La progresión tecnológica de la industria de la aviación en los últimos años ha supuesto una reducción considerable del consumo de hidrocarburos y, por tanto, de la contaminación. En España, por ejemplo, se fabrican aviones como el Airbus A400M que se posiciona como uno de los más eficientes dentro del transporte de la rama militar o la fabricación de ciertos componentes y piezas del buque insignia del consorcio europeo: el Airbus A350.
Este último es una de las aeronaves de pasajeros más modernas del mundo y cuenta con tecnologías que le permiten volar grandes distancias a un coste realmente reducido si lo comparamos con anteriores generaciones. De hecho, es una de las responsables de que los aviones cuatrimotores estén en retirada para el sector aéreo de pasajeros y se releguen al transporte de mercancías.
Pero eso no es suficiente para el nuevo modelo de Airbus y ya se está probando cómo reducir todavía más la contaminación empleando combustibles alternativos. Entre ellos uno reciclado a partir de aceite usado para freír.
Freidoras y aviones
Los biocombustibles se han posicionado como una de las mejores maneras de reducir la huella de contaminación de las aerolíneas. Mezclado con combustible tradicional, consigue reducir de forma notable las emisiones haciendo de los viajes en avión un medio de transporte más sostenible. Estos biocombustibles, en la mayoría de ocasiones, se crean a partir de la fermentación de plantas como la caña de azúcar, la soja o el girasol.
En esta misma línea, los productores de combustibles y aerolíneas se han aliado para utilizar aceites reciclados. Concretamente, aceites vegetales que se usan para cocinar fritos y que una vez tratados pueden servir como 'alimento' para los motores de los aviones. Y así es como llegamos al vuelo Air France 342 que unió el pasado 18 de mayo las ciudades de París y Montreal (Canadá).
Ese vuelo transatlántico de largo radio se operó con un Airbus A350 de la compañía aérea de bandera francesa y en los tanques de combustible se añadió un 16% de aceite reciclado proveniente de frituras al total del combustible convencional. El aceite se recicló en una planta de Total en el sur de Francia consiguiendo la certificación de la autoridad pertinente para su uso aeronáutico y se ha proclamado como el primer vuelo intercontinental en usar este tipo de combustible.
El biocombustible utilizado para el vuelo 342 se fabricó a partir de "desechos y residuos de la economía circular" sin utilizar ningún aceite de origen vegetal virgen. Este hecho ha permitido evitar la emisión de 20 toneladas de dióxido de carbono a la atmósfera durante el viaje.
En el comunicado emitido por la aerolínea describen las diferentes aproximaciones en la reducción del impacto ambiental por parte de una aeronave. Además del empleo de las nuevas generaciones de aviones, destacan el uso de camiones de asistencia en tierra eléctricos y el crecimiento mantenido de las políticas de uso de combustible sostenible. De esta forma, en 2022 la legislación francesa obligará al uso del 1% de este tipo de combustible y lo irá ampliando hasta el 5% en el año 2030. Un porcentaje pequeño si tenemos en cuenta el 16% con el que voló el A350 el pasado 18 de mayo.
Como parte de un programa piloto, Air France operó entre los años 2014 y 2016 un total de 78 vuelos empleando el 10% de biocombustible. "Esas pruebas mostraron que el combustible sostenible no tiene impacto en la fiabilidad de las operaciones de las aerolíneas", según apuntan desde la compañía.
"Junto con la renovación de nuestra flota, los combustibles de aviación sostenibles constituyen nuestra principal palanca a medio plazo para reducir a la mitad nuestras emisiones de dióxido de carbono por pasajero y kilómetro para 2030", ha declarado Benjamin Smith, CEO del grupo AirFrance-KLM. La combinación de estas aeronaves tan modernas -y las que están por llegar- junto con una adopción cada vez más importante de combustibles sostenibles serán clave.
¿Y los eléctricos?
En una línea de desarrollo paralela, Airbus están trabajando en diversos proyectos para conseguir reducir el consumo de combustible y la contaminación de sus aeronaves de nueva factura. Uno de los más punteros se presentó el pasado mes de diciembre y tiene como protagonista a los aviones que usan hidrógeno.
Los motores de pila de hidrógeno poco a poco comienzan a ser una alternativa o un complemento para aplicaciones específicas donde las baterías tradicionales no pueden llegar. El programa ZEROe de Airbus busca crear motores de hidrógeno intercambiables en tiempo récord para realizar vuelos sin emisiones de gases contaminantes. Por el momento, se trata tan solo de unas cuantas ideas que deben ir tomando forma en los próximos años cuando la tecnología consiga resolver alguno de sus inconvenientes.
También existen algunas compañías dedicadas exclusivamente a la conversión de aviones tradicionales a combustión a uno 100% eléctricos. Lo han conseguido con algunos aparatos de pequeñas dimensiones con capacidad para menos de 19 pasajeros -por motivos de legislación- con algunos éxitos cosechados en el norte de Europa.
Por otro lado, la aerolínea KLM (socia de Air France) invirtió hace unos años en un nuevo concepto de aeronave denominado Flying-V. Se trata de un avión con forma de "V" que cuenta con dos fuselajes y pretende revolucionar la industria consiguiente reducir el consumo alrededor de un 20% respecto al Airbus A350.
De momento, los ingenieros de la Universidad Técnica de Delft, los encargados de llevar a cabo el concepto, tan solo cuentan con un prototipo a escala que ya ha volado, pero puede ser una auténtica revolución si se consigue llevar a cabo y alimentarlo con combustible sostenible.
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