La impaciencia nos puede hacer envejecer más rápido
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“¿Hemos llegado ya? ¿Y ahora?…¡¿Y ahora?!”. Seguro que de pequeños todos hemos pronunciado alguna vez esas palabras capaces de desesperar hasta al más tranquilo de los padres. Ser impaciente durante la infancia es algo normal, de lo que no hay que preocuparse demasiado, pero continuar siéndolo durante la vida adulta puede jugarnos alguna mala pasada.Las prisas no son buenas consejeras y, según un estudio publicado en Proceedings of the National Academy of Science, podrían hacer nuestra vida más corta. Qué paradoja, ¿eh?
¿Qué son los telómeros?
Como hemos visto en otros muchos artículos, uno de los mayores marcadores de envejecimiento que posee el organismo son los extremos de los cromosomas, llamados telómeros. Éstos, contienen fragmentos de ADN no codificante, por lo que su función básicamente es proteger la estructura del cromosoma, ya que se van acortando en cada división de la célula, evitando así que lo que se pierda sean otras regiones de ADN sí codificante.
Sin embargo, llega un momento en que su tamaño es tan reducido que la célula ya no se puede dividir más y queda en estado de senescencia (preparada para ser eliminada). Por eso, según la longitud de estas estructuras, podremos determinar el nivel de envejecimiento de una célula y, por lo tanto, las probabilidades de muerte prematura.
La impaciencia y los telómeros
Se conoce que las situaciones estresantes desencadenan la producción de sustancias como los radicales libres, asociados directamente al envejecimiento y, por lo tanto, a un acortamiento de los telómeros. La impaciencia es un estado bastante estresante, por lo que los autores de este estudio se preguntaron si podría actuar sobre nuestra salud del mismo modo. Por eso, realizaron un experimento para el que se hizo una encuesta a una serie de voluntarios. Durante ésta, se les ofrecía una suma de dinero en ese instante y, por otro lado, se les proponía darles otra cantidad más alta, pero treinta días después. Esta propuesta económica se iba variando hasta ver cuál era la cantidad mínima de dinero por la que estaban dispuestos a esperar un mes.
A continuación realizaron un análisis genético y comprobaron que, efectivamente, aquellos que sólo estaban dispuestos a esperar por cantidades muy grandes tenían los telómeros bastante más cortos. Por lo tanto, quedaba demostrado que existe una correlación entre la impaciencia y el envejecimiento celular; pero, ¿qué fue antes? ¿El huevo o la gallina?
Los investigadores no sabían si las personas con los telómeros cortos se vuelven impacientes o si, por el contrario, la impaciencia acorta los telómeros, aunque esto último parecía más probable, ya que no existían evidencias de que la longitud de los telómeros pudiera afectar a la toma de decisiones financieras a largo plazo. Además, como vimos antes, el estrés sí ha demostrado acortar estas estructuras y la impaciencia es una situación similar.
Sustancias que nos protegen, a pesar de la impaciencia
Curiosamente, estos científicos también comprobaron que nuestro organismo produce sustancias capaces de proteger a las células del envejecimiento, a pesar de la impaciencia. Por ejemplo, hace tiempo que es conocida la capacidad del estrógeno para actuar como antioxidante y proteger a los telómeros.
Por eso, se estudió también la presencia del gen que codifica para el receptor estrogénico ESR2 y se vio que, como cabía esperar, aquellos participantes que tenían una variante concreta del gen estaban más protegidos del envejecimiento, por muy impacientes que fueron. Lo mismo ocurría con un receptor de la oxitocina, de lo que se deduce que ésta también es una sustancia protectora.
Tener prisas por conseguir las cosas puede hacer que, sin darnos cuenta, nos estemos restando tiempo para llegar hasta ellas. Así que ya sabéis. Paciencia, que todo llega.
Vía: IFL Science