"Innovador", "rompedor", "imposible". Esos eran los calificativos que había recibido el llamado motor de detonación rotativa, un diseño de motor de cohete que, al menos sobre el papel, tiene el potencial de cambiarlo todo.
Ahora, podemos eliminar "imposible" de la lista, porque un investigador de la Universidad de Florida Central y su equipo han conseguido hacerlo realidad; y de camino, han descubierto realmente porqué se creía que no iba a ser posible construirlo.
Lo curioso es que, en realidad, el concepto detrás del motor de detonación rotativa es muy simple: como su nombre indica, consiste en una serie de detonaciones consecutivas alrededor de un eje. El problema es que llevar eso a la práctica es absurdamente difícil.
En busca del motor imposible
Los primeros motores de detonación rotativa se idearon en la década de los 50, pero hasta ahora eran sólo una teoría que no se había puesto en práctica con éxito. Esa teoría nos dice que generar explosiones de manera controlada en un patrón circular como ese puede ser mucho más eficiente; en otras palabras, usa menos combustible que los cohetes tradicionales.
Eso se traduce en una carga de combustible más ligera para hacer las mismas misiones espaciales que ahora, o bien en misiones más largas que puedan llevar a la humanidad más lejos.
Cuando empieza la rotación, las detonaciones se producen de manera consecutiva por el eje del cohete, generando empuje. Sólo hay un "pequeño problema": esas detonaciones se producen a una velocidad cinco veces superior a la velocidad del sonido.
Eso supone que, cuando el primer ciclo de detonaciones se completa, en realidad la primera detonación aún no ha terminado cuando tiene que empezar la segunda; si se inicia entonces la segunda detonación, con la misma mezcla de combustible y oxígeno, los resultados son muy diferentes. Con cada ciclo, la situación empeora hasta el punto de que se pueden perder detonaciones y el combustible se puede quemar en la cámara. En apenas un instante, el motor ha fallado.
Cómo lo consiguieron
El logro de los investigadores ha estado en diseñar un motor que siempre aporta la proporción justa de combustible y oxígeno (en este caso, hidrógeno y oxígeno). Estudiando la manera en la que se mueven los gases en el interior del motor han podido ajustar la proporción a niveles muy precisos, los justos para que cada detonación sea la adecuada.
Un motor como este podría llevar a astronautas más lejos que nunca, pero también podría ser usado en la Tierra; por ejemplo, las fuerzas navales de los EEUU están interesadas en usar un motor similar para reemplazar las turbinas de sus navíos más grandes.
Sería especialmente útil para vehículos en los que sea necesaria una gran potencia con un bajo consumo. De hecho los resultados de esta investigación ya estarían teniendo repercusiones en la comunidad internacional, según han confirmado los investigadores.