La basura espacial lleva ya muchas décadas siendo un problema, pero es ahora, que proyectos como SpaceX han aumentado el ritmo de lanzamientos, que la conversación se ha reavivado. Poner en órbita miles de pequeños satélites de comunicaciones con Starlink y realizar lanzamientos semanales tiene esas consecuencias.
Y no hablamos sólo de piezas que se separan de cohetes o de satélites; las futuras estaciones espaciales privadas para turismo espacial, también generarán una gran cantidad de basura espacial que tiene que terminar en alguna parte. Y no hablemos de los futuros viajes a Marte.
La Estación Espacial Internacional, ISS, ha demostrado hasta qué punto estos proyectos pueden generar basura espacial peligrosa para el entorno y otras misiones, al deshacerse de un enorme ‘palet’ repleto de baterías usadas.
La ISS suelta baterías
La carga que la tripulación de la ISS soltó la semana pasada es un gran contenedor de unas 2,5 toneladas de peso, convirtiéndose en el objeto más pesado que la estación ha soltado al espacio en toda su historia.
Soltar basura espacial no es una ocurrencia extraña para la ISS; al fin y al cabo, los astronautas que viven a bordo generan constantemente desperdicios que deben ser eliminados para evitar que la estación gane demasiado peso.
En ocasiones, esa basura puede ser desechada, y en otras puede volver a Tierra a bordo de una las cápsulas o naves acopladas a la estación, para su estudio o eliminación. De hecho, ese era el plan original con las batería usadas, pero el lanzamiento fallido de un cohete Soyuz en el 2018 trastocó esos planes, hasta el punto de que ahora en el 2021 se notan las consecuencias en forma de una gran cantidad de baterías usadas a bordo de la estación. No sólo ocupan espacio y son muy pesadas, sino que ya eran completamente inútiles.
Durante los últimos cuatro años, los astronautas de la ISS han cambiado todas las baterías usadas para almacenar la energía solar obtenida por los paneles instalados en la estación; antes usaban unas de níquel-hidrógeno, y fueron sustituidas por unas nuevas baterías de iones de litio para ganar eficiencia y capacidad.
Un ‘palet’ de baterías
Como resultado, los astronautas tenían una gran cantidad de baterías usadas que no tenían manera de devolver a Tierra. Esta situación obligó a la NASA a confeccionar un nuevo plan, que ejecutaría una vez que todas las baterías de la estación fuesen cambiadas por otras nuevas; el proceso terminó durante el paseo espacial el pasado 1 de febrero.
La solución parece algo burda, simplemente meter todas las baterías en un contenedor y soltarlo usando el brazo robótico Canadaarm2, pero como todo lo que está relacionado con la ISS, es algo más complicado.
Dado el enorme tamaño y peso del contenedor, ha sido necesario soltarlo de manera precisa para que entre en órbita baja, hasta que finalmente sea destruído en la atmósfera superior de la Tierra.
Hasta entonces, las baterías estarán cuatro años dando vueltas a nuestro planeta, aunque la NASA ha calmado cualquier temor de que pueda impactar con otros objetos; no sólo su trayectoria está calculada, sino que el comando espacial de los EE. UU. lo ha añadido a su lista de objetos a rastrear, y su posición exacta será conocida por futuras misiones.
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