Factores genéticos y ambientales en el sentido del humor
¿Eres el primero en reírse después de escuchar una broma? ¿Te pasas el día ironizando en el buen sentido de todo lo que pasa a tu alrededor? Si la respuesta es sí, es probable que seas una persona con mucho sentido del humor, y la novedad que os presentamos hoy: también es muy probable que tenga un componente genético. Porque, si bien el humor es común, esta capacidad no es compartida por todas las personas.
En un estudio reciente publicado en la revista Emotion, científicos de la Universidad de Ginebra han descifrado el código que subyace en el sentido del humor y han revelado que las personas con una variante genética del gen 5-HTTLPR (que regula la serotonina) tienen más probabilidades de mostrar expresiones positivas, entre las que se incluyen reír y sonreír.
¿Innato o adquirido?
A pesar del estudio, es necesario remarcar que hay dos corrientes en debate con respecto al origen del sentido del humor. Por un lado, algunos científicos creen que las diferencias podrían deberse a variaciones en la secuencia de ADN. Otros sostienen que el sentido del humor es un rasgo aprendido que puede ser influenciado por cualquier persona del entorno que muestre sentido del humor. Con los años, es muy probable que la respuesta sea que ninguna de las dos corrientes son exclusivas, y que ambas tienen parte de razón.
Con este estudio, los investigadores han tratado de dilucidar la “cantidad de humor” que podría estar influenciado por los genes, es decir, por el ADN. Para ello, llevaron a cabo tres experimentos con 336 participantes en los que se tuvo mucho en cuenta si las risas eran reales o no (a veces sonreímos tan sólo para evitar mostrar algo negativo o por amabilidad). Al parecer, la pista clave para determinar cuando una sonrisa es real o no se encuentra en el músculo de alrededor de los ojos que conocemos como “patas de gallo”: la risa sólo es real cuando éste aparece.
En el primer experimento, se mostraron a varios voluntarios, todos adultos jóvenes, escenas de humor de dibujos animados. En el segundo, se pidió a adultos jóvenes, de mediana edad y de edad avanzada que observaran escenas de una película sutilmente humorística. Por último, los investigadores pidieron a cónyuges de mediana edad y de edad avanzada que discutieran sobre un área en desacuerdo acerca de su matrimonio.
Las respuestas de los voluntarios fueron grabadas en vídeo y descodificadas mediante un programa que describe los movimientos pequeños en la cara. También se recogieron muestras de saliva para analizar el gen 5-HTTLPR.
Los resultados revelaron las personas con el alelo corto del gen 5-HTTLPR mostraron mayores expresiones emocionales positivas. Los que poseían esta variante del gen mostraron una mayor cantidad de sonrisa y risa genuina que las personas con el alelo largo. Los resultados se mantuvieron incluso después de que los investigadores tomaran en cuenta edad, género, origen étnico y síntomas depresivos.
Mayor reacción emocional
La importancia de este alelo corto radica en una amplificación de las respuestas emocionales en quienes lo poseen tanto en entornos buenos como malos. Es decir, las personas con alelos cortos pueden “florecer” en un ambiente positivo, pero sufrir más en uno negativo, mientras que las personas con alelos largos son menos sensibles a las condiciones ambientales.
Tras el estudio, los expertos tampoco han querido restar la importancia del papel del ambiente en el desarrollo del humor. Uno puede ser susceptible a ciertas emociones, como se ha constatado, pero eso no quiere decir que pueda modularse a través de los años.
Por lo tanto, por mucho que el gen 5-HTTLPR parezca ser una clave importante en el la expresión del sentido del humor, aún queda por responder la importancia de la herencia y las experiencias ambientales en el comportamiento de los seres humanos. Estudios como este muestran un inevitable vínculo entre un gen y el comportamiento, pero sabemos también que no es una causa-efecto. Del mismo modo que tener un gen favorable para una enfermedad no implica que tengamos que desarrollarla, presentar unas condiciones genéticas para un tipo de comportamiento no nos condena para toda la vida. Los estudios epigenéticos, bien seguro, nos darán muchas respuestas al respecto.
Fuente | Medical Daily