La tecnología ha progresado de una manera bestial durante las últimas décadas. Aunque pueda sonar surrealista, actualmente poseemos ordenadores y smartphones miles o millones de veces más potentes que el ordenador con el que el hombre logró llegar a la Luna.
Precisamente, este 20 de julio se cumple el 50 aniversario del día en el que el hombre pisó la Luna por primera vez en la historia. Aprovechando esta fecha tan especial queremos explicaros cómo era el ordenador que nos permitió cumplir ese sueño. ¡A continuación los detalles!
El comienzo de la era de los microchips
Como todo gran invento, detrás hay una o varias mentes privilegiadas. Este peculiar ordenador se convirtió en realidad gracias a Robert Norton Noyce y Jack Kilby; ambos considerados los creadores de los circuitos integrados o microchips, la pieza angular para el desarrollo de ordenadores personales y todo lo que vino después. Noyce también fue co-fundador de una de las grandes tecnológicas actuales: Intel.
Los dos hombres trabajaron codo con codo para dar vida al Apollo Guidance Computer (AGC); el dispositivo que nos permitió llegar a la Luna. Ésta fue una de las primeras computadoras de circuitos integrados; por lo que tenía unas dimensiones bastante reducidas (del tamaño de un maletín) en comparación con las computadoras anteriores, que ocupaban prácticamente una habitación.
A continuación una imagen en la que observaréis el AGC (izquierda) y su DSKY o interfaz de usuario con teclado y pantalla (derecha).
El AGC sirvió como ordenador principal para controlar los sistemas de guía y navegación en el famoso Apollo 11. Lo más curioso es que es un dispositivo muchísimo menos potente que el ordenador o el teléfono desde el que nos estés leyendo.
Esta computadora no contaba con un procesador tal y como los entendemos actualmente; pero, empleaba en su lugar miles de puertas electrónicas que le permitían realizar tareas a 0.043 MHz. Para que os hagáis una idea, el procesador Snapdragon 855 de Qualcomm, presente en muchos de los móviles Android de última generación, logra alcanzar los 2960 MHz; siendo unas 70.000 veces más potente que el AGC.
El ordenador solo disponía de 2048 bits de memoria; una cifra absurda en comparación con el estándar de 4 GB de RAM de los smartphones actuales. Esos 4 GB se traducen en unos 32.000 millones de bits; una memoria 15 millones de veces mayor que la del AGC.
¿Cómo funcionaba el AGC?
Como habréis observado, los números hablan solos. El AGC es infinitamente menos potente que los dispositivos actuales; no obstante, consiguió que el hombre pisase la Luna. Esta computadora permitía realizar tareas vitales como navegar con la nave; conocer la ubicación de una estrella; hacer funcionar los generadores de oxígeno; calentadores; los depuradores de dióxido de carbono y mucho más.
La NASA creyó que tenía que tener un ordenador a bordo con el que manejar este tipo de acciones en caso de que los soviéticos tratasen de interrumpir las comunicaciones de radio entre sus naves espaciales y el control terrestre en Houston (Estados Unidos).
Sus creadores también pensaron que los astronautas tenían que interactuar de una manera distinta con el dispositivo. Razón por la que optaron por una interfaz con teclado y una pantalla; un sistema que bautizaron como “DSKY”. Para ejecutar las acciones comentadas anteriormente los astronautas simplemente tenían que pulsar diferentes códigos.
El momento más tenso al que tuvo que enfrentarse el AGC tuvo lugar durante los últimos minutos del descenso del Apollo 11 a la superficie lunar. En esos instantes empezaron a sonar todas las alarmas de la computadora; lo que hacía pensar en un final catastrófico con la nave estrellada.
Por suerte, el ordenador funcionó de una manera muy inteligente. Pese a estar sobrecargado, se centró en el aterrizaje dejando de lado otras tareas menos relevantes. La manera de actuar en una situación tan crítica significó un avance sin precedentes en la informática; todo gracias a su software. Aquí es donde se notó el gran trabajo de Margaret Hamilton, la ingeniera jefe de software que se encargó de programar el ordenador. La foto en la que Hamilton posa al lado del código fuente del ordenador es bien famosa:
El AGC era un ordenador muy inferior a cualquiera de los actuales; no obstante, eso no le impidió ayudarnos a pisar la Luna después de cientos de años soñándolo. Resulta curioso lo que ha evolucionado todo desde entonces, con móviles que hacen tareas mucho más complicadas. Aún así, nunca hemos de olvidar nuestro pasado. ¡Gracias AGC! Sin ti aún no sabríamos cómo es la Luna.
Foto destacada: @dibert en Unsplash