Un gran poder conlleva una gran responsabilidad. Ese proverbio escrito por el genio de Marvel Stan Lee se ajusta como un guante a cualquier presidente de cualquier país del mundo. En España, el presidente se encuadra en un mero cargo político, sin embargo Joe Biden, nuevo presidente de Estados Unidos es mucho más. Al tomar el cargo, se convierte directamente en el comandante en jefe. Máxima autoridad del ejército más poderoso del mundo con, probablemente, el arsenal nuclear más potente conocido.
Un gigantesco poder que se controla desde un 'sencillo' maletín de cuero. El football (pelota de fútbol) acompaña al presidente de Estados Unidos allá donde esté. Desde cuando viaja a un país extranjero a bordo del Air Force One, hasta cuando se mueve a la vecina Baltimore. Siempre le acompaña un sencillo maletín de cuero a buen recaudo atado a la mano de un militar que pasa a ser la sombra del presidente, junto a los miembros del servicio secreto.
Al igual que la investidura, el traspaso del maletín entre el presidente saliente y el entrante ha sido de todo menos normal. Donald Trump viajó la mañana del 20 a Florida con el maletín nuclear a bordo del avión y Joe Biden recibió uno extra que hay de reserva en Washington D.C. y a los accesorios que lo acompañan.
Maletín sin 'botón rojo'
Las necesidades nucleares se dispararon durante la Guerra Fría, más como material disuasorio que como uno aplicable realmente. Estados Unidos y la Unión Soviética se encontraban en una perpetua calma tensa que estuvo a punto de romperse en algunas ocasiones con consecuencias que habrían sido fatales para la humanidad. Afortunadamente, esos tira y afloja nunca cuajaron en un ataque y el maletín ha permanecido cerrado, aunque su tecnología ha evolucionado.
El primer presidente en tener acceso al maletín nuclear fue John F. Kennedy tras la crisis de los misiles de Cuba. El presidente se preguntó cómo podía ordenar un ataque nuclear inminente a la Sala de Guerra Conjunta (Joint War Room) y cómo podía verificar la autenticidad de la orden la persona que recibiera el mensaje. Para resolver este escenario se creó el maletín, que fue fotografiado por primera vez en 1963, agarrado por un militar que acompañaba al presidente Kennedy en un viaje a Massachusetts.
A partir de ese momento, se convirtió en el complemento obligatorio de todos los presidentes. Una vez se abre, el maletín no es más que un paso intermedio para identificar que, efectivamente, es el presidente quien se encuentra al otro lado de la línea de comunicaciones. Una especie de verificación en dos pasos que conecta directamente con el Pentágono.
El 'botón rojo' del que todo el mundo ha oído hablar no es más que una leyenda urbana. El presidente de Estados Unidos no puede apretar un botón y mandar un ataque nuclear a quien se lo proponga. La cadena de mando es mucho más compleja y reúne ciertas garantías.
La primera barrera son los códigos nucleares, también llamados Gold Codes (Códigos Dorados), que se encuentran impresos en una tarjeta (the biscuit, la galleta) de acceso exclusivo del presidente. Pieza de plástico que ha dado -casi- más de qué hablar que el propio maletín. Por ejemplo, Bill Clinton la perdió durante meses en el año 2000 y Jimmy Carter la envió a la lavandería dentro de su chaqueta.
Si los códigos son correctos y el presidente prosigue con la idea del ataque, la orden continúa en la cadena de mando que involucra a aviones bombarderos, submarinos y silos de misiles repartidos por la geografía mundial.
Además, todos los procesos deben de ser confirmados por dos personas al mismo tiempo, una forma de repartir la responsabilidad que supone pasar a la siguiente fase y que no dependa exclusivamente de una. La cobertura mundial del ejército de Estados Unidos garantiza, al menos en principio, que el primer ataque se ha completado tan solo 30 minutos después de que el presidente haya dado la orden, según recogen desde la Atomic Heritage Foundation.
"El presidente podría lanzar cualquier tipo de ataque devastador que el mundo nunca ha visto. No tiene que consultar con nadie. No tiene que llamar al Congreso. No tiene que consultar con los tribunales. Él tiene esa autoridad debido a la naturaleza del mundo en el que vivimos", declaró en 2008 Dick Cheney, vicepresidente de George W. Bush.
El contenido pormenorizado del maletín nuclear es un secreto aunque sí se sabe que hay documentación, instrucciones para su uso y un aparato para realizar las comunicaciones con el Pentágono. La encargada de la fabricación es Zero Halliburton, una compañía con sede en Utah, y se estima que existen 3 o 4 maletines idénticos, uno de ellos se mantiene cerca del vicepresidente mientras que otro adicional estaría a buen recaudo dentro de la Casa Blanca como reemplazo.
Y después qué
Tras enviar la orden y ejecutar por completo el lanzamiento de un misil nuclear, el presidente de Estados Unidos, toda la plana mayor de su gobierno y los militares más importantes deben embarcarse en el avión del juicio final.
Aunque el Air Force One es uno de los aviones de transporte de personalidades más seguros del mundo, el presidente cuenta con otro todavía más blindado. Tanto si el país atacado cuenta con arsenal nuclear (con capacidad de respuesta) como si Estados Unidos es el primero en recibir un misil de estas características, la aeronave es el mejor sitio para pasar la contienda.
Por ello se creó el Doomsday Plane, un Boeing 747 reformado por completo para resistir el pulso electromagnético de un ataque nuclear. En lugar de contar con todos los componentes electrónicos de un avión moderno, se emplea la mayor cantidad posible de equipamiento analógico. Mucho más resistente a esa 'tormenta' de radiación consecuencia del uso de armas nucleares.
La Fuerza Aérea de Estados Unidos cuenta con varias aeronaves de este tipo operativas y en alerta continua las 24 horas los 365 días del año para que los miembros seleccionados puedan acceder y refugiarse en vuelo. Aunque el equipamiento es secreto, se sabe que puede permanecer hasta 7 días volando gracias a su capacidad de reabastecimiento en vuelo. De hecho, está limitado a esos días porque los motores se terminan quedando sin aceite.
El avión automáticamente pasa a ser el centro de mando militar cuando vuela en tiempos de guerra. Desde el avión se puede contactar directamente con la flota de submarinos con capacidad nuclear que Estados Unidos tiene repartida por todo el mundo.
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