La tecnología puede ser lo que necesita la humanidad para el siguiente paso en su evolución. Así lo piensa mucha gente, que ya está modificando sus cuerpos con interesantes resultados; aunque en algunos casos, sea algo doloroso sólo de pensarlo.
Pero el ser humano no es el único que puede beneficiarse de convertirse en un “cíborg”; el mismo concepto también es aplicable a otros seres vivos. Incluso a los que nunca pensaríamos que pueden adaptarse a ello, como por ejemplo, las plantas.
Las plantas también pueden mejorar con la tecnología
Una prueba de concepto salida del MIT Media Lab demuestra que las plantas también pueden aprovechar la tecnología para convertirse en cíborgs y mejorar su calidad de vida; el sistema se llama Elowan, y permite la creación de híbridos de planta y robots con ciertas capacidades autónomas.
Las plantas no solo son seres vivos; también son más parecidos a los animales de lo que pensaríamos. Por ejemplo, aunque parezca que pasan los días imperturbables, en realidad sus procesos biológicos también generan campos eléctricos en sus tejidos. Unas señales que algunas plantas aprovechan; como por ejemplo, los girasoles, capaces de orientarse hacia el sol.
Por todo esto, podemos decir que una planta sabe dónde está el sol; también se sabe que las plantas son capaces de detectar cambios en la gravedad o la orientación, cambios en la temperatura, si son tocadas y si están heridas. Basándonos en todo esto, es posible crear un sistema que interprete esas señales eléctricas y permita a la planta reaccionar dependiendo de los estímulos.
La planta cíborg que se mueve hacia la luz
Elowan, por ejemplo, se basa en la presencia de luz; el sistema es capaz de detectar si la planta se ha dado cuenta de que hay una fuente de luz cerca. Hay que recalcar que el sistema no es el que detecta la luz; sino que lee las señales bio-electroquímicas de la planta para saber si hay luz y de dónde proviene.
Una interfaz compuesta de electrodos de plata en el tallo, hojas y raíces detecta y amplifica las señales emitidas por la planta; la placa, instalada en la maceta, recibe estas señales, las interpreta y envía órdenes basándose en ellas.
Gracias a todo esto, la planta es capaz de moverse hacia donde hay luz por si sola. Sin necesidad de ayuda, esta planta puede arrimarse a lámparas para realizar su proceso de fotosíntesis de manera más efectiva.
Por supuesto, todo esto no significa que esta planta lo esté haciendo a propósito; genera señales siempre que detecta luz, y en este caso da la casualidad de que está unida a un sistema como este. En cierto modo, es un experimento que no tiene mucha utilidad; pero que en el futuro, y con la miniaturización de la tecnología y reducción de costes, podría expandirse a cualquier planta.
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