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El cerebro de los adolescentes podría ser más susceptible a estrés social y conductas de riesgo

25 septiembre, 2015 20:25

La adolescencia y la infancia son períodos sensibles para el cerebro, puesto que su nivel de plasticidad es elevado. Recordemos que la plasticidad puede definirse como los cambios en el cerebro y el comportamiento en respuesta a demandas ambientales, experiencias y cambios fisiológicos. Y eso puede afectar tanto a nivel positivo como negativo. En este segundo sentido, las malas experiencias durante la infancia, o diversos estímulos ambientales perjudiciales durante la adolescencia, pueden dejar una huella permanente en niños y jóvenes.

Si bien se ha hablado mucho de ello, una revisión sobre la bibliografía científica al respecto indicó no hace mucho que los indicios científicos para confirmar tajantemente esta afirmación no eran suficientes. No obstante, investigadores del University College London (UCL) acaban de publicar en Trends in Cognitive Science que un pequeño número de estudios apoyan la idea de que la formación de la memoria, el estrés social y el consumo de drogas se procesan de forma diferente en el cerebro de los adolescentes en comparación con otros períodos de la vida.

Etapas sensibles

Si bien el ser humano conserva una cierta plasticidad a lo largo de la vida, es durante los períodos sensibles de la infancia y la adolescencia cuando el cerebro “espera” a estar expuesto a un estímulo particular. Por ejemplo, en la infancia, los cerebros de los bebés están “preparados” para procesar la entrada visual y el lenguaje.

Pues bien, parece ser que en la adolescencia el cerebro estaría más “preparado” para formar recuerdos. Según indican los estudios, a partir de los 35 años somos más propensos a recordar detalles autobiográficos de cuando teníamos de 10 a 30 años que no detalles anteriores o posteriores a estas edades. El recuerdo de nuestra música, libros y películas preferidos, así como de eventos a los que hayamos asistido durante la adolescencia (10-30), también es mayor en comparación con el de otros períodos.

Además, los investigadores señalan las características más simples de la memoria de trabajo o el procesamiento de la información pueden alcanzar la madurez en la infancia, mientras que las más complejas continúan mejorando durante la adolescencia temprana.

Relación con enfermedades mentales

El cerebro en la adolescencia podría ser también mucho más susceptible a cuestiones relacionadas con el estrés ambiental. Esto explicaría por qué muchas enfermedades mentales tienen su inicio en la adolescencia y la adultez temprana, posiblemente con un origen en la exposición a dicho estrés. El equipo de la UCL exploró estudios que indican que tanto el estrés social como la exclusión social tienen un impacto desproporcionado en la adolescencia.

También argumentan que la adolescencia puede ser un período vulnerable para la recuperación de estas experiencias negativas. En este sentido, podría ser que los adolescentes fueran más lentos a olvidar los recuerdos aterradores o negativos. Como indican los investigadores, esto podría significar que algunos tratamientos para los trastornos de ansiedad, que se basan en la exposición controlada al origen del miedo, pueden ser menos eficaces en los adolescentes. Se pone de relieve, por tanto, la potencial necesidad de otro tipo de tratamientos.

Por último, el estudio de los diversos trabajos ha indicado también que los adolescentes parecen ser particularmente susceptibles a la influencia de los amigos en la percepción del riesgo y la asunción de riesgos en comparación con otros grupos de edad. Esto está directamente relacionado con una mayor susceptibilidad a la hora de caer en conductas de riesgo como la toma de alcohol o drogas. Estudios en ratones también han indicado, además, que los cerebros de los adolescentes podrían tener una mayor sensibilidad a la marihuana.

Fuente | Eurekalert