Elizabeth Blackburn, la mujer que se adentró en las causas de nuestro envejecimiento
Hoy os hablamos de Elizabeth Blackburn y Carol Greider, dos mujeres que ganaron el Nobel por sus estudios sobre el envejecimiento.
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Sólo 49 mujeres han obtenido el premio Nobel, frente a los 832 hombres que lo han hecho desde que se creara tan famoso galardón.
Después de que algunos miembros de las redes sociales se hayan cebado contra la biotecnóloga y divulgadora Ángela Bernardo por decir algo tan cierto como que ninguno de los premios Nobel de este año ha ido a parar a mujeres, nosotros hemos decidido dedicar hoy nuestra sección de científicas a una de las pocas que han ostentado tan complicado honor en reconocimiento a su carrera como bioquímica.
Se trata de Elizabeth Blackburn, una bioquímica australiana que merecía con creces el premio, pues gracias a su descubrimiento de la telomerasa hoy sabemos mucho más sobre la razón por la que nuestras células envejecen, y nosotros con ellas.
Elizabeth Blackburn, la mujer que sí consiguió el Nobel
Elizabeth Blackburn nació en la isla australiana de Tasmania en 1948, hija de un matrimonio de médicos.
La influencia de sus padres la llevó a seguir sus pasos, aunque no estudió directamente medicina, sino bioquímica, obteniendo después un doctorado en biología molecular.
Poco después de terminar su tesis, se trasladó a Estados Unidos para trabajar como investigadora, primero en la Universidad de Yale y después en la de California, dedicando en ambas su trabajo al estudio de los telómeros.
Los telómeros y la telomerasa, la razón del Nobel de Elizabeth Blackburn y Carol Greider
Cuando una célula se divide, parte del material genético situado en los extremos de los cromosomas se pierde, por lo que, como solución, éstos poseen unas estructuras, conocidas como telómeros, compuestas de ADN no codificante, que se encargan de proteger al resto, pues es mucho mejor perder material genético que no codifica nada a permitir que se degeneren las regiones que sí que poseen genes importantes para el desarrollo del organismo.
Estas estructuras ya se conocían cuando Elizabeth Blackburn comenzó sus trabajos como investigadora, pero se sabía muy poco sobre ellos.
Por eso, primero en solitario y después con Carol Greider, a la que se unió en la Universidad de California, comenzó a estudiar las razones por las que estos telómeros se acortaban inevitablemente o se alargaban, prolongando la vida de la célula.
Juntas descubrieron que había una enzima, a la que bautizaron como telomerasa, que tiene la capacidad de alargar estos telómeros, aunque en las células somáticas (no sexuales) ya diferenciadas se inhibe su función, llevando a que cada célula tenga un número máximo de divisiones tras las cuáles comienza el periodo de senescencia.
Gracias a este descubrimiento, pudieron crear telómeros artificiales, que les sirvieron para estudiar la división celular, obteniendo también conclusiones de gran interés, como que las células tumorales no tienen inactiva esta telomerasa, de modo que se siguen duplicando eternamente.
No es de extrañar que en 2009 ambas científicas, junto al biólogo Jack Szostak, obtuvieran el premio Nobel de Medicina y Fisiología por estos hallazgos, pero sí que extraña que otras muchas, tanto antes como después, no consiguieran ostentar tal honor, teniendo motivos más que de sobra para hacerlo. Con la cantidad de mujeres que trabajan en ciencia, da mucho en qué pensar.