El Apple Park en Cupertino, California, es una de las sedes más impresionantes del sector tecnológico, y sin duda la más futurista. Denominada como “nave espacial” desde que se revelaron los primeros bocetos, el Apple Park es algo más que un edificio: es una representación de la compañía. Su increíble diseño fue fruto de la mente de Jony Ive, el mismo hombre que ha definido los productos de Apple durante tantos años.
Pero detrás de este increíble diseño hay algo más que ganas de llamar la atención; fue pensado con el objetivo de promover las oficinas abiertas, además de potenciar el uso de iluminación natural con un uso extensivo de paredes de cristal. Pese a lo impresionante que es, no ha recibido pocas críticas; no solo las oficias abiertas están pasando de moda, sino que durante los primeros meses las paredes de cristal fueron un auténtico peligro para los empleados de la compañía.
El sistema contra terremotos sobre el que descansa el Apple Park
Pese a todo esto, es innegable la cantidad de innovaciones y tecnología detrás del desarrollo de este edificio. Pero lo que no sabíamos hasta ahora es que, en realidad, el edificio no está conectado al suelo, y “flota”. En efecto, la nave espacial resulta que nunca estuvo en la Tierra, porque no tiene cimientos propiamente dichos. Y es que una de las prioridades en el diseño del edificio era prepararse contra los terremotos, tan habituales en California, como explica el propio Ive en una entrevista a The New York Times.
Todo el Apple Park en realidad descansa en unos 692 aisladores de base, una especie de discos de acero inoxidable con un mecanismo interno que permite los movimientos. Esta es una técnica muy popular en lugares propensos a sufrir terremotos, como San Francisco (donde Ive se pasó cuatro años renovando su casa); el Apple Park no es ni de lejos el primer edificio que usa esta tecnología. El más famoso hasta ahora el Los Angeles City Hall, el consistorio de la ciudad, y también es el edificio más alto que descansa sobre este tipo de soportes.
Una tecnología con sus riesgos
El uso de aislamiento sísmico es algo que Ive ya discutió en su momento con Steve Jobs antes de su muerte. Ive se pasó cuatro años renovando su casa en San Francisco para prepararse contra los terremotos, y por eso conocía muy bien este desafío.
En el Apple Park, estos discos están situados a una profundidad de dos plantas. Cuando el suelo se mueve, el mecanismo de péndulo puede moverse hasta 120 centímetros de un lado a otro sin que afecte al edificio; eso implica que los trabajadores podrían incluso no enterarse de que hubo un terremoto si este es lo suficientemente débil. En palabras de los expertos, cuando este sistema funciona, funciona muy bien.
Sin embargo, al elegir esta tecnología Apple tuvo que hacer un sacrificio, o una apuesta por así decirlo. Y es que un terremoto lo suficientemente potente podría hacer que el edificio se desencajase de estos discos, por lo que las consecuencias podrían ser incluso más desastrosas. Pero hasta ahora, esta tecnología ha demostrado ser suficiente en algunas de las zonas más activas de Japón y América Latina.
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