Tu próxima anestesia será más segura gracias a este estudio
La anestesia sigue siendo hoy en día un campo desconocido para muchos, a pesar de llevar años usándose en medicina. Cuando nombramos la palabra “anestesia” enseguida sale alguien preguntando: ¿Pero anestesia general? Eso es peligroso, ¿no?
En su día os explicamos brevemente los diversos tipos de anestesia existentes, pero seguimos teniendo algún problema hoy en día: La dosis. Hay gente que necesita muy poca dosis para dormirse antes de una cirugia, y gente que hace corto. Y ambos casos pueden darnos problemas.
Calculando la anestesia gracias a la actividad cerebral
Ahora, gracias a un reciente estudio de la Universidad de Cambridge publicado en PloS Computational Biology, podríamos ser capaces de solucionar el problema.
Hoy en día la dosis de anestesia adecuada se calcula a base del peso de un paciente, mediante el modelo de Marsch, que mide también cuándo se producirá el pico de concentración de anestesia en base al peso y al tiempo tras la inyección. Sin embargo, esto no siempre es preciso, y algunos pacientes permanecen despiertos a pesar de haber recibido la dosis adecuada y siendo todos los datos correctos.
Evidentemente esto no es ideal, ya que implica dar más anestesia, y ciertos pacientes con problemas cardíacos no lo agradecerían.
Pero los investigadores de Cambridge han pensado un nuevo sistema: Medir la actividad cerebral antes de sedar a los pacientes, pudiendo así predecir la respuesta a determinadas dosis de anestesia.
Calculando anestesia gracias a un electroencefalograma
Para su estudio, los investigadores reclutaron a 20 voluntarios sanos (9 hombres y 11 mujeres) y les administraron un fármaco comúnmente usado en anestesia: El propofol; a su vez, median la actividad cerebral mediante un electroencefalograma. Dicha técnica se utiliza para medir las señales eléctricas que producen las células cerebrales para comunicarse entre sí, rastreando patrones de actividad entre las diferentes áreas cerebrales.
Mientras estaban conscientes, los participantes debían pulsar un botón al escuchar “ping” y otro botón al escuchar “pong” como señal de que estaban despiertos.
Mientras se iba infundiendo el anestésico, la actividad cerebral iba cambiando. Cuando se alcanzó la “dosis máxima” o “pico anestésico”, había algunos participantes que se encontraban inconscientes, pero otros seguían pulsando los botones en señal de consciencia. En otras palabras, la dosis anestésica estándar no parecía funcionar en todos ellos, y eso que hablamos de un estudio de apenas una veitena de personas.
En los electroencefalogramas también se detectó la diferencia: Las ondas alfa de los que estaban dormidos eran diferentes de aquellos que seguían conscientes. De hecho, dichas ondas alfa ya eran diferentes antes de haber recibido la anestesia. Resultaba que aquellos con mayor actividad cerebral de dichas ondas necesitaban mayor cantidad de anestesia para llegar a la inconsciencia.
Cabe destacar que la realización de un electroencefalograma no es algo muy común, pero es una prueba más barata que otras muchas conocidas. Es posible que este estudio pueda ayudarnos a predecir con mayor precisión las dosis anestésicas, y poder así llevar a cabo una sedación mucho más segura.
Vía | Medical Daily.
Fuente | PloS Computational Biology.