Los zepelines, como casi cualquier artilugio tecnológico que vuela, tuvo su desarrollo y avance gracias a la guerra. En este caso, la Primera Guerra Mundial fue el escenario perfecto para experimentar con estos gigantes en su uso como bombarderos más allá de las líneas enemigas, pero un siglo después están más de actualidad que nunca.
Una serie de accidentes más o menos populares ocurridos en los años 30 del siglo pasado torció la balanza a favor de los aviones como los conocemos hoy día. Buena prueba de ello fue su protagonismo en la Segunda Guerra Mundial y la revolución de los viajes en avión a consecuencia de todo lo aprendido en el campo de batalla.
Actualmente, el uso de zepelines se reduce a algunas empresas privadas como soporte publicitario y los desarrollos funcionales para sacar rédito económico con el transporte de cargas o personas se cuentan con los dedos de una mano. Aunque puede que esto cambie pronto.
Más ecológico, pero sin prisas
Hoy en día existe una corriente muy importante de investigadores científicos, ingenieros y compañías que buscan establecer nuevos estándares de transporte menos contaminantes que el avión o el barco y, por ello, con un menor coste asociado a la operativa diaria.
Los aviones han conseguido unos niveles de eficiencia muy interesantes reduciendo las emisiones drásticamente mediante el uso de nuevos materiales ligeros, motores más avanzados y estableciendo rutas más económicas aprovechándose de los vientos.
Precisamente la interacción entre los zepelines y el viento de las capas superiores de la atmósfera es un campo donde se está investigando. El consumo energético de un zepelín es muy reducido pues se basa en física básica (lo menos denso flota sobre algo más denso) pero tienen el contrapunto de ser terriblemente lentos para los estándares de hoy en día y los vientos de la estratosfera pueden poner en peligro semejantes estructuras volantes.
Los aviones modernos, en cambio, tienen unos perfiles aerodinámicos casi perfectos y están construidos de materiales ultraflexibles a la par que resistentes. Un zepelín fabricado con las mismas aleaciones que un avión carece de sentido (por su peso) así que lo mejor será bajar la altitud de crucero donde entran a jugar posibles turbulencias severas o el mal tiempo atmosférico que caracteriza a algunos mares.
Los tiempos de viaje también son otro punto importante para ser competitivos en el transporte de pasajeros. Si tenemos una semana de vacaciones no es plato de buen gusto pasar 4 días (y otros 4 de vuelta, en el mejor de los casos) sobrevolando un inmenso mar mientras nos damos cuenta de que quizá deberíamos habernos subido a un avión, que como mucho nos llevaría 19 horas.
Contra esto, en principio, no van a poder luchar sin quemar algún tipo de combustible fósil. Así que grandes compañías de aviación como la estadounidense Lockheed Martin está trabajando en prototipos que combinan lo mejor del avión tradicional con lo mejor de los zepelines.
El híbrido entre avión y zepelín
Es así como llegamos al que puede ser el candidato que se lleve el gato al agua dentro de unos años. Bob Boyd, jefe del desarrollo de Lockheed Martin's Skunk Works, ha descrito cómo sería el prototipo ideal en OneZero.
Su propuesta usaría un 20% de sustentación (empuje a fin de cuentas) mediante unos motores de combustión y el otro 80% restante sería debido al funcionamiento de un zepelín tradicional al llenar "el globo" de gases más ligeros que el aire atmosférico.
Este concepto híbrido, al que miran con buenos ojos otras empresas como Varialift Airships, sería la aeronave perfecta para acceder a zonas complicadas en las que un avión no puede aterrizar y transportar carga de abastecimiento o sacar a heridos de una zona catastrófica.
¿Qué hay de la carga?
El sector de transporte de carga es uno de los filones donde los zepelines pueden hacerse más fuertes. La inmensa mayoría del transporte intercontinental actualmente se realiza por barco relegando a los aviones aun segundo puesto encarecer demasiado los costes.
Pero el zepelín puede significar la entrada de un tercer actor gracias al escaso consumo de combustible, una velocidad superior al de un barco de carga tradicional y a la posibilidad de penetrar tierra adentro hasta un aeropuerto o centro logístico.
Habrá que estar muy atentos a las novedades y conceptos que vayan apareciendo porque, cuando grandes compañías como Lockheed Martin se involucran, es que algo importante puede suceder en los próximos años.