Han pasado ya 50 años desde que el hombre pisó la Luna por primera vez. Tras décadas de investigación sabemos mucho más del satélite de la Tierra; pero, ¿qué pensábamos de la Luna antes? En este artículo os contaremos las viejas creencias sobre este peculiar astro.
El mito más curioso
Antes de que el ser humano sintiera la Luna bajo sus propios pies ésta era un misterio que generaba cientos de preguntas. Ahora sabemos mucho sobre el satélite; sin embargo, durante miles de años multitud de seres humanos han teorizado sobre su naturaleza. Muestra de ello es la importancia de los astros y los eclipses en muchas religiones antiguas.
Pero no hace falta irnos tan lejos. Antes de que el Apollo 11 llegase a la Luna existía una preocupación real de que la nave se hundiera. Tras observar al satélite, muchos científicos pensaban que la luna tendría una superficie esponjosa; tal y como explican en el portal Space.
Aunque ahora pueda resultarnos gracioso, no se trataba de un miedo irracional; ya que la hipótesis se basó en observaciones. Afortunadamente, la capa esponjosa no era muy profunda y el Apollo 11 no fue tragado por el astro.
Teorías sobre sus orígenes y los cráteres
Como era de esperar, los científicos también sentían curiosidad por cómo se formó la Luna. Una de ellas aseguraba que el satélite ya se había creado antes de quedar atrapado en el campo gravitatorio de la Tierra. Otros decían que el astro y la Tierra se formaron al mismo tiempo hace 4.500 millones de años. También existía una teoría según la que la Luna había sido el resultado de un choque entre nuestro planeta y otro cuerpo planetario del tamaño de Marte.
Aún nadie ha podido demostrar con total seguridad cómo nació la Luna; sin embargo, la última de las teorías es la que ha sido aceptada por la mayoría de la comunidad científica. De hecho, los astronautas del Apollo 11 recogieron una muestra de la corteza original del astro que, en teoría, refuerza dicha hipótesis.
Otro aspecto que causaba admiración entre los astrólogos eran los cráteres de la Luna; al fin y al cabo era algo en lo que muchos reparaban cuando observaban al astro con el telescopio. Había dos corrientes: los que pensaban que los cráteres se debían a la existencia de actividad volcánica y los que creían que eran el resultado de los impactos de otros cuerpos celestes sobre la superficie lunar.
La hipótesis de los impactos resultó ser la acertada. Debido a que la Luna carece de ríos, los golpes recibidos se mantienen visibles indefinidamente. Cientos de meteoritos también han chocado contra la Tierra; sin embargo, nuestro planeta cuenta con agua y vegetación suficiente para que las marcas desaparezcan de nuestra superficie.
Como habréis visto, ninguna de las ideas era descabellada; algunas incluso resultaron ser ciertas o parcialmente ciertas. Quién sabe, quizás dentro de unas décadas también se nos escape una carcajada al recordar de lo que pensábamos en la actualidad sobre la Luna u otros planetas.
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