precoz para prevenir un ictus
Cabe destacar que no se sabe si dormir más de 8 horas diarias es una causa o consecuencia del ictus. De hecho, desconocemos por completo por qué se ha producido esta curiosa relación que, sin duda, habrá que estudiarlo más detenidamente.
Los científicos creen que cuando una persona empieza a dormir mucho sin un motivo aparente puede ser un signo precoz de que está sucediendo una serie de cambios a nivel cerebral que pueden desencadenar un ictus. Por ejemplo, una alteración en el flujo sanguíneo cerebral puede alterar nuestro ritmo de sueño, así como incrementar la probabilidad de padecer un ictus.
“Como las personas que cambiaron los patrones de sueño de menos a más horas eran casi cuatro veces más propensas a tener un ictus, es posible que esto pueda servir como una señal de alerta temprana, lo que sugiere la necesidad de pruebas adicionales o que las personas tomen medidas conocidas para reducir el riesgo de ictus, como la reducción de la presión arterial y el colesterol”, explica uno de los autores del estudio, el Dr. Alberto Ramos.
Fuente: Newswise