Hasta hace no muchos años el reconocimiento facial parecía cosa de ciencia ficción, hoy lo tenemos hasta en el teléfono inteligente más económico como medio de desbloqueo. Se ha convertido en la llave perfecta para entrar en la aplicación del banco o para poder pagar en los comercios, pero realmente no sabemos cómo funciona ni qué aspectos de nuestro rostro son capaces de captar. Incluso en España ya se emplea para la vigilancia antiterrorista de las fronteras.
Para intentar aportar luz al reconocimiento facial, Tijmen Schep ha creado una página web donde se explica paso a paso cómo las compañías y gobiernos de todo el mundo emplean el reconocimiento facial a la ciudadanía. Basta con entrar a la web y proporcionar acceso a la cámara de nuestro ordenador o del teléfono.
A partir de ahí, comenzará a detallarnos el funcionamiento del reconocimiento facial y qué cosas pueden saber de nosotros en unos segundos. El proyecto cuenta con fondos de la Unión Europea y, tal y como informan en los términos y codiciones, la página web no almacenará datos de reconocimiento facial.
¿Cómo funciona?
Arrancamos la web, llamada Hownormalami (cómo de normal soy yo, en la traducción al español), y comienza el reconocimiento facial basado en inteligencia artificial y machine learning. El propio Tijmen Schep será quien nos guíe en esta 'aventura' a través de los diferentes pasos del reconocimiento facial. Explica las razones por las que el reconocimiento facial es importante en nuestro día a día así como algunos ejemplos de empresas que lo emplean como una métrica más.
El algoritmo comienza entonces a trabajar con nuestro rostro y poco a poco va tomando datos acerca de él. Una vez elegimos manualmente la edad, el algoritmo compara nuestro nivel de belleza con la base de datos. Según el creador, este aspecto se emplea en algunas redes sociales de citas y en otras como TikTok, que 'premian' con visualizaciones a usuarios que algoritmo clasifica como guapos.
El siguiente paso del proceso es el reconocimiento de la edad real. En la elección previa hemos podido mentir así que el algoritmo estima nuestra edad en base a todo lo que ha aprendido durante el proceso de entrenamiento. Schep afirma que la edad es uno de los factores más importantes para algunas empresas. Pone el ejemplo del reconocimiento facial en algunos supermercados que son capaces de saber las edades de sus clientes para clasificar mejor los productos a ofrecer. En esta ocasión casi acierta de pleno, tengo 28 años y el algoritmo me echa 29.
El reconocimiento facial también es capaz de reconocer el sexo de la persona que está delante. Y Schep indica que es empleado por algunas compañías para clasificar a los usuarios de sus aplicaciones o a los clientes que acuden de forma física a una tienda. Similar a lo que ocurre con la edad.
El siguiente paso, y el que personalmente peor ha funcionado, es la estimación del índice de masa corporal. En ese caso se basa en nuestro rostro para ofrecer un número que no se corresponde con la realidad -por bajo- y explica que algunas empresas son capaces de saber que un usuario ha adelgazado o engordado empleando este dato y comparándolo en el tiempo.
¿Cuándo morirás?
Basándose en todo lo anterior, el algoritmo desarrollado por Tijmen Schep proporciona una esperanza de vida. Asegura que esta predicción la pueden emplear las compañías aseguradoras para ofrecer diferentes precios según lo que el algoritmo estima que nos queda de vida.
Uno de los puntos más interesantes es el de la huella facial. Al igual que cada persona tiene un patrón de huella en los dedos, los algoritmos son capaces de identificar diferentes patrones en nuestro rostro para crear una huella 100% personal. Esto puede conducir a un sistema de identificación que puede ser empleado por gobiernos o compañías para conocer los movimientos y comportamientos de una persona, asociando un rostro a esa huella facial.
El experimento va llegando a su fin no sin antes informarnos acerca de la expresión de nuestro rostro. Para ello, en los primeros momentos del estudio, se nos muestra una imagen de un perro. Si sonreímos el algoritmo lo detectará y podrá conocer nuestro estado de ánimo o nuestra reacción al ver un perro.
Y por último, nos informa de cuánto hemos interaccionado con la página web mediante un mapa de calor. Algunas páginas incorporan un código que es capaz de reconocer por dónde hemos movido el ratón para saber más acerca del comportamiento y los hábitos de los usuarios que la visitan. Antes de darnos la puntuación de 'lo normal' que somos en función del reconocimiento facial, el creador permite subir nuestro caso a la nube para que el algoritmo siga aprendiendo o bien continuar sin enviar ningún dato.