Los smartphones se han convertido en los mejores compañeros de millones de personas de todo el mundo. Sus aplicaciones facilitan enormemente el día a día y sus cada vez más numerosas funciones nos hacen querer tener el último modelo.
Las marcas lo saben y lanzan smartphones tan punteros como caros esperando que una masa de usuarios renueve sus dispositivos a la vez que intentan arañar a los fieles seguidores de otros fabricantes. Una espiral compleja que quizá nos esté conduciendo a un punto de no retorno.
La locura de los nuevos modelos nos ha llevado a tomar como un estándar los 1.000 euros que hay que desembolsar en un smartphone premium e incluso algunos más sofisticados con pantallas plegables apuntan directamente a doblar esa cifra. ¿Esto terminará algún día?
Barreras psicológicas
Estirar el chicle de los precios más de lo debido ha llevado a empresas de todo tipo y condición a la bancarrota. Este fin tan drástico no parece poder aplicarse a las gigantes tecnológicas que acaparan el mercado de los smartphones, pero de lo que parecen estar seguros es de un cambio de tendencia.
El primero de los giros lo ha proporcionado una gama media cada vez más capaz. Ya no es necesario recurrir a teléfonos de gama alta para conseguir un rendimiento sobresaliente y los fabricantes cada vez más se ven acorralados ante la falta de motivación para dar un salto hacia arriba en los precios.
Quizá no sea suficiente aumentar 1 GB más la memoria RAM, poner un procesador más potente o colocar un par de lentes extras en la trasera. El cambio de tendencia ya parece evidente y ha quedado patente en investigación de mercado llevada a cabo por NPD Group, reafirmando que solo el 10% de los estadounidenses se está gastando más de 1.000 dólares en su nuevo smartphone.
No ha utilizado el porcentaje de ventas, pues en el país norteamericano todavía la financiación de las teleoperadoras tiene un peso específico importante, sino una herramienta de seguimiento implementada en la publicidad. Un 10% en un mercado tan enorme como es el estadounidense sigue traduciéndose en miles de millones de dólares, pero el otro 90% que se queda por debajo es demasiado como para no tenerlo en cuenta.
¿De verdad necesitamos un teléfono tan caro?
Muchos analistas apuntan a que los últimos movimientos de las gigantes tecnológicas dejando algunos terminales en la zona de los 800 euros puede deberse a este cambio de tendencia. Nos referimos a los iPhone 11 o el Samsung Galaxy S10e.
Terminales de muy altas prestaciones que se encuentran muy cómodos en esa franja de precios aglutinando un porcentaje muy importante de las ventas. Incluso terminales de generaciones anteriores, como puede ser el iPhone XR, son perfectamente válidos para un usuario medio hoy en día desembolsando unos 450 euros en el mercado de segunda mano.
De hecho, según otros analistas, se habría llevado el gato al agua de las ventas en los primeros meses en el mercado de la nueva gama. Los datos estadounidenses publicados por Consumer Intelligence Research Partners apuntan a que la mitad de los iPhone de última generación vendidos correspondería con el iPhone 11 (sin apellido Pro ni Max).
Y eso no es todo, según el mismo informe el iPhone XR ha supuesto el 36% de las ventas totales de Estados Unidos en el tercer trimestre del 2019. Recordemos que es un terminal presentado en septiembre de 2018 con un hardware algo más antiguo pero, como venimos indicando a lo largo del artículo, igualmente válido.