¿Los ácidos grasos pueden combatir el cáncer de próstata?
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Los ácidos grasos omega-3 están dando que hablar en cuanto al papel que tienen en el cáncer. A la batería de estudios que se han realizado al respecto, se añade uno nuevo relacionado con el cáncer de próstata.
Este último estudio, llevado a cabo por los investigadores de la Universidad Estatal de Washington, y que se ha publicado en Journal of Pharmacology and Experimental Therapeutics, pone de manifiesto que los ácidos omega-3 pueden inhibir el crecimiento y la propagación de las células cancerosas de la próstata.
Sin embargo, hace un par de años, en 2013, otro estudio demostró que los omega-3 pueden incrementar el riesgo de desarrollar cáncer de próstata. La polémica está servida.
Los ácidos grasos omega-3 pueden detener el cáncer de próstata
Lo que sí sabemos de los ácidos grasos omega-3 es que son capaces de reducir la inflamación y tener efectos antidiabéticos. A día de hoy, se siguen analizando por qué estas grasas presentan estas propiedades tan beneficiosas, y parece ser que este estudio puede ser el primero en mostrarnos el motivo, al menos en el cáncer.
Kathryn Meier, profesor de farmacia, y dos estudiantes, Ze Liu y Mandi Hopkins, han descubierto que los ácidos grasos omega-3 se unen a un receptor llamado FFA4 (free fatty acid receptor 4). Este receptor tiene la función de inhibir los factores de crecimiento, suprimiendo así la proliferación de las células cancerígenas.
“Este tipo de conocimiento nos podría permitir tratar mejor o prevenir el cáncer porque ahora sabemos cómo funciona”, explica Meier.
Los resultados demuestran que sería posible diseñar una droga capaz de imitar la acción de los omega-3 al activar esta vía celular que detendría el desarrollo del cáncer.
Más dudas que respuestas
No obstante, los hallazgos también dejan bastantes dudas. Hay que tener en cuenta que nuestro cuerpo es una máquina tremendamente compleja y en la que intervienen multitud de factores, por lo que todas las variables que hay que considerar son prácticamente inabarcables.
Esto explica por qué es tan complicado entender completamente cómo interacciona el cuerpo humano con el medio ambiente que le rodea, una labor ardua. Por ello, no es de extrañar que en ocasiones los datos que se publican puedan contradecir estudios anteriores, como ha ocurrido en este caso con el estudio que se publicó hace un par de años.
Por otro lado, también deja la duda de si este efecto se puede obtener con la dieta, como por ejemplo consumiendo alimentos ricos en omega-3 (el pescado azul). Sin duda, se necesitará analizar más detenidamente esta cuestión.
Fuente: Washington State University